*Bolero.

Bolero


l Bolero de Joseph-Maurice Ravel es por su parte el resultado de una serie de combinaciones fortuitas. Para empezar, fue la consecuencia indirecta de un encargo formulado al compositor en 1928 por Ida Lvovna Rubinstein, encargo que nunca tuvo cumplimiento debido a circunstancias diversas. La ilustre Mecenas bailarina había inducido a Ravel a orquestar varios números de música española que destinaba a un espectáculo próximo. Algunas páginas de Isaac Albéniz fueron escogidas con destino a ese espectáculo de Ballet. Pero los herederos del compositor español, que no en vano tenían la pésima experiencia de los infinitos abusos cometidos en todas partes con la más famosa música para piano de aquél, habían dispuesto proteger contractualmente su repertorio reservando a el violinista español, compositor y director de orquesta Enrique Fernández Arbós, la exclusividad para su trascripción orquestal. Ravel se inclinó respetuosamente ante la interdicción, y no obstante el gesto de Arbós, quien tuvo la cortesía de ofrecer al autor del Ballet Daphnis et Chloé la renuncia momentánea de sus privilegios, decidió emprender por sí mismo la creación de una "españolada".

Ravel compuso el Bolero, por lo tanto, como una especie de desafío. Escribió una melodía en dos partes, intencionadamente simple, la privó de toda suerte de matiz o modulación, y la acompañó con la persistente y monótona pulsación de un tambor marcando el ritmo de tres batutas de la popular danza ibérica en su movimiento más lento posible. Cada una de las dos frases yuxtapuestas se repiten nueve veces sin alteración alguna en sus valores rítmicos. Con esos dos temas apareados, consiguió hacer Ravel lo que podríamos considerar una serie de "variaciones en timbres". En cada sucesiva reaparición de cada tema, el compositor modifica la orquestación, y el resultado es una variedad de color y un largo y gradual efecto de crescendo que Ravel obtiene con su destreza incomparable de orquestador.

He aquí enumerados en su estricto orden, los instrumentos que toman por turno a su cargo esos invariables temas, transformando su coloración dieciocho veces sin alterarles una nota siquiera:


Tema: A

(1) Flauta, (2) Clarinete, (3) Oboe de amor, (4) Trompeta y flauta, (5) Flautas, trompeta y celesta, (6) Oboe, corno inglés y clarinete, (7) Maderas y violines primeros, (8) Maderas, saxo tenor, violines primeros y segundos, (9) Orquesta completa con los violines divisi.


Tema: B

(1) Fagot, (2) Clarinete en Si bemol, (3) Saxo tenor, (4) Saxo soprano, (5) Trombón, (6) Maderas y saxo tenor, (7) Maderas, trompeta, violines primeros y segundos, (8) Maderas, trombón, saxo soprano y cuarteto (sin contrabajo), (9) Orquesta completa con los violines divisi.

 

En la decimoctava variación cuando toda la orquesta es incorporada, se registra un sorprendente efecto. El tema B salta inesperadamente a la tonalidad de Mi mayor, en la que se mantiene durante ocho triunfales compases para desembocar en la conclusión después de retornar a la tonalidad de Do mayor. Las variaciones están escalonadas de conformidad con el siguiente esquema:

 

A

B

A

B

A

1 - 2

3 - 4

5 - 6

7 - 8

9 - 10

 

B

A

B

A

B

11 - 12

13 - 14

15 - 16

17

18

 

El éxito popular del Bolero hubo de sorprender al mismo Ravel. Nunca pudo imaginarse que este simple ejercicio orquestal llegara a interesar a tan vasto sector del público, lo cual dibujaba en sus labios, en más de una ocasión, una melancólica sonrisa al comprender que a esta obra le debía la mayor parte de su fama. El estreno del Bolero tuvo lugar en la Opera de París, el 22 de noviembre de 1928, en una función del Ballet Rubinstein, cuya orquesta dirigía Walter Straram.


Bolero
Orquesta Filarmónica De Munich

Bolero.

Maya Plisetskaya.

Maurice Bejart.

Ravel par Béjart, dansé par Octavio de la Roza, 2005/2006.