*Act II, Scene III: Pas de deux (The Sugar-Plum Fairy and Prince Orcharde); Varlation II; Apotheosis.

DICIEMBRE...

EL CASCANUECES

El cascanueces, Op. 71

El espíritu fantasioso y navideño de “El cascanueces” lo hace ideal para que año tras año se represente en víspera oportuna y en varias ciudades del mundo esta bella obra de Peter Ilich Tchaikovsky.

uando le fue presentada por vez primera por Marius Petipa (Maitre de ballet del Teatro Imperial) la idea de El Cascanueces, Tchaikovsky reaccionó con apatía. El argumento, un bello cuento de Navidad, había sido realizado, en base a la versión adaptada de Alejandro Dumas del cuento romántico de Ernest Theodor Amadeus Hoffmann (el mismo que inspiró a Offenbach en su última ópera Los cuentos de Hoffman), El Cascanueces y el Rey de los ratones. A despecho de la frialdad de Tchaikovsky hacia el proyecto, el autocrático Marius Petipa insistió en continuar con él y se presentó al compositor con una detallada sinopsis de sus requerimientos:

1. Música grata al oído. 64 compases.

2. El árbol de Navidad encendido. Música chispeante. 8 compases.

3. Los chicos entran. Música animada y jubilosa. 24 compases.

4. Momento de sorpresa y animación. Unos pocos compases de trémolo.

5. Una marcha. 64 compases.

6. Entrada de los incroyables (increíbles). 16 compases, rococó (tempo de minuet).

7. Galopa.

Las instrucciones fueron dadas de esta manera, incluyendo el tempo y tiempo signado a cada episodio. Por fin Tchaikovsky fue convencido y se dispuso a iniciar la tarea.

En su casa de Frolovskoye, Tchaikovsky empezó a trabajar en El Cascanueces en enero de 1891, y la idea inmediatamente comenzó a hacerse más atractiva en él. Decía a su hermano Modesto, "Estoy trabajando con todas mis fuerzas, y estoy empezando a reconciliarme con el tema del ballet. Yo pienso que podré terminarlo antes de mi partida". Una inscripción en el manuscrito señala que el Vals de las Flores fue comenzado el 9 de marzo. Dos días después partió para Moscú, para comenzar así un largo viaje cuyo destino sería Nueva York, para participar en las ceremonias de inauguración del Carnegie Hall.

Si Tchaikovsky esperaba trabajar en el ballet durante su estadía en América, sus aspiraciones estuvieron muy lejos de materializarse, porque ni bien llegó a Nueva York, le fue ofrecido dirigir una serie de conciertos más a los estipulados con anterioridad, a realizarse en otras ciudades americanas.

Pese a todo, el viaje también contribuyo a la composición del ballet, pues a su paso por París, Tchaikovsky, descubrió el instrumento, que de acuerdo a su propia descripción era "algo que se encontraba entre el piano y el glockenspiel, con un divino y hermoso tono" y es así que pidió a Jürgenson, su editor, que le comprase uno. Ese instrumento era llamado celesta, y era hasta ese momento desconocido en Rusia. "Yo no necesito de Ud. para mostrar este instrumento a todo el mundo", advirtió Tchaikovsky en tono cauteloso, "porque estoy temeroso que Rimski-Kórsakov o Glazounov lo usen y me saquen ventaja en su uso". Tchaikovsky pudo guardar el secreto y darlo a conocer en la colorida orquestación de la Danza del Hada Confite. En la partitura original, justamente antes de la entrada de la celesta, hay una nota: "L'artiste qui remplira cette partie devra être un bon pianiste" ("El músico que toque esta parte deberá ser un buen pianista").

En junio de 1891, Tchaikovsky regresa a su patria, y El Cascanueces progresó rápidamente. El borrador fue completado el 7 de julio, y el compositor empezó a trabajar inmediatamente en su ópera Yolanda, la que fuera escrita paralelamente con el ballet. A Modesto, que había escrito el libreto, le decía en una carta: "Es extraño que cuando estaba componiendo el ballet yo estaba con la idea que no era muy bueno, hasta que comencé a escribir la ópera y me di cuenta que el ballet era muy bueno, pero la ópera no tanto”.

Las dos obras, Yolanda y El Cascanueces, fueron estrenadas en un ensayo hecho con artistas vestidos con sus ropas de actuar, en presencia del Zar Alejandro III, el 17 de diciembre de 1892. Los preparativos para la función no estuvieron exentos de contrariedades. Marius Petipa, después de todas sus rigurosas demandas, se enfermó antes de que los ensayos comenzaran, y la puesta del ballet tuvo que ser acabada por su asistente, Lev Ivanov. Ivanov, que también era un coreógrafo muy talentoso, parecía no tener la misma visión clara que Marius Petipa del ballet y Modesto Tchaikovsky dispuso que las partes principales fueran hechas por Marius Petipa. Alejandro III fue deleitado con el ballet, pero la crítica no. Tchaikovsky describe la reacción de la gente en la noche del estreno en público en una carta fechada el 17 de febrero de 1893 a un joven compositor llamado George Edwardovich Conus: "La ópera evidentemente fue muy bien recibida, en cambio el ballet no... Los diarios me critican muy cruelmente".

Algunas razones han existido para el limitado suceso del ballet: el surgimiento del romanticismo germano, el motivo del cuento (que no era ni familiar ni congénito al auditorio), y la forma del ballet que era algo diferente a la del ballet convencional, especialmente si se le compara con la de los dos ballets anteriores de Tchaikovsky, El lago de los cisnes y La bella durmiente. El ballet requiere excelente danza desde el principio al fin, y el auditorio, en caso contrario puede ponerse impaciente (como en El Cascanueces) esperando el último acto para el único grande y tradicional “pas de deux” en el ballet. También era inusual, y quizás ofensivo para algunos, la aparición de los niños de una manera tan natural. Pero pese a todas estas cosas, el ballet fue objetado por su música, y es así que Tchaikovsky la arregló, tomando la forma de la Suite Nº. 1, como es conocida hoy. El hecho de que Yolanda no sea conocida afuera de la Unión Soviética parece indicar una concurrencia general con Tchaikovsky en su capacidad de comparación y estimación de sus cualidades.


Resumen argumental

Prólogo

Es la víspera de Navidad. Los hijos del doctor Stahlbaum: el pequeño Fritz, Mary, Luisa y su novio Hans, y otros ciudadanos, se muestran muy contentos por la fiesta tan esperada.

Luchando con las ráfagas de viento, que llegan a arrancar el gorro de su cabeza, el respetable juez Drosselmeier, corre hacia la casa de los Stahlbaum, de cuyos hijos es padrino.


Acto I

Cuadro I: Árbol de Navidad

En la casa de los Stahlbaum ya está todo preparado para la fiesta. Los niños están encantados con los regalos. Los adultos se ponen las máscaras y escenifican un cuento para los más pequeños. En ese cuento, una repulsiva Ratonilda (interpretada por el doctor Stahlbaum) se acerca a la bella princesa Pirlipat (Señora Stahlbaum) y acaricia su preciosa carita. ¡Qué horror! Su cara se convierte en seguida en vieja y fea. Entonces, el maravilloso Príncipe (el juez Drosselmeier), pelea valientemente con Ratonilda. ¡Victoria! La princesa vuelve a ser preciosa. Pero antes de perder su fuerza, Ratonilda consigue arañar la cara del Príncipe, quien en seguida, pierde toda su belleza convirtiéndose en un Cascanueces. La Princesa Pirlipat, entonces, le retira su atención y mira hacia otro lado.

Mary, emocionada con el espectáculo, olvida que se trata de un cuento y con lágrimas en los ojos corre a tranquilizar al Cascanueces.

Drosselmeier regala a Mary y a Fritz nuevos juguetes: una muñeca que baila y una Polichinela. Los niños presentan sus juguetes viejos a los nuevos. ¡¿Pero qué pasa?! Delante de los niños baila el Cascanueces del cuento que acaban de presenciar. Pero resulta que es Drosselmeier quien mueve las manos y las piernas del muñeco. Drosselmeier se lo regala a Mary, pero Fritz se pone la máscara del ratón y hace como si quisiera romper al Cascanueces. La bondadosa niña, con cuidado, coloca a Cascanueces debajo del árbol de Navidad, junto a los demás juguetes.

La fiesta de Navidad termina con el anuncio de boda entre Luisa y Hans. A felicitar a los novios vinieron todos los abuelos. La fiesta ha terminado. Los enamorados no quieren separarse, los niños, a regañadientes, se van a dormir...


Cuadro II: El sueño de Mary

Mary regresa al salón para poder ver otra vez el maravilloso árbol y los regalos: en la oscuridad, la niña se duerme.

El árbol irradia luz mágica, los muñecos cobran vida. Del árbol comienzan a salir los malvados ratones: el último es uno repulsivo y tiene siete cabezas. En cada una de ellas lleva una corona; es el Príncipe de los Ratones. Su madre, la cruel reina Ratonilda intenta casarle con Mary. Mary está aterrada.

El valiente Cascanueces, al cobrar vida, toma el mando del ejército de juguetes y entra en batalla contra los ratones. El Cascanueces atraviesa con su espada al Príncipe. Furiosa, Ratonilda se lanza hacia Cascanueces, pero Mary le defiende valerosamente. Los ratones huyen. Mary y el Cascanueces se quedan a solas.


Cuadro III: El Valle nevado

El Cascanueces se convierte en un precioso Príncipe y declara su amor a Mary. Los copos de nieve, obedeciendo a Drosselmeier, bailan un vals en honor de los enamorados.


Acto II

Cuadro IV: El viaje por el río rosa

El maravilloso sueño de Mary continúa. El Príncipe la guía. A la pareja de enamorados les acompaña Drosselmeier. El peligro todavía no ha desaparecido: la cruel Ratonilda les sigue. Pero Drosselmeier no permite que se acerque a los enamorados y la ahuyenta.

El Príncipe y Mary llegan a la puerta de la mágica ciudad de Konfiturenburg. Cuatro jóvenes les reciben con honores.

Aparece Ratonilda y el valiente Príncipe lucha con ella y la vence, poniendo a los pies de su amor la corona de oro de los ratones. A un gesto de Drosselmeier aparece una mágica luz y la feliz pareja entra en la ciudad.


Cuadro V: La Ciudad de los dulces (Konfiturenburg)

Los habitantes de la ciudad de los dulces organizan para Mary y el Príncipe Cascanueces una extraordinaria fiesta. Para los enamorados bailan Chocolate, Café y Té. Después de ellos Papá Noel, Snegurochka, el Muñeco de Nieve, los Pastorcitos y el Limpiador de chimeneas. Drosselmeier baila con los habitantes de la ciudad, cuyas ropas parecen estar hechas de nata montada. El anuncio del noviazgo de Mary y el Príncipe Cascanueces se termina con un gran vals.


Epílogo

Ha terminado la noche de Navidad y con ella el “sueño”. Mary y Fritz juegan con el muñeco Cascanueces. Llega Drosselmeier en compañía de su sobrino, que se parece como dos gotas de agua al Príncipe Cascanueces del sueño de Mary. El muñeco se queda en las manos de Fritz. Mary,  sorprendida por el enorme parecido, va hacia el joven  Drosselmeier y se abrazan.

La niñez ya ha pasado, ellos están en el umbral de la juventud. ¿Y quién sabe si se cumplirán los sueños de la mágica noche de Navidad?


El Cascanueces

Opera de Paris
Elisabeth Maurin - Laurent Hilaire
1989