*Allegro.

Sonata para piano Nº 1 en Do Mayor, Op. 1

 

uando, el día después de su primera visita formal a lo de Schumann en Düsseldorf, el 30 de setiembre de 1853, el joven Brahms, de 20 años, fue requerido para que tocara algunas de sus composiciones ante esa familia, demostró convincentemente su valor como artista con su sonata en Do mayor. El joven compositor a quien Lizst tratara en vano de enrolar en las filas de los nuevos revolucionarios de la música de Alemania, había finalizado apenas el primer movimiento cuando fue interrumpido por el grito: "¡Clara tiene que escuchar esto!". Robert Schumann llamó gozosamente a su esposa, exclamando excitadamente: "Vas a escuchar una música que nunca has oído antes". Brahms tuvo que repetir todo el movimiento antes de que se le permitiera  continuar.

El oído experimentado de Schumann estaba, por supuesto, perfectamente consciente de que el tema principal se asemejaba mucho a la sonata para piano hammerklavier de Beethoven y que el tratamiento subsiguiente del tema, su repetición en clave de Si bemol mayor, tenía reminiscencias de la sonata Waldstein, pero de mayor importancia intrínseca para él en su distribución de la obra, eran sus otros rasgos. La poderosa sucesión de terceras, sextas y octavas, las repeticiones orquestales, la especial afección para abarcar ampliamente el teclado y tonalidades profundamente sonoras, los ritmos cruzados con figuras sincopadas y en trino, la puntuación hermosamente distribuida de los temas, y la preferencia general por la arquitectura musical más que por el color, daban a esta obra del joven compositor hamburgués características fuertemente individuales. En verdad, presentes aún en su Opus 1 están los típicos hitos Brahmsianos: una mezcla de la disciplina formal de Beethoven con extasiado romanticismo (¡2º tema!), el uso de la forma, tema y variación y el de simple canción folklórica.

El primer movimiento es fuerte y masculino en carácter. Tres temas principales de la exposición están hábilmente combinados en la sección de desarrollo y se logran efectos casi orquestales en su recapitulación libremente modulada. En el segundo movimiento la melodía "Verstohlen geht der Mond auf", que Brahms creía un antiguo Minnelied alemán pero que en realidad lo escribió Zuccamaglio en 1840, brinda la base, bajo la forma de una melodía dividida entre cantante y coro, para un conjunto de cuatro variaciones. Primero en menor se avivan posteriormente en modalidad, cambian a mayor, y al final hay una canción de cierre de delicada arte con figuras que se mueven en canon sobre una nota de pedal. Mientras que en el Scherzo tenemos una pieza romántica de música de cacería con octavas deslizantes, el Finale, en forma de rondó abreviado, es un estudio brillante en agitada excitación, cerrando con una impresionante coda.

 

Sonata para piano Nº 1 en Do Mayor, Op. 1
Rubén Ramiro