*Les oiseaux dans la charmille; Ta mere; Belle nuit.

NOVIEMBRE...

LOS CUENTOS DE HOFFMANN

Los cuentos de Hoffmann

os cuentos de Hoffmann es la única ópera seria escrita por Jacques Offenbach, y su contenido sintetiza los más altos valores de este inspirado autor de óperas bufas, operetas y oberturas festivas, que quiso elevar los alcances de su obra con la creación de esta ambiciosa expresión lírica.

La ópera está basada en un libreto de Barbier y Carré, que se inspira a su vez en tres fantásticas historias del poeta alemán Ernest Theodor Amadeus Hoffmann (el mismo Hoffmann es un personaje de la ópera, hecho que se repetía en muchas de sus historias). Los cuentos en los que se basa la ópera son Der Sandmann, Rath Krespel, y Das verlorene Spiegelbild, cuyos relatos gozaron de intensa popularidad en el siglo XIX.

La ópera fue escrita en 1880, el mismo año de la muerte del autor, quien falleció pocos meses antes de que Los cuentos de Hoffmann anotara su estreno (acontecimiento que tuvo lugar en la Opéra-Comique, de París, el 10 de febrero de 1881). Este curioso designio del destino, que privó al compositor de presenciar la primera representación de su creación máxima, considerada por la crítica como su obra maestra, e interrumpió también los futuros planes de Offenbach, empecinado en su propia superación.

La idea para Los cuentos de Hoffmann fue concebida en la mente de Offenbach durante una visita realizada a América en 1876, cuando recordó una obra de Barbier y Carré que había visto en el teatro Odéon de París, en 1851. Al volver, vio que Barbier había adaptado la obra para el compositor Hector Salomon, quien al final cedió el libreto a Offenbach. El trabajo fue lento, ya que al mismo tiempo producía nuevas operetas y supervisaba nuevos montajes de éxitos anteriores. Su salud comenzó a declinar, pero el 18 de mayo de 1879 ofreció en su casa una lectura privada de Los cuentos de Hoffmann, a la que asistió el director de la Opéra-Comique, Léon Carvalho, y Herr Jauner, del Ringtheater de Viena.

Offenbach concedió los derechos a la Opéra-Comique y llegó a presenciar varios ensayos antes de su deceso. Había terminado una partitura de piano y orquestado el prólogo y el primer acto, dejando un bosquejo de la orquestación de los demás actos, los cuales completó el compositor y profesor de música francés de origen americano, Ernest Guiraud, quien también compuso los recitativos usados tradicionalmente en lugar del diálogo original escrito por Offenbach.

En la primera función, el 10 de febrero de 1881, la escena de Venecia se omitió enteramente y la barcarola se usó en la escena de Antonia. Más tarde, en el estreno en Viena, se recuperó la escena de Giulietta, pero se cambió el final de modo que en lugar de morir envenenada, zarpaba en una góndola.

La música de Los cuentos de Hoffmann, sin pretender revolucionar los anales del teatro lírico, posee una fuerza y seducción irresistibles, apareciendo trozos como Les oiseaux dans la Charmille -que canta la soprano, exhibiendo los prodigios propios del registro "coloratura"- o la popularizada Barcarola -que se entona en los comienzos del segundo acto-, como modelos que identifican la gracia y el encanto de los temas de Offenbach, cuya finura, delicadeza temperamental y sutilísima fantasía, se adaptan admirablemente a la caprichosa atmósfera de los célebres cuentos del poeta alemán.

Una versión cinematográfica de la obra fue rodada en 1951, en Londres, renovando el interés despertado en su hora por esta ópera, y evidenciando una vez más sus valores líricos.


Resumen argumental

Acto I

n la cervecería de Luther, en Nüremberg, cercana al teatro de la ópera en donde la celebrada cantante Stella interpreta Don Giovanni, los clientes piden cerveza y vino. Entra Lindorf, un hombre casado, que corteja a Stella y soborna a su criado, Andreas, para que le dé una carta, que Stella ha enviado a Hoffmann, en la que está incluida la llave de su habitación; Lindorf tiene el propósito de sustituir a Hoffmann.

Entra Luther con unos camareros a preparar el lugar para un grupo de estudiantes, que llegan enseguida, cantando vigorosamente, dirigidos por Hermann y Nathaniel. Éste propone un brindis a Stella, y después él y Hermann preguntan a Luther por Hoffmann; en este preciso momento llega Hoffmann con su amigo Nicklaus, quien irónicamente se refiere a la música de la canción de Leporello en Don Giovanni y aplica la letra al modo cómo le cansan las aventuras permanentes de Hoffmann: "Notte e giorno faticar".

Hoffmann, al principio tiene un aire reflexivo. Respondiendo a las peticiones de los circunstantes, canta un aire cómico sobre un enano, Kleinzach, pero su inspiración romántica le lleva, en medio de la canción, por otro camino, y canta su afán en pos del amor. Poco después Hoffmann ve a Lindorf, que se burla de él; Hoffmann reconoce en Lindorf las fuerzas del mal, que siempre le han acosado, y ambos intercambian insultos. La conversación se centra ahora en las amigas de los estudiantes: Hoffmann habla de sus tres amores (todos ellos personificados en Stella). Desatendiendo el aviso de Luther de que el telón va a levantarse para el siguiente acto de la ópera, los estudiantes se disponen a escuchar el relato de los tres amores de Hoffmann... "El primero se llamaba Olympia...".


Acto II

En París, el físico e inventor Spalanzani se jacta de su "hija", Olympia. Hoffmann, que ha sido discípulo de Spalanzani y está prendado de Olympia, entra en la sala. Spalanzani, después de haber dado órdenes a su sirviente, Cochenille, deja solo a Hoffmann, quien atisba a través de una cortina y ve a Olympia, aparentemente dormida. Arrobado, canta: "Ah! vivre deux!" ("Ah! Vivir los dos"). Entra ahora Nicklaus y dice a Hoffmann que el único interés de Spalanzani es la ciencia y que construye muñecas que parecen vivientes: "Une poupée aux yeux d'émail" ("Una muñeca con los ojos de esmalte").

Pero Hoffmann se niega a creer lo que le dicen. Entra Coppelius, un inventor rival de Spalanzani, y canta acerca de sus objetos científicos y vende a Hoffmann un par de "ojos" mágicos a través de los cuales Olympia parece aún más maravillosa. Regresa Spalanzani, y, sin ser oído por Hoffmann, Coppelius le reclama la parte que le corresponde de lo que Spalanzani ha ganado o gane con Olympia, pues los ojos los hizo Coppelius. Spalanzani paga a Coppelius con un cheque librado contra un banquero que está en bancarrota.

Llegan ahora los invitados para la presentación de Olympia. Nicklaus y Hoffmann esperan ansiosamente ver a la bella muchacha, que pronto es presentada por Spalanzani para admiración de todos, especialmente de Hoffmann. Spalanzani anuncia que Olympia va a cantar con acompañamiento de arpa. Canta entonces un aria coloratura, "Les oiseaux dans la charmille" ("Los pájaros en la enramada"), pero hay un momento en medio de la canción en que Spalanzani tiene que acercarse presurosamente a Olympia para dar cuerda al mecanismo. Hoffmann, entusiasmado y sin darse cuenta de lo que es Olympia, quiere invitarla a cenar, pero el inventor pretexta una excusa. Se marchan los invitados y Hoffmann, a solas con Olympia, le canta amorosamente; cuando toca su hombro, recibe una respuesta mecánica. Por fin, él toma su mano; ella se levanta, se mueve en varias direcciones y sale rápidamente de allí, con la consternación consiguiente de Hoffmann. Entra Nicklaus y trata de hacer saber a Hoffmann la verdad sobre Olympia, pero Hoffmann se niega a escucharlo.

Llega ahora Coppelius; ha comprobado que el cheque de Spalanzani no tiene valor y viene dispuesto a vengarse. Desaparece para ocultarse en la habitación de Olympia y espera que ella llegue. Vuelven los invitados y el baile comienza de nuevo. Hoffmann toma a Olympia por pareja; danzan durante un rato, pero la muñeca gira cada vez con más rapidez hasta que Spalanzani le da un golpecito y la detiene (después de que Nicklaus había intentado hacerlo sin conseguirlo), Hoffmann está exhausto y aturdido; sus lentes (los "ojos" que le dio Coppelius) se han roto. Mientras, se oye en el interior de la casa un ruido de maquinaria rota: Coppelius ha destrozado a Olympia. Hoffmann, horrorizado, se da cuenta entonces de que se había enamorado de una muñeca mecánica. Mientras Coppelius y Spalanzani se cubren mutuamente de insultos, los invitados se burlan del desilusionado Hoffmann.


Acto III

El segundo relato de Hoffmann tiene lugar en Venecia. La escena, en un palacio desde el que se divisa el Gran Canal; Nicklaus y la cortesana Giuletta cantan la famosa barcarola con la concurrencia de un numeroso grupo de asistentes. Hoffmann canta ahora un alegre brindis: "Amis, I'amour tendre" ("Amigos, el tierno amor"). Hoffmann ama a Giuletta, pero ella está ahora ligada a Schlemil. Giuletta presenta Hoffmann a Schlemil y a otro de sus admiradores, Pittichinaccio, y propone que jueguen a las cartas.

Quedan solos Nicklaus y Hoffmann; Nicklaus advierte a su amigo que no cometa locuras; pero Hoffmann está perdidamente enamorado de Giuletta y no se deja convencer fácilmente. Cuando se marchan, Dapertutto, un hechicero que utiliza Giulietta para esclavizar a sus víctimas, entra en escena. Ya ha conseguido atrapar a Schlemil y ahora quiere hacer lo mismo con Hoffmann. Y exhibe el diamante con el que una vez más sobornará a Giuletta para que haga su voluntad: "Scintille, diamant" ("Brilla, diamante").

Aparece Giuletta y Dapertutto le pide que cautive a Hoffmann, para que él a su vez pueda capturar su alma robando su imagen en el espejo. Hoffmann, que llega cuando sale Dapertutto, canta apasionadamente su amor por Giulietta. Ella le previene de los celos de Schlemil, pero dice que es a él, Hoffmann, a quien ama; después hace que se mire en el espejo para que cuando él se marche, ella pueda retener su imagen. Él, confuso, asiente, sin embargo.

Aparecen ahora Schlemil con Pittichinaccio, Nicklaus, Dapertutto y otras personas. Dapertutto muestra a Hoffmann un espejo y el poeta se llena de espanto al comprobar que su imagen no se refleja en él. Nicklaus trata en vano de llevarse de allí a Hoffmann, quien dice en alta voz que ama y odia a la vez a Giulietta, lo que provoca en los asistentes comentarios sobre lo que está ocurriendo. Ahora en diálogo hablado, en tanto que la barcarola se escucha como fondo de la escena, Hoffmann pide a Schlemil la llave del aposento de Giulietta; los dos hombres luchan, Hoffmann arrebata a Dapertutto su espada y con ella da muerte a Schlemil. Hoffmann se apodera de la llave y corre hacia la habitación de Giulietta, pero regresa en tanto que Giulietta se acerca por el Canal en una góndola. Pero, en lugar de aceptar a Hoffmann, lo abandona entregándolo como víctima a Dapertutto, y acepta a Pittichinaccio. Nicklaus se lleva al desilusionado Hoffmann.


Acto IV

La tercer historia sucede en Munich. Antonia, de la que Hoffmann está enamorado, sentada ante un clave, canta una triste canción: "Elle a fui, la tourterelle" ("Ha huido la tortolita"). Crespel, su padre, entra y le recuerda su promesa de no cantar, pues ha heredado de su madre una bella voz, pero también una terrible enfermedad, la tuberculosis, que se agrava si canta. Antonia se marcha, después de renovar su promesa. Crespel, molesto porque la insistencia de Hoffmann perturba la paz de espíritu de su hija, ordena a su criado Franz, que es sordo, que no deje entrar a Hoffmann en la casa. Después de una canción cómica por parte de Franz, entra Hoffmann acompañado de Nicklaus, y Franz, desobedeciendo a su amo le deja entrar.

Hoffmann inicia el dúo amoroso que él y Antonia solían cantar. Entra Antonia y se abraza apasionadamente con Hoffmann; Nicklaus les deja solos. Antonia refiere que le han prohibido cantar, pero él insiste en que lo haga; ella se pone en clave y ambos cantan el dúo que había iniciado Hoffrnann. Al final del dúo ella desfallece y al oír a su padre se marcha a su habitación, en tanto que Hoffmann se esconde.

Entra Franz y anuncia al Dr. Miracle. Crespel ordena al criado que no le haga pasar, porque no quiere que el tratamiento del médico cause la muerte de su hija como ocurrió ya con su esposa. Pero Miracle entra e insiste en tratar a Antonia, ante el temor de Crespel y de Hoffmann, que permanece escondido. Por artes mágicas diagnostica la enfermedad de Antonia en ausencia de la paciente, y a pesar de las ásperas protestas de Crespel, receta el remedio. Y como si oyera el mandato de Miracle, "Chantez" ("Cantad"), Antonia escucha entre bastidores su propia voz. Miracle no se inmuta ante los furiosos intentos de Crespel para arrojarlo de allí, y vuelve atravesando el muro cuando Crespel ha conseguido echarlos. Finalmente se marcha, seguido por Crespel.

Antonia vuelve y se encuentra a Hoffmann solo. Antes de marcharse el poeta dice a su amada que debe olvidar sus sueños de llegar a ser una gran cantante. Ella accede a no volver a cantar jamás ("Je ne chanterais plus"). Vuelve ahora el doctor Miracle como por arte de magia y dice que un talento como el de Antonia no debe perderse y le pinta un porvenir maravilloso como cantante. Antonia, llena de confusión, mira hacia el retrato de su madre, pidiéndole ayuda. El retrato cobra vida y habla a la muchacha, ordenándole que cante, mientras Miracle toca endiabladamente el violín. Al final, Miracle desaparece en la tierra, el retrato recobra su forma natural y Antonia cae el suelo moribunda.

Entra Crespel a tiempo de cambiar unas pocas palabras con su hija antes de que muera. Cuando aparece Hoffmann, Crespel le acusa de ser el causante de la muerte de Antonia. Hoffmann se limita a decir a Nicklaus que llame a un médico y Miracle aparece como respuesta a la llamada. Miracle declara la muerte de Antonia.


Acto V

De nuevo en la taberna de Luther, Hoffmann dice a sus amigos que sus relatos han terminado. A lo lejos, se escuchan aplausos y vítores que Luther dice aclaman a Stella. Lindorf se marcha. En respuesta a unas palabras de Nathaniel, Nicklaus dice que Stella es la encarnación de Olympia, Antonia y Giulietta, y todos brindan por ella. Al principio esto causa la irritación de Hoffmann, pero después piensa que olvidarse de sus sufrimientos es lo mejor que puede hacer. Los estudiantes se marchan, dejando a Hoffmann caído sobre la mesa, totalmente borracho. En una visión se le aparece la musa de la poesía y le dice que dedique a ella su vida, a lo que Hoffmann accede lleno de alegría.

Entra Stella y ve a Hoffmann. Nicklaus le dice que el poeta está borracho. Lindorf entra y atrae hacia él a la cantante. La obra concluye mientras se escuchan de nuevo las voces de los estudiantes que entonan un alegre brindis.


Texto en español y francés.

   Personajes

 

HOFFMANN                                         Joven Poeta                                                Tenor

NICKLAUSSE                                Amigo de Hoffmann                               Mezzosoprano

STELLA                                               Cantante                                                Soprano

LINDORF                                Diabólico Rival de Hoffmann                                 Barítono

LA MUSA                                      Musa de Hoffmann                                         Soprano

OLIMPIA                                        Muñeca Mecánica                                Soprano Ligera

SPALANZANI                            Constructor de Olimpia                                          Tenor

COPPELIUS                        Diabólico Constructor de Olimpia                        Bajo Barítono

JULIETA                                    Cortesana Veneciana                        Soprano Dramática

DAPERTUTTO                        Diabólico Protector de Julieta                                 Barítono

PITICHINACCIO                             Criado de Julieta                                  Tenor Cómico

ANTONIA                                 Enamorada de Hoffmann                                     Soprano

CRESPEL                                       Padre de Antonia                                              Tenor

Dr. MIRACLE                          Diabólico Doctor de Antonia                                  Barítono

 

La acción se desarrolla en Núremberg (Actos I, V ), París (Acto II),

Venecia (Acto III) y Munich (Acto IV) a finales del siglo XIX.

PRIMER  ACTO

(Prólogo)

 

(Núremberg. Taberna de maese

Luther, una típica taberna

alemana, contigua al teatro. Al

fondo, a la derecha, una gran

puerta que da a la calle. A la

izquierda una ventana con vidriera.

En medio de la taberna, una gran

cantidad de toneles simétricamente

dispuestos y , en el centro de

todos, un enorme tonel coronado

con la efigie de un pequeño Baco

con una banderola en la que se

puede leer: "Al tonel de Núremberg".

Junto a los toneles de cerveza

hay estantes adornados con botellas

de variadas formas. Dispersos,

mesas y bancos. Adosado a todo

lo largo de las paredes hay un

banco de madera Es de noche, la

escena está iluminada por rayos

de luna. ) 

 

CORO INVISIBLE

(espíritus del vino y cerveza)

¡Glug! ¡Glug! ¡Glug!, yo soy el vino.

¡Glug! ¡Glug! ¡Glug!, yo la cerveza.

¡Glug! ¡Glug! ¡Glug!,

somos los amigos de los hombres;

desterramos de aquí

la melancolía y las preocupaciones...

¡Glug! ¡Glug! ¡Glug!

 

LA MUSA 

Dicen que la Verdad salía de un pozo.

La Musa, si me lo permitís,

saldrá de un tonel,

dejándose el engorro

de encontrar una excusa

para toda la gente de bien

que no bebe agua.

Aquí nacen los sueños por millares,

entre el humo y el vino añejo

de oscuras bodegas.

¡Aquí fui amada por Hoffmann!

Ella está en escena;

el mundo la aclama;

el divino Mozart

le proporciona a sus acentos,

ese fuego engañoso,

esa ardiente flama que antaño

abrasó los sentidos de Hoffmann.

¡Quiero que él repudie todo amor

y que me pertenezca sólo a mí!

Botellas y toneles, secundad mi labor;

vuestra embriaguez hace olvidar.

 

(Se encienden las luces.)

 

LINDORF

(a Andrés, con irritación

cuando hace su entrada)

Soy el consejero Lindorf, ¡diablos!

¿Tú no conoces al consejero Lindorf?

 

ANDRÉS

¡No!

 

LINDORF

¿Así que tú perteneces a Stella?

 

ANDRÉS

Sí.

 

LINDORF

¿No viene ella de Milán?

 

ANDRÉS

Sí.

 

LINDORF

¿Ama ella a alguien?

 

ANDRÉS

(tendiendo la mano para pedirle

dinero, más y más optimista):

Sí.

 

LINDORF

¿Hoffmann?

 

ANDRÉS

Sí.

 

LINDORF

¡Dame esa carta!

 

(Andrés Le entrega la carta y

recibe a cambio diez táleros.)

 

¡Toma... y vete al diablo!

 

ANDRÉS

(decepcionado, saliendo)

Sí.

 

LINDORF

Veamos si el ama

es tan parca como el criado.

¡Vaya! Una llave.

 

(Abre la carta)

 

"Querido Hoffmann,

te espero dentro de dos horas,

tras la representación.

Te amo. Stella".

 

¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Oh, las mujeres!

No, esto no ocurrirá,

querida prima donna,

dentro de dos horas

el consejero Lindorf

será quien abra discretamente

la puerta de vuestro perfumado nido.

Sé que soy lamentable en el papel

de enamorado melancólico;

pero soy listo como el diablo,

¡como el diablo!

Mis ojos lanzan destellos,

tengo en todo mi físico

un satánico aspecto

que produce en los nervios

el efecto de una descarga eléctrica.

Por los nervios llego al corazón,

yo triunfo por el miedo.

Sí, querida prima donna,

cuando se es de belleza perfecta

debe desdeñarse a un poeta,

¡un poeta!

¡De ese perfumado nido,

que me lleve el diablo

si no consigo abrir la puerta!

Mi rival es amado, y yo no lo soy,

¿qué me importa?

¡Qué me importa!

Sin hablar de lo positivo,

¡soy viejo pero estoy vivo!

 

(mira su reloj)

 

¡Dos horas por delante!...

¡Si la memoria no me falla

es en esta taberna

donde con jóvenes alocados

Hoffmann viene a charlar y a beber!

¡Vigilémoslo

hasta el momento de la cita!

 

LUTHER

(entrando, con sus camareros)

¡Pronto! ¡Pronto! ¡Muévanse!

¡Los vasos! ¡Las jarras, las lámparas!

Los brindis seguirán a las flores.

¡Y a dar la bienvenida

a esa estrella del firmamento!

¡Rápido, mozos, rápido!

 

(Los camareros terminan de preparar

el salón. Se abre la puerta del fondo:

Nathanael, Hermann y un grupo de

estudiantes entran alegremente)

 

HERMANN, NATHANAEL, ESTUDIANTES

¡Drig, drig, drig, maese Luther!

¡Tizón del infierno!

¡Sírvenos cerveza, sírvenos tu vino!

¡Hasta el amanecer llena mi vaso!

¡Hasta que rompa el día

llena los vasos de estaño!

¡Vino! ¡Vino!

 

HERMANN

Luther es un buen hombre.

¡Viva la camaradería!

 

ESTUDIANTES

¡Viva la camaradería!

 

HERMANN

¡Mañana lo golpearemos!

¡Viva, la, la!

 

ESTUDIANTES

¡Viva , la, la!

¡Vino! ¡Vino!

 

LUTHER

¡Aquí está, señores, aquí está!

 

HERMANN

Su bodega es la de un buen amigo,

¡Viva la camaradería!

 

ESTUDIANTES

¡Viva la camaradería!

 

HERMANN

Mañana la saquearemos.

¡Viva, la, la!

 

ESTUDIANTES

¡Viva, la, la!

¡Vino! ¡Vino!

 

LUTHER

¡Aquí está, señores, aquí está!

 

NATHANAEL

Su mujer es una hija de Eva,

¡Viva la camaradería!

 

NATHANAEL, ESTUDIANTES

¡Viva la camaradería!

 

NATHANAEL

¡Mañana la raptaremos!

¡Viva, la, la!

 

NATHANAEL, ESTUDIANTES

¡Viva, la, la!

 

TODOS

Su mujer es una hija de Eva,

¡Viva la camaradería! ¡Viva, la, la!

¡Mañana la raptaremos!

¡Viva la camaradería! ¡Viva, la, la!

¡Vino! ¡Vino!

 

(Ruido de vasos.)

 

LUTHER

¡Aquí está, señores, aquí está!

 

TODOS

¡Hasta el amanecer llena mi vaso!

¡Hasta el amanecer!

¡Llena los jarros de estaño!

¡Danos vino!

 

NATHANAEL

¡Vive Dios, amigos míos!

¡Qué hermosa criatura!

¡Cómo da a la obra maestra de Mozart

el acento de una voz firme y segura!

¡Es la gracia de la naturaleza,

y es el triunfo del arte!

Que mi primer brindis sea para ella

¡Bebo por Stella!

 

TODOS

¡Viva! ¡Por Stella!

 

NATHANAEL

¿Cómo es que Hoffmann no está aquí

para festejar esta nueva estrella?

¡Eh! ¡Luther... gran tonel!

¿Qué has hecho de nuestro Hoffmann?

 

HERMANN

¡Es tu vino el que lo envenena!

¡Lo has matado, a fe de Hermann!

 

TODOS

¡Devuélvenos a Hoffmann!

 

LINDORF

(aparte)

¡Al diablo con vuestro Hoffmann!

 

NATHANAEL

¡Demonios!

¡Tráelo o este será tu último día!

 

LUTHER

¡Señores, acaba de abrir la puerta...

y Nicklausse viene con él!

 

TODOS

¡Viva! ¡Viva! ¡Es él!

 

LINDORF

¡Veamos que tal es!...

 

HOFFMANN

(entrando con Nicklausse,

con aire melancólico)

¡Buenos días, amigos!

 

NICKLAUSSE

¡Hola!

 

HOFFMANN

¡Un taburete, un vaso y una pipa!

 

NICKLAUSSE

¡Perdón, señor!

¡Sin contrariaros, yo bebo,

fumo y me siento como vos!...

¡Lugar para dos!

 

NATHANAEL

¡Es lo justo!

 

HERMANN, ESTUDIANTES

Sitio para los dos,

, haced sitio para los dos!

 

(Hoffmann y Nicklausse se sientan,

Hoffmann con la cabeza entre las

manos.)

 

NICKLAUSSE

(canturreando el aria de Leporello

en el Don Giovanni de Mozart)

Notte e giorno mal dormir...

 

(se ríe pero rápidamente se reprime

ante la mirada irritada de Hoffmann)

 

HOFFMANN

¡Cállate, por todos los diablos!

 

NICKLAUSSE

Sí, amo mío.

 

HERMANN

¡Oh! ¿Por qué esa cara de enojo?

 

NATHANAEL

Estás desconocido.

¿Has bebido una mala hierba?

 

HOFFMANN

¡Sí, una hierba seca

por el viento helado del norte!

 

NICKLAUSSE

¡Y allí, cerca de esa puerta,

hay un borracho que duerme!

 

HOFFMANN

¡Es verdad!

Ese pillo, me ha dado envidia.

¡A beber! ¡A beber!...

Y como él, durmamos en la calle.

 

HERMANN

¿Sin almohada?

 

HOFFMANN

¡La piedra!

 

NATHANAEL

¿Y sin techo?

 

HOFFMANN

¡El cielo!

 

NATHANAEL

¿Sin mantas?

 

HOFFMANN

¡La lluvia!

 

HERMANN

¿Acaso deliras, Hoffmann?

 

HOFFMANN

No, pero esta noche,

hace un rato, en el teatro...

 

TODOS

¿Y bien?

 

HOFFMANN

Me pareció volver a ver... ¡Bah!...

¿Por qué reabrir una antigua herida?

¡La vida es corta!...

Hay que alegrarla mientras dure.

¡Bebamos, cantemos y riamos...

sin pensar en el mañana!

 

NATHANAEL

Canta tú primero,

No te hagas de rogar...

te haremos coro.

 

TODOS

¡Te acompañaremos!

 

HOFFMANN

¡Sea!

 

NATHANAEL

Que sea algo alegre.

 

HERMANN

¡La canción de la rata!

 

NATHANAEL

¡No! Estoy harto de esa canción.

Mejor cantemos

la leyenda de Kleinzach.

 

ESTUDIANTES

¡Sí la leyenda de Kleinzach!

 

HOFFMANN

¡Sea por Kleinzach!

 

Había una vez

en la corte de Eisenach...

 

ESTUDIANTES

En la corte de Eisenach!

 

HOFFMANN

...un pequeño engendro

llamado Kleinzach!

 

ESTUDIANTES

¡Llamado Kleinzach!

 

HOFFMANN

Llevaba gorro militar,

y sus piernas hacían ¡Clic, clac!

¡Clic, clac! ¡Clic, clac!

¡Así era! ¡Así era ese Kleinzach!

 

ESTUDIANTES

¡Clic, clac!

 

HOFFMANN

¡Clic, clac!

 

TODOS

¡Así era, así era ese Kleinzach!

 

HOFFMANN

¡Tenía una giba a guisa de estómago!

 

ESTUDIANTES

¡A guisa de estómago!

 

HOFFMANN

¡Sus pies sarmentosos

parecían emerger de un saco!

 

ESTUDIANTES

¡Parecían emerger de un saco!

 

HOFFMANN

Su nariz estaba negra de tabaco,

y su cabeza hacía ¡Cric, crac!

Cric, crac, cric, crac!

¡Así era, así era ese Kleinzach!

 

ESTUDIANTES

¡Cric, crac!

 

HOFFMANN

¡Cric, crac!

 

TODOS

¡Así era, así era ese Kleinzach!

 

HOFFMANN

En cuanto a los rasgos de su rostro...

 

(Parece quedar poco a poco absorto

en su recuerdo.)

 

ESTUDIANTES

En cuanto a los rasgos de su rostro...

 

HOFFMANN

En cuanto a los rasgos de su rostro...

 

(Se levanta.)

 

¡Ah! su rostro era encantador.

Lo estoy viendo, bello como el día

en que, corriendo en pos de ella,

abandoné como un loco

la casa paterna

y huí a través valles y bosques.

Sus cabellos, en oscuras lazadas,

sobre su elegante cuello

proyectaban cálidas sombras.

Sus ojos, nimbados de azul,

lanzaban a su alrededor

una luz fresca y pura

y, cuando nuestro carruaje llevaba

suavemente nuestros corazones

y nuestros amores,

su voz vibrante y dulce

lanzaba a los cielos que la escuchaban

una canción cuyo eterno eco

aun resuena en mi corazón

 

NATHANAEL

¡Oh, cabeza loca!

¿A quién diablos estás pintado?...

¿A Kleinzach?

 

HOFFMANN

¿Kleinzach?

¡Hablo de ella!

 

NATHANAEL

¿De quién?

 

HOFFMANN

(volviendo a la tierra)

¡No!... ¡Nada! Mi mente se confundía.

¡Nada!... Y Kleinzach vale más

por muy deforme que sea.

 

Cuando bebía demasiada ginebra

o aguardiente...

 

ESTUDIANTES

¡Ginebra o aguardiente!

 

HOFFMANN

... ¡había que ver flotar

los faldones de su frac!

 

ESTUDIANTES

Los faldones de su frac...

 

HOFFMANN

... como hierbas en un lago,

¡y el monstruo hacía flic, flac!

¡Flic, flac! ¡Flic, flac!

¡Así era, así era ese Kleinzach!

 

ESTUDIANTES

¡Flic, flac!

 

HOFFMANN

¡Flic, flac!

 

TODOS

¡Así era, así era ese Kleinzach

 

(ruidosos aplausos)

 

HOFFMANN

¡Puah!... ¡Esta cerveza es detestable!

¡Que el ponche nos ilumine!

 

ESTUDIANTES

¡Que el ponche nos ilumine!

 

HOFFMANN

¡Embriaguémonos!

 

ESTUDIANTES

¡Embriaguémonos!

 

HOFFMANN

¡Y que los más locos

rueden bajo las mesas!

 

ESTUDIANTES

¡Y que los más locos

rueden bajo las mesas!

Luther es un buen hombre.

¡Viva la camaradería!

¡Viva, la, la! ¡Mañana lo golpearemos!

¡Viva la camaradería! ¡Viva, la, la!

Su bodega es la de un buen amigo.

¡Viva la camaradería! ¡Viva, la, la!

Mañana la saquearemos.

¡Viva la camaradería! ¡Viva, la, la!

 

(Las luces se apagan.)

 

NICKLAUSSE

¡En buena hora!

Comportémonos como hombres

razonables y prácticos...

¡Abajo los corazones tristes!

 

NATHANAEL

¡Creo que Hoffmann está enamorado!

 

HOFFMANN

Enamorado... que me lleve el diablo

si alguna vez lo estoy...

 

LINDORF

¡Eh! ¡Eh! ¡Eh!

La apuesta es grande...

No hay que jurar en vano.

 

HOFFMANN

¿Qué?

 

(Reconociendo a Lindorf.)

 

¡Cuando se habla del diablo

aparecen sus cuernos!

 

NICKLAUSSE

(a Lindorf)

Perdón... esa peluca

¿Es acaso el casto regalo

de una esposa amable?

 

ESTUDIANTES

¡Respeto a los maridos!

¡No nos burlemos de ellos!

¡Un día estaremos del mismo lado!

 

HOFFMANN

(con sorna)

¿Y por medio de qué brujería

ha entrado aquí

ese pájaro de mal agüero?

 

LINDORF

(incorporándose y con sorna)

¡Por la puerta,

mientras estabais borracho

¡estimada cicuta en flor!

 

HOFFMANN

Como Anselmus, qué maravilla,

¿venís a refrenarme,

estimado autor de mis penas?

 

LINDORF

Me tomáis por tonto...

¡El mal vino se pone en jarra,

estimado charlatán!

 

HOFFMANN

Entonces, si eso es cierto,

¿es que vos lo bebéis, querido botijo?

 

LINDORF

¡Si lo bebiese, lo pagaría,

estimado charlatán de garito!

 

HOFFMANN

¿Con el dinero que me robáis,

estimado usurero?

 

LINDORF

¡Suponiendo que un bohemio

tenga alguna cosa de valor, querido!

 

HOFFMANN

(levantando su vaso):

¡Por vuestra señora esposa,

estimado secuaz de Lucifer!

 

LINDORF

(haciendo lo mismo)

¡Por mi alma, que esto la hará morir,

estimado prófugo del infierno!

 

HOFFMANN

¡Estimado secuaz de Lucifer!

 

LINDORF

¡Estimado prófugo del infierno!

 

(Beben.)

 

NICKLAUSSE

¡Simple intercambio de cumplidos!

¡Como a la sombra de los bosques,

dos pastores, por sus amadas,

alternaban cantos y piropos!

 

NICKLAUSSE, ESTUDIANTES

¡Alternaban cantos y piropos!

 

HOFFMANN

(a Nicklausse)

¡Os digo que un mal me amenaza!

 

(Señalando a Lindorf con el dedo.)

 

Nunca lo he encontrado frente a frente

sin que me ocurriera una desgracia.

¡Toda mi mala suerte proviene de él!

¡Si juego, me hace perder!

 

LINDORF

¡Bueno!

¡Quizás hay que pensar que jugáis mal!

 

HOFFMANN

¡Si bebo, me atraganto!

 

LINDORF

¡No sabréis beber!

 

HOFFMANN

Si amo...

 

LINDORF

¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!

¿Así que el señor ama alguna vez?

 

HOFFMANN

¿Y qué?

 

NATHANAEL

No hay que avergonzarse de ello,

Nuestro amigo Wilhelm que aquí está,

enloquece por Leonor

y la encuentra divina;

Hermann ama a Gretchen;

¡y yo me consumo por Fausta!

 

HOFFMANN

(a Wilhelm)

¡Sí, Leonor, tan virtuosa!

 

(a Hermann):

 

¡Sí, Gretchen, tu muñeca inerte,

de helado corazón!

 

(a Nathanael)

 

Y tu Fausta, ¡pobre insensato!

¡La cortesana de frente de bronce!

 

HERMANN

¿Tu amante es quizás un tesoro

puesto que desprecias a las nuestras?

 

HOFFMANN

¿Mi amante?

¡No, decid mejor tres amantes!

 

(Aparte.)

 

¡Sí, Stella!

¡Tres mujeres en una!

¡Tres almas en una!

¡Artista, doncella y cortesana!...

 

(a los estudiantes)

 

¿Queréis que os cuente

aquellos extravagantes amores?

 

ESTUDIANTES

Escuchemos. Es hermoso beber

mientras se nos relata

una loca historia...

siguiendo la transparente nube

que la pipa lanza al aire.

 

NICKLAUSSE

¡Siguiendo la transparente nube

que la pipa lanza al aire!

 

HOFFMANN

Entonces, comienzo ya.

 

NICKLAUSSE

¡Silencio!

 

ESTUDIANTES

¡Silencio!

 

HOFFMANN

¡La primera se llamaba Olimpia!

 

SEGUNDO  ACTO

(Olimpia)

 

 

(París. Un suntuoso gabinete de físico

que da a una galería cuyas aberturas

están cegadas por tapices. Puertas

laterales cerradas por postigos. El

escenario está iluminado por velas)

 

SPALANZANI

(solo, sostiene el postigo

de la derecha levantado)

Duerme allí en paz. ¡Je! ¡Je!

Prudente, modesta y bella.

Ella me resarcirá de los quinientos

ducados que perdí a causa

de la bancarrota del judío Elías...

¡Queda ese el diablo de Coppelius!

Espero que no quiera reclamar

su parte de la paternidad.

¡Diablo de hombre!....

¡Está lejos, por fortuna!

 

(Entra Hoffmann.)

 

¡Ah! ¡Hola!... ¡Encantado!...

 

HOFFMANN

¿Vengo tal vez muy temprano?

 

SPALANZANI

No importa, un alumno...

 

HOFFMANN

Indigno de su maestro.

 

SPALANZANI

¡Muy modesto, en verdad!

No más versos, no más música.

Debéis dedicaros a la física

y llegaréis a ser profesor de facultad...

Conoceréis a mi hija...

posee una sonrisa angelical.

 

(Solemne)

 

¡La física lo es todo, amigo mío!

¡Olimpia vale mucho!...

 

HOFFMANN

(aparte)

¿Qué relación tendrá la física

con su hija?

 

SPALANZANI

(llamando)

¡Hola! ¡Eh!... ¡Cochenille!

 

(Aparece Cochenille)

 

¡Enciende todas las luces!

 

COCHENILLE

(tartamudeando)

Y... el champán...

 

SPALANZANI

¡Aguarda! Sígueme.

 

(A Hoffmann)

 

Perdón, amigo mío,

vuelvo en un instante.

 

(Salen.)

 

HOFFMANN

(solo)

¡Vamos! Coraje y confianza.

Me convertiré en un pozo de ciencia.

Hay que seguir la dirección del viento.

Para merecer a la que amo,

sabré encontrar en mí

la disposición de un sabio...

¡Ella está allí!... ¡Si me atreviera!

 

(Levantando suavemente la cortina

que disimula una de las puertas.)

 

¡Es ella!

¡Duerme!... ¡Qué bella es!

¡Ah! ¡Vivir juntos!

¡Con una misma esperanza,

un mismo recuerdo!

¡Compartir la dicha, el sufrimiento,

sí, el sufrimiento!

¡Compartir el futuro!

¡Deja que mi llama te ilumine!

¡Ah! ¡Deja que tu alma

se abra a los rayos del amor!

¡Fuego divino!

¡Sol cuyo ardor nos penetra y abrasa!

Inefable delirio en que sentimos

todo nuestro ser, sí, todo nuestro ser,

fundirse en un beso.

 

NICKLAUSSE

(entrando)

¡Lo sabía!

Estaba seguro de encontrarte aquí.

 

HOFFMANN

¡Calla!

 

NICKLAUSSE

¿Por qué?

¿Es ahí donde respira la bella Olimpia?

¡Ve, muchacho! ¡Admírala!

 

HOFFMANN

¡Es un ángel! ¡Sí, la adoro!

 

NICKLAUSSE

¡Espera a conocerla mejor!

 

HOFFMANN

Es fácil conocer el alma que se ama.

 

NICKLAUSSE

¿Qué? ¿Con sólo una mirada?

¿Por la ventana?

 

HOFFMANN

¡Basta una mirada

para abarcar el cielo!

 

NICKLAUSSE

¡Qué pasión!

¿Sabe ella al menos que la amas?

 

HOFFMANN

¡No!

 

NICKLAUSSE

¡Escríbele!

 

HOFFMANN

No me atrevo.

 

NICKLAUSSE

¡Pobre corderillo!

¡Háblale!

 

HOFFMANN

Los peligros son los mismos.

 

NICKLAUSSE

¡Canta entonces, demonios,

para salir de esta situación!

 

HOFFMANN

Al señor Spalanzani

no le gusta la música.

 

NICKLAUSSE

¡Sí, lo sé! ¡Todo por la física!

Una muñeca de ojos esmaltados

se abanicaba junto

a un gallito de cobre;

cantaban al unísono maravillosamente

bailaban, charlaban,

parecían estar vivos de verdad.

 

HOFFMANN

¿Qué? ¿Por qué esa canción?

 

NICKLAUSSE

¡Ah! El gallito parecía vivo

con cara de pocos amigos,

giraba tres veces sobre sí mismo,

por un ingenioso mecanismo,

la muñeca movía los ojos,

suspiraba y decía: ¡Te amo!

 

COPPELIUS

(entra con un saco al hombro)

Soy yo, Coppelius.

¡Despacio, con cuidado!

 

(Viendo a Hoffmann.)

 

Hay alguien...

 

NICKLAUSSE

(volviéndose)

¡Eh!...

 

COPPELIUS

(para sí)

¿Qué es lo que el señor está mirando?

 

(Mirando por encima del

hombro de Hoffmann)

 

¡Nuestra Olimpia!... muy bien...

 

NICKLAUSSE

(aparte)

¿Su Olimpia?

 

COPPELIUS

(a Hoffmann)

Joven.

 

(Eleva la voz)

 

¡Eh! ¡Señor! ¡No oye nada!

 

(Viendo que Hoffmann no

responde le golpea el hombro.)

 

¡Señor!

 

HOFFMANN

¿Qué?

 

COPPELIUS

Me llamo Coppelius,

un amigo del señor Spalanzani.

 

(Hoffmann lo saluda.)

 

Vendo barómetros, higrómetros,

termómetros, a buen precio...

pero al contado.

Mirad, quedaréis satisfecho.

 

(Vaciando en el suelo su saco lleno

de quevedos, anteojos y gemelos.)

 

Cada uno de estos quevedos

hace ver negro como la pez,

o blanco como el armiño.

Oscurece, ilumina, aclara

o arruina los objetos.

Tengo ojos, verdaderos ojos,

ojos vivientes, ojos de fuego,

ojos maravillosos

que llegan hasta el fondo del alma

y que incluso en muchos casos

pueden darle una

a quien no la tiene.

Tengo ojos, verdaderos ojos vivos,

ojos de fuego.

¡Tengo ojos, hermosos ojos! ¡Sí!

¿Queréis ver el corazón de una mujer?

¿Saber si es puro o infame?

¿O bien preferís verlo blanco

cuando en realidad es negro?

Tomad y veréis lo que deseéis.

Tomad mis ojos, mis ojos vivos,

mis ojos de fuego,

mis ojos que penetran el alma.

¡Tomad mis ojos!

 

HOFFMANN

¿Es posible?

 

COPPELIUS

¡Comprobadlo!

 

HOFFMANN

¡Deme!

 

COPPELIUS

¡Tres ducados!

 

HOFFMANN

(levantando la cortina y

mirando con los lentes)

¡Dios todopoderoso!

¡Qué gracia nimba su frente!

 

COPPELIUS

Tres ducados.

 

HOFFMANN

Ángel amado, ¿eres en verdad tú?

 

COPPELIUS

(haciendo caer el postigo)

¡Tres ducados!

 

HOFFMANN

¡Ah! ¿Por qué robarme esa imagen

de dicha y amor?

 

(Nicklausse paga los ducados)

 

SPALANZANI

(entrando y frotándose las manos.

Luego, viendo a Coppelius)

¡Eh! ¿Vos?

 

COPPELIUS

¡Mi querido maestro!...

 

SPALANZANI

¡Diablos! Habíamos convenido que...

 

COPPELIUS

Nada hay escrito...

 

SPALANZANI

Pero...

 

COPPELIUS

¡Diablos!... Dentro de poco

el dinero lloverá sobre vos;

yo quiero compartirlo todo.

 

SPALANZANI

¿No soy yo el padre de Olimpia?

 

COPPELIUS

Perdón, ella tiene mis ojos.

 

SPALANZANI

¡Hablad más bajo!...

 

(Aparte)

 

Yo no ignoro el secreto pero...

piense en él.

 

(En voz alta.)

 

¿Seguís pidiendo quinientos ducados?

Que un escrito vuestro

me ceda sus ojos y toda su persona.

Y aquí está vuestro dinero

un pagaré del judío Elías.

 

COPPELIUS

¿Elías?

 

SPALANZANI

Es un buen negocio.

 

HOFFMANN

(bajo, a Nicklausse)

¿Qué negocio estarán haciendo?

 

COPPELIUS

(escribiendo)

¡Bueno, está bien!

 

SPALANZANI

(intercambian sus papeles)

¡Dádmelo! ¡Mi querido amigo!

 

(Se abrazan.)

 

COPPELIUS

¡Querido amigo!

 

SPALANZANI

(aparte)

¡Vete, ahora!

¡Si, si, vete a que te pague Elías!...

 

COPPELIUS

A propósito, se me ocurre una idea:

¡Casad a Olimpia!

 

(Señalando a Hoffmann.)

 

El joven alocado que está allí

¿no os lo ha pedido?

 

SPALANZANI

(abrazándolo)

¡Querido amigo!

 

COPPELIUS

(haciendo el mismo juego)

¡Querido amigo!

 

(Sale riendo socarronamente)

 

SPALANZANI

(a Hoffmann)

¡La física, querido amigo!

 

HOFFMANN

¡Ah!... ¡Es como una obsesión!

 

COCHENILLE

(apareciendo por el fondo)

Señor, aquí están los invitados.

 

INVITADOS

¡En verdad ningún anfitrión,

recibe con mayor riqueza!

¡Su casa brilla de buen gusto!

Todo aquí está reunido.

Ahora, señor Spalanzani,

presentadnos a vuestra hija.

Dicen que es encantadora,

amable y exenta de vicios.

Queremos refrescarnos

después del paseo.

¡No, ningún anfitrión en verdad,

recibe con mayor riqueza!

 

SPALANZANI

(mientras se dirige hacia la puerta

en compañía de Cochenille)

Os atenderé, señores,

en un momento.

 

NICKLAUSSE

Por fin veremos de cerca a

¡esa maravilla sin par!

 

HOFFMANN

¡Silencio! ¡Aquí está!

 

(Entra Spalanzani conduciendo

a Olimpia, Cochenille los sigue)

 

Señoras y señores, les presento

a mi hija Olimpia.

 

INVITADOS

¡Encantadora! ¡Encantadora!

¡Tiene muy bellos ojos!

¡Su talle es muy esbelto!

¡Qué bien vestida luce!

¡No le falta nada!

¡En verdad, es muy bonita!

 

HOFFMANN

¡Ah! ¡Qué adorable es!

 

NICKLAUSSE

¡Encantadora, incomparable!

 

SPALANZANI

(a Olimpia)

¡Cuánto éxito tienes!

 

NICKLAUSSE

En realidad, es muy bella.

 

SPALANZANI

¡Señoras y señores, mi hija,

está orgullosa de vuestras alabanzas

e impaciente sobre todo

de conquistar otras nuevas!

Dispuesta a obedecer

vuestros menores caprichos,

ella va, si así lo deseáis...

 

NICKLAUSSE

(aparte)

A enseñarnos otros encantos.

 

SPALANZANI

... a cantaros un gran aria,

pues posee una portentosa voz.

¡El clave, la guitarra o el arpa,

a vuestra elección!

 

COCHENILLE

¡El arpa!

 

(Una voz haciendo eco

desde bastidores)

 

¡El arpa!

 

SPALANZANI

Muy bien!

¡Cochenille, rápido,

trae el arpa de mi hija!

 

(Cochenille desaparece en la

habitación de Olimpia.)

 

HOFFMANN

¡Voy a oírla!

¡Oh, alegría!

 

NICKLAUSSE

¡Oh, loca pasión!

 

SPALANZANI

(a Olimpia)

¡Domina tu emoción, hija mía!

 

OLIMPIA

¡Sí! ¡Sí!

 

COCHENILLE

(volviendo con el arpa)

¡Aquí está!

 

SPALANZANI

¡Señores, atención!

 

COCHENILLE

¡A... atención!

 

INVITADOS

¡Atención! ¡Atención!

 

OLIMPIA

(Spalanzani la acompaña al arpa)

Las aves en la enramada,

en los cielos el astro diurno,

todo habla a la joven

¡todo habla a la joven de amor!

¡Ah, todo habla de amor!

¡Ah! Esta es la canción gentil,

¡la canción de Olimpia!

 

(su voz comienza a perder fuerza)

 

¡Ah! ...

 

SPALANZANI

(muy angustiado)

Pero... ¿Pero qué es lo que sucede?

¡Cochenille!

¡Vamos, haz cualquier cosa!

 

(se escucha el sonido de un

resorte mecánico)

 

OLIMPIA

(continúa igual que antes)

¡Ah! Esta es la canción gentil,

¡la canción de Olimpia!...

 

INVITADOS

¡Es la canción de Olimpia!...

 

OLIMPIA

Todo eso canta resuena y suspira

alrededor de su emocionado corazón.

¡que se estremece de amor!

¡Ah! ¡Se estremece de amor! ¡Ah!

Esa es la canción encantadora,

la canción de Olimpia.

¡Ah!...

 

(su voz vuelve a perder fuerza)

 

SPALANZANI

(casi llorando de desesperación)

¿Qué pasa? ¡Otra vez!

¡Cochenille, me vas a matar!

 

(el mismo sonido metálico de antes)

 

OLIMPIA

(continúa)

Esa es la canción encantadora,

la canción de Olimpia.

 

INVITADOS

¡Es la canción de Olimpia!...

 

(todos aplauden)

 

HOFFMANN

(a Nicklausse)

¡Ah! ¡Amigo mío, qué acentos!

 

NICKLAUSSE

¡Qué matices!

 

(Cochenille retira el arpa. Todos

hacen círculo en torno de Olimpia

que da las gracias, primero con

la mano derecha, y luego con la

izquierda. Hoffmann está loco de

embriaguez)

 

SPALANZANI

¡Señores, dad la mano a las damas!

¡La cena nos aguarda!

 

INVITADOS

¡La cena! ¡La cena! ¡Magnífico!

 

SPALANZANI

¡A menos que antes prefieran bailar!

 

INVITADOS

¡No! ¡No! ¡La cena! ¡Buena idea!

Luego bailaremos.

 

SPALANZANI

¡Como os plazca!

 

HOFFMANN

(acercándose a Olimpia)

¿Podría?...

 

SPALANZANI

Está un poco fatigada;

aguardad al baile.

 

(Toca la espalda de Olimpia.)

 

OLIMPIA

¡Sí, sí!

 

SPALANZANI

Ya veis, hasta entonces.

¿queréis hacerme el favor

de acompañar a mi Olimpia?

 

HOFFMANN

¡Oh! ¡Ventura!

 

SPALANZANI

(aparte, riendo solapadamente)

¡Veamos lo que él le cantará!

 

NICKLAUSSE

¿Ella no cena?

 

SPALANZANI

¡No, no, no!

 

NICKLAUSSE

¡Alma romántica!

 

(Spalanzani pasa por detrás de

Olimpia. Ruido de un resorte.

Nicklausse se vuelve bruscamente.)

 

NICKLAUSSE

¿Qué decís?

 

SPALANZANI

¡Nada! ¡La física!

¡Ah, señor! ¡La física!

 

COCHENILLE

La cena está servida.

 

(Spalanzani conduce a Olimpia

hacia una silla y la hace sentar.)

 

INVITADOS

¡La cena nos aguarda!

¡Ningún anfitrión en verdad

recibe con mayor riqueza!

 

(Spalanzani acompaña a

sus invitados al comedor)

 

HOFFMANN

(una vez solo)

¡Al fin se han alejado! ¡Ah! ¡Respiro!

¡Solos, solos los dos!

¡Cuántas cosas tengo que decirte!

¡Oh, Olimpia mía, déjame admirarte!

¡Déjame embriagarme

con tu mirada encantadora!

 

(Le toca ligeramente el hombro.)

 

OLIMPIA

¡Sí, sí!

 

HOFFMANN

¿No es un sueño nacido de la fiebre?

¡Creí ver un suspiro

escapar de tus labios!

 

(Le toca de nuevo la espalda)

 

OLIMPIA

¡Sí, sí!

 

HOFFMANN

¡Dulce confesión,

testimonio de nuestro amor,

tú me perteneces, nuestros corazones

están unidos para siempre!

¡Ah! Dime, ¿comprendes

esta alegría eterna

de nuestros corazones silenciosos?

No ser más que un alma

y en un mismo vuelo

¡elevarnos hasta el cielo!

¡Deja que mi fuego vierta en ti la luz!

¡Abre tu alma a los rayos del amor!

 

(Le aprieta apasionadamente la

mano. Como puesta en movimiento

por un resorte, Olimpia se incorpora

súbitamente y se abalanza en todas

direcciones, para salir finalmente por

una de las muchas puertas decoradas

con espesos cortinajes, sin apartarlos

con la mano. Hoffmann la observa

estupefacto)

 

¿Huyes de mí? ¿Qué he hecho?

¿No me respondes?

¡Habla! ¿Te he irritado?

¡Ah, seguiré tus pasos!

 

(Cuando Hoffmann se prepara a

seguir a Olimpia, Nicklausse

reaparece y lo llama.)

 

NICKLAUSSE

¡Eh! ¡Demonios! ¡Modera tu ardor!

¿Quieres que bebamos sin ti?

 

HOFFMANN

¡Nicklausse!... ¡Ella me ama!

¡Soy amado! ¡Dios todopoderoso!

 

NICKLAUSSE

¡A fe mía!

¡Si supieras lo que se dice de tu bella!

 

HOFFMANN

¿Qué pueden decir? ¿Qué?

 

NICKLAUSSE

Que está muerta.

 

HOFFMANN

¡Santo Dios!

 

NICKLAUSSE

O que nunca ha tenido vida.

 

HOFFMANN

Nicklausse, ¡Me ama! ¡Soy amado!

¡Dios todopoderoso!

 

(Sale corriendo; Nicklausse lo sigue.)

 

COPPELIUS

(entrando, furioso)

¡Ladrón! ¡Bandido! ¡Qué derrota!

¡Elías ha quebrado!

Sabré encontrar

el momento para vengarme...

¡Robarme a mí!... ¡Mataré a alguien!

 

(Los invitados entran nuevamente.

Coppelius se oculta en la habitación

de Olimpia. Los músicos comienzan

a tocar un vals con cuya melodía los

invitados comienzan a bailar)

 

SPALANZANI

¡He aquí están los bailarines!

 

COCHENILLE

(mientras se deja escuchar

de nuevo la melodía principal)

¡Ese es el estribillo!

 

HOFFMANN

El vals nos llama.

 

SPALANZANI

(lleva a Olimpia hasta Hoffmann)

Toma la mano del señor, mi niña.

 

(Le toma la mano, ruido de resorte.)

 

¡Vamos!

 

OLIMPIA

¡Sí, sí!

 

(Hoffmann y Olimpia salen

por la derecha, bailando.)

 

INVITADOS

¡Ella baila! ¡Cadenciosa!

¡Es maravilloso, prodigioso!

¡Haced sitio! ¡Dejad pasar!

¡Ella pasa hendiendo el aire

como un relámpago!

 

(Durante lo que precede Olimpia y

Hoffmann han atravesado varias

veces el escenario girando sobre

sí mismos a una gran velocidad)

 

LA VOZ DE HOFFMANN

(con el furor de la desesperación)

¡Olimpia!

 

SPALANZANI

¡Que los detengan!

 

INVITADOS

¿Quién de nosotros los detendrá?

 

NICKLAUSSE

¡Ella le va romper la cabeza!

 

(Siempre girando alocadamente la

pareja vuelve a aparecer una vez

más. Nicklausse se adelanta para

detenerlos. Tropieza violentamente.

gira sobre sí mismo, antes de

desplomarse en un sofá cercano.)

 

¡Eh! ¡Por mil diablos!...

 

INVITADOS

¡Crash!

 

SPALANZANI

(abalanzándose a hacia adelante)

¡Alto ahí!.

 

(Toca el hombro de Olimpia; ella

se detiene bruscamente. Hoffmann,

aturdido, se desploma sobre un sofá.

Spalanzani se dirige a los invitados.)

 

¡Ya está!

 

(A Olimpia)

 

¡Basta, basta, hija mía!

 

OLIMPIA

Sí.

 

SPALANZANI

No hay que bailar más.

 

OLIMPIA

 

SPALANZANI

Basta, basta, hija mía.

Tú, Cochenille, acompáñala.

 

COCHENILLE

(a Olimpia)

¡Vamos, pues! ¡Vamos!

 

OLIMPIA

Sí. ¡Ah!...

 

INVITADOS

¿Qué queréis que digamos?

¡Es una joven exquisita!

¡No le falta nada! ¡Está muy bien!

 

(Olimpia regresa a su habitación

acompañada por Cochenille.)

 

NICKLAUSSE

(examinando a Hoffmann)

¿Está muerto?

 

SPALANZANI

¡No!

Sólo sus lentes se hicieron añicos.

Se está recuperando.

 

INVITADOS

¡Pobre joven!

 

NICKLAUSSE

Se está recuperando.

 

INVITADOS

¡Pobre joven!

 

(Proveniente del lado de la

habitación de Olimpia se oye un

ruido de mecanismos destrozados.)

 

LA VOZ DE COCHENILLE

(saliendo de entre bastidores)

¡Ah!

 

SPALANZANI

(a Cochenille, que entra corriendo,

completamente alterado)

¿Qué sucede?

 

COCHENILLE

¡El hombre de los lentes!... ¡Ahí!

 

SPALANZANI

¡Misericordia! ¡Olimpia!

 

HOFFMANN

¡Olimpia!

 

SPALANZANI

¡Ah! ¡Cielos y tierra! ¡Se ha roto!

 

HOFFMANN

¡Roto!

 

COPPELIUS

(sale de la habitación de Olimpia)

¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!

¡Sí!.. ¡Totalmente destrozada!

 

(Hoffmann se precipita a la

habitación de Olimpia; Spalanzani y

Coppelius se aferran por la garganta)

 

SPALANZANI

¡Canalla!

 

COPPELIUS

¡Ladrón!

 

SPALANZANI

¡Bandido!

 

COPPELIUS

¡Pagano!

 

SPALANZANI

¡Bandido!

 

COPPELIUS

¡Pirata!

 

HOFFMANN

(reaparece, pálido y trastornado)

¡Una autómata! ¡Una autómata!

 

(Se desploma en una silla. Nicklausse

trata de tranquilizarlo.)

 

INVITADOS

¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!

¡El globo ha estallado!

¡Amaba a una autómata!

 

(Todos repiten hasta el cansancio la

misma idea, exaltándose cada vez

más hasta el fin del acto.)

 

TERCER  ACTO

(Julieta)

 

 

(En Venecia. Galería de baile en un

palacio del Gran Canal. Escalinatas,

columnas, faroles, arañas, sillones,

flores. Puertas laterales en primer

plano, más lejos puertas anchas o

arcadas en paneles, que conducen

a otras galerías. Los huéspedes de

Julieta están agrupados de pie o

tendidos sobre almohadones.

Cuadro brillante y animado)

 

NICKLAUSSE

¡Bella noche, oh, noche de amor!

Sonríe a nuestra embriaguez,

noche más dulce que el día.

¡Oh, bella noche de amor!

 

JULIETA, NICKLAUSSE

¡El tiempo huye sin cesar

y se lleva nuestras ternuras!

Lejos de esta feliz morada,

el tiempo huye sin cesar.

Céfiros ardientes,

dadnos vuestras caricias.

Céfiros ardientes,

dadnos vuestros besos. ¡Ah!

¡Bella noche, oh, noche de amor!

Sonríe a nuestra embriaguez,

noche más dulce que el día.

¡Oh, bella noche de amor!

 

INVITADOS

Ah!

 

JULIETA, NICKLAUSSE

¡Ah! ¡Ah!

 

(lentamente Julieta y Nicklausse

vienen de la galería del fondo.)

 

HOFFMANN

¿No está aquí el objeto de mi deseo?

¿Debe contenerse el amor a los pies

de la belleza que lo embriaga?

¡No!...

Con la risa en los labios,

¡Escuchad como él canta!

¡Amigos!

¡El amor tierno y soñado error!

 

INVITADOS

¡Error!

 

HOFFMANN

¡El amor entre ruido y vino, divino!

 

INVITADOS

¡Divino!

 

HOFFMANN

¡Que de ardiente deseo

vuestro corazón se inflame!

¡En la fiebre del placer

consumid vuestra alma!

¡Arrebatos de amor, duran un día!

¡Al diablo quien llora por unos ojos!

¡Para nosotros, la mejor embriaguez

son los cantos dichosos!

¡Vivamos pues, una hora en el cielo!

 

INVITADOS

¡Al diablo quien llora por unos ojos!

¡Para nosotros la mejor embriaguez

son los cantos dichosos!

¡Sí, vivamos en los cielos!

 

HOFFMANN

El cielo os da su claridad y belleza.

 

INVITADOS

¡Belleza!

 

HOFFMANN

¡Pero ocultáis,

oh, corazones de hierro,

el infierno!

 

INVITADOS

¡El infierno!

 

HOFFMANN

¡Dicha del paraíso,

a la que el amor invita,

juramentos, esperanzas,

ilusiones de la vida!

¡Castidades, purezas! ¡Mentís!

¡Al diablo quien llora por unos ojos!

¡Para nosotros, la mejor embriaguez

son los cantos dichosos!

¡Vivamos pues, una hora en el cielo!

 

INVITADOS

Al diablo quien llora por unos ojos!

¡Para nosotros,

la mejor embriaguez

son los cantos dichosos!

¡Sí, vivamos en los cielos!

 

SCHLEMIL

(entrando en escena)

Veo que estáis de fiesta.

¡Qué maravilla, señora!

 

JULIETA

¡Cómo!...

¡Pero si os he llorado tres largos días!

 

PITICHINACCIO

¡Pero señora!

 

SCHLEMIL

(a Pitichinaccio)

¡Engendro!

 

PITICHINACCIO

(a Schlemil)

¡Eso tú!

 

JULIETA

(calmándolos)

¡Calmaros, señores!

Tenemos a un poeta extranjero

entre nosotros.

 

(Presentando a Hoffmann)

 

¡El señor Hoffmann!

 

SCHLEMIL

(de mal modo)

¡Señor!

 

HOFFMANN

(irónico)

¡Señor!

 

JULIETA

(a Schlemil)

Sonreíd, por favor.

¡Y venid a ocupar el lugar del faraón!

 

INVITADOS

¡Viva! ¡Al faraón!

 

(Julieta, después de invitar con un

gesto a todo el mundo a seguirla a

la sala de juego, se dirige hacia la

salida. Hoffmann va a ofrecer su

mano a Julieta. Schlemil interviene)

 

SCHLEMIL

(tomando la mano de Julieta

que trata de calmarlo)

¡Diablos!

 

JULIETA

¡Al juego, al juego, señores!

 

INVITADOS

(alejándose presurosos)

¡Al juego! ¡Al juego! ¡Al juego!

 

(Todo el mundo sale, menos

Nicklausse y Hoffmann)

 

NICKLAUSSE

(a Hoffmann)

¡Una palabra!...

Tengo dos caballos ensillados.

Al primer sueño con el que Hoffmann

se deje enloquecer. ¡Me lo llevo!

 

HOFFMANN

¿Y qué sueños podrían nacer

de semejantes realidades?

¿Puede amarse a una cortesana?

 

NICKLAUSSE

Ese Schlemil, sin embargo...

 

HOFFMANN

Yo no soy Schlemil.

 

NICKLAUSSE

Tened cuidado, el diablo es astuto.

 

(Dapertutto aparece sin ser visto)

 

HOFFMANN

Aunque lo sea, si me hace amarla,

consiento en que me condene.

¡Vamos!

 

NICKLAUSSE

¡Vamos!

 

(Nicklausse y Hoffmann salen.)

 

DAPERTUTTO

(solo)

¡Id!... para enamorar

los ojos de Julieta

son un arma segura.

Si Schlemil sucumbió...

¡A fe de diablo y de capitán,

que tú caerás como él!

Quiero que Julieta te hechice hoy.

 

(haciendo destellar en su dedo un

anillo con un grueso diamante.)

 

Brilla, diamante,

espejo donde se aprisiona la alondra.

¡Brilla diamante, fascínala, atráela!

La alondra o la mujer

hacia este atractivo cebo

van con el ala o con el corazón.

Una deja en él la vida

y la otra pierde su alma,

¡ah! Brilla, diamante,

espejo donde se aprisiona la alondra.

¡Brilla diamante, atráela, atráela!

 

(Julieta aparece y se adelanta como

fascinada, hacia el diamante que

Dapertutto tiende hacia ella.)

 

DAPERTUTTO

(ponen el anillo en el dedo de Julieta)

¡Ángel amado!

 

JULIETA

¿Qué ordenáis a vuestra servidora?

 

DAPERTUTTO

¡Bien! Has adivinado.

Entre todas, eres la más sabia,

para seducir corazones.

¡Ya me diste la sombra de Schlemil!

Yo varío mis caprichos y te pido hoy

¡el reflejo de Hoffmann!

 

JULIETA

¿Qué? ¿Su reflejo?

 

DAPERTUTTO

¡Sí, su reflejo!...

¿Dudas acaso del poder de tus ojos?

 

JULIETA

No

 

DAPERTUTTO

¿Quién sabe? Quizás Hoffmann

sueñe con algo mejor.

 

(Con dureza.)

 

Sí, yo he estado escuchando.

 

(Con ironía.)

 

Él te desprecia...

 

JULIETA

¿Hoffmann?... ¡Está bien! ...

Desde hoy lo haré mi juguete.

 

(entra Hoffmann)

 

DAPERTUTTO

¡Es él!

 

(Dapertutto besa la mano de Julieta y

sale, Hoffmann atraviesa la escena,

saluda a Julieta y finge alejarse.)

 

JULIETA

(a Hoffmann)

¿Me abandonáis?

 

HOFFMANN

(burlón)

He perdido todo...

 

JULIETA

¿Qué?... ¡Vos también!...

¡Ah! Me insultáis sin piedad.

¡Marchaos!... ¡Marchaos!...

 

HOFFMANN

Tus lágrimas te traicionan.

¡Ah! Te amo...

aún al precio de mi vida.

 

JULIETA

Desdichado,

¿no comprendes que una hora,

un momento, pueden serte funestos?

¿Que mi amor te perderá para siempre

si te quedas?

¿Que la muerte puede esta noche

arrancarte de mis brazos?

No desoigas mi ruego;

mi vida es tuya por entero. ¡Vete!

Mañana te prometo seguir tus pasos.

 

HOFFMANN

¡Oh, Dios!

¿Con qué ebriedad enciendes mi alma?

Como un concierto divino

tu voz me ha penetrado.

Por un fuego dulce y ardiente

mi ser es devorado.

Tu mirada ha transmitido a la mía

su llama como dos astros radiantes,

y noto, ¡oh, mi bien amada!

tu aliento perfumado

sobre mis labios y mis ojos.

Tu aliento perfumado

sobre mis labios y ojos. ¡Oh, Dios!

¿Cómo enciendes mi alma?

¡Tu mirada ha transmitido a la mía

su llama!

 

JULIETA

Hoy, sin embargo,

aplaca mi enojo

¡dejándome algo de ti!

 

HOFFMANN

¿Qué quieres decir?

 

JULIETA

Escucha, y no te rías.

 

(Toma un espejo de la mesa)

 

Lo que quiero de ti es la fiel imagen

que reproduce tus rasgos, tu mirada,

tu rostro, ese reflejo

que ves inclinarse sobre el mío.

 

HOFFMANN

¡Qué! ¿Mi reflejo? ¡Qué locura!

 

JULIETA

¡No! Pues puede desprenderse

del espejo pulido para venir entero

a ocultarse en mi corazón.

 

HOFFMANN

¿En tu corazón?

 

JULIETA

En mi corazón.

Yo soy quien te lo suplica, Hoffmann

¡cumple mi deseo!

 

HOFFMANN

¿Tú lo quieres?

 

JULIETA

Lo quiero, sea prudencia o locura,

lo espero, lo quiero.

Si se me niega tu presencia...

 

HOFFMANN

Éxtasis. ¡Embriaguez insatisfecha!

 

JULIETA

... quiero conservar de ti...

 

HOFFMANN

¡Extraño y dulce terror!

 

JULIETA

... tu reflejo, tu alma y la vida!

 

HOFFMANN

¡Mi reflejo, mi alma... y mi vida!

 

JULIETA

Amigo... ¡dámelos!

 

HOFFMANN

¡A ti! ¡A ti! ¡Siempre a ti!

 

JULIETA

¡Tu reflejo! ¡Dámelo!

 

HOFFMANN

¡A ti!

 

JULIETA

Mi corazón...

 

HOFFMANN

¡A ti!

 

JULIETA

¡Lo espero de ti! ¡Ah!

 

HOFFMANN

¡Sí! ¡A ti! ¡Ah!

 

AMBOS

Hoy las lágrimas,

pero mañana el cielo.

Hoy las lágrimas...

 

JULIETA

¡No desoigas mi ruego!

¡Mi vida es tuya por entero!

¡Tu reflejo! ¡Dámelo!

 

HOFFMANN

¡Extraño y dulce terror!

¡Embriaguez insatisfecha!

Mi alma y mi vida son tuyas.

¡Siempre tuyas!

 

JULIETA

¡Hoffmann! ¡Hoffmann!

¡Cumple mi deseo!

 

HOFFMANN

¡Julieta!

 

JULIETA

¡Tu reflejo!

 

HOFFMANN

¿Lo deseas?

 

JULIETA

¡Lo deseo!...

... ¡Lo espero! ¡Lo deseo! ¡Ah!

 

HOFFMANN

¡Qué locura! ¿Lo deseas? ¡Ah!

 

(Schlemil entra seguido de

Nicklausse, Dapertutto,

Pitichinaccio y algunos invitados.)

 

JULIETA

(vivamente)

¡Schlemil!

 

SCHLEMIL

¡Estaba seguro! ¡Juntos!

 

(Sube, dirigiéndose a los invitados.)

 

¡Venid, señores, venid!

¡Al parecer es por Hoffmann

por quien ella nos ha abandonado!

 

(Risas irónicas.)

 

HOFFMANN

(casi hablando)

¡Señor!

 

JULIETA

(a Hoffmann)

¡Silencio!

 

(Por lo bajo.)

 

Es mi amante,... tiene mi llave.

 

PITICHINACCIO

(a Schlemil)

¡Matémosle!

 

SCHLEMIL

Paciencia.

 

DAPERTUTTO

(acercándose a Hoffmann)

¡Qué pálido estás!

 

HOFFMANN

¿Yo?

 

DAPERTUTTO

(presentándole un espejo)

¡Miraros!

 

HOFFMANN

(estupefacto, mirando el espejo)

¡Cielos!

 

NICKLAUSSE

(a Hoffmann)

¿Qué?

 

HOFFMANN

(con espanto)

¡Mi imagen! ¡He perdido mi reflejo!

 

NICKLAUSSE

(señalando a Julieta, irónicamente)

Por la señora.

 

TODOS

(menos Hoffmann y Nicklausse

riendo con voz ahogada)

¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Mirad su espanto.

 

NICKLAUSSE

¡Ah, ven, huyamos de este lugar

donde perderás el alma!

 

HOFFMANN

(enloquecido)

¡No! ¡No! ¡La amo! ¡Déjame!

¡Ay! Mi corazón se confunde más.

Mis sentidos se inflaman.

Maldito el amor que me devora.

Mi razón no puede calmarse bajo

esa frente clara como una aurora.

El mismo infierno me embriaga.

La detesto y la adoro.

Quiero morir de sus besos.

 

DAPERTUTTO

(para sí)

¡Pobre Hoffmann!

Todavía el vano amor le enardece.

Su bella mirada de aurora

nos ha vendido sus besos.

 

JULIETA

(para sí)

Mi bello Hoffmann, yo te adoro,

pero no tengo fuerzas para rechazar

ese diamante luminoso cual aurora

que no me cuesta más que un beso.

Pues soy mujer, y adoro

lo que me hace más hermosa aún

para embriagaros.

¡Poeta, es necesario que os calméis!

 

SCHLEMIL

(para sí)

Ese poeta al que aborrezco

tendría pronto su beso

con este hierro claro y sonoro

que sé usar muy bien.

¿Un loco amor te devora?

Aquí estoy para calmarte.

¿Tú pretendes que te adoren?

Está bien, vamos a conversar.

 

DAPERTUTTO

(para sí)

Esta coqueta adora una joya

que puede embellecerla aún más

y seducirnos a todos.

¡Bien vale para ella un beso!

 

PITICHINACCIO

(para sí)

Pobre Hoffmann,

el amor una vez más,

en vano te enardece.

 

NICKLAUSSE, INVITADOS

(para ellos)

¡Su corazón se inflama una vez más!

Por ella se dejó embriagar.

El amor lo enardece y lo devora.

Nada podrá calmarlo.

La pérfida que él adora

toma y rompe los corazones.

¡Huye de la bella de frente de aurora,

porque sus besos matan!

 

JULIETA

¡Señores, aquí están las góndolas!

¡La hora de las barcarolas

es la de las despedidas!

 

NICKLAUSSE

¿Vienes?

 

HOFFMANN

Todavía no.

 

NICKLAUSSE

¿Por qué? ¡Bien! ¡Ya comprendo!

¡Adiós! Pero velo por ti.

 

(Sale.)

 

SCHLEMIL

¿A qué esperáis, señor?

 

HOFFMANN

A que me deis cierta llave

que he jurado obtener.

 

SCHLEMIL

¡Sólo tendréis esa llave, señor,

al precio de mi vida!

 

HOFFMANN

Tendré pues una y otra.

 

SCHLEMIL

¡Eso habrá que verlo! ¡En guardia!

 

DAPERTUTTO

No tenéis espada

 

(entregándole su espada)

 

¡tomad la mía!

 

HOFFMANN

¡Gracias!

 

(Hoffmann y Schlemil se baten.

Después de algunos lances, Schlemil

es herido de muerte y cae. Hoffmann

arroja la espada, se inclina sobre él

y le quita una pequeña llave colgada

del cuello. Offmann se precipita a los

aposentos de Julieta. Pitichinaccio

mira a Schlemil con curiosidad y

se asegura que está bien muerto.

Dapertutto recoge tranquilamente

su espada y sube hacia la galería.)

 

CORO

(entre bastidores, que finaliza

al bajarse el telón)

¡Hermosa noche! ¡Oh, noche de amor!

Sonríe a nuestra embriaguez,

noche más dulce que el día.

¡Oh, bella noche de amor!

 

(Julieta aparece en una góndola; a la

vez que vuelve a entrar Hoffmann)

 

HOFFMANN

Nadie...

 

JULIETA

¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!

 

DAPERTUTTO

¿Qué harás con él ahora?

 

JULIETA

¡Te lo cedo!

 

PITICHINACCIO

(entra en la góndola con una copa)

¡Tomad señora, tomad! ¡bebed!

 

(apenas a puesto Julieta sus labios

en la copa, cae al suelo)

 

HOFFMANN

¡Miserable!

 

(Julieta muere, Pitichinaccio

le arranca de su dedo el anillo

y sale riéndose salvajemente)

 

NICKLAUSSE

¡Hoffmann! ¡Hoffmann! ¡Los esbirros!

 

(Nicklausse se lleva a Hoffmann)

 

CUARTO  ACTO

(Antonia)

 

 

(En Munich, en la casa de Crespel.

Una habitación con extraño

mobiliario. A la derecha, un

clavicordio. A la izquierda, sofá

y sillón. Violines suspendidos de

las paredes. En primer plano una

ventana se abre sobre un balcón.

Sol poniente. Al fondo, entre las dos

puertas, un gran retrato de mujer

colgado de la pared. Al levantarse

el telón, Antonia, sentada, canta y se

acompaña con el clavicordio)

 

ANTONIA

La tórtola ha huido...

 

(Deja de cantar.)

 

¡Ah! ¡Recuerdo demasiado dulce!

¡Imagen demasiado cruel!

¡Ay! De rodillas ante mí

¡sigo viéndolo, oyéndolo!

 

(Volviendo a cantar)

 

La tórtola ha huido.

¡Ha huido lejos de ti!

Pero es siempre fiel

y conserva su fe.

Mi bien amado, mi voz te llama, sí,

todo mi corazón es tuyo.

Querida flor que acabas de abrirte,

por piedad, respóndeme,

tú que sabes si me ama todavía,

si conserva su fe en mí...

Mi bien amado, mi voz te implora.

¡Ah! ¡Que tu corazón venga a mí!

 

(Se deja caer en una silla que está

delante del clavicordio.)

 

CRESPEL

(entra)

¡Desdichada niña! Hija bien amada.

Me habías prometido no cantar más.

 

ANTONIA

El cantar me recuerda a mi madre.

Mi corazón cree escucharla.

 

CRESPEL

Ese es mi tormento.

Tu querida madre te legó su voz...

¡Penosos recuerdos!

Por ti yo la oigo.

¡No, no... Te lo ruego!

 

ANTONIA

(tristemente)

¡Vuestra Antonia no cantará más!...

 

(Sale lentamente.)

 

CRESPEL

¡Ay de mí... hace un momento

aún veía esas manchas de fuego

colorear su rostro. ¡Dios!

¿Perderé a la niña que adoro?

¡Ah! Ese Hoffmann...

Es él quien puso en su corazón

esa embriaguez...

He huido hasta Munich...

 

FRANZ

(entrando)

Señor, lo están esperando.

 

CRESPEL

Bien, me marcho... ¿mi sombrero?

Tú, Franz, no abras a nadie.

 

FRANZ

(apunto de salir)

Creéis...

 

CRESPEL

¿Adónde vas?...

 

FRANZ

Voy a ver si llaman.

Como habéis dicho...

 

CRESPEL

¡He dicho que no abras a nadie!

 

(Gritando.)

 

¡A nadie! ¿Entiendes ahora?

 

FRANZ

¡Dios mío ! ¡Que no soy sordo!

 

CRESPEL

Bien, ¡que el diablo te ampare!

 

FRANZ

Sí, señor, en la puerta está la llave.

 

CRESPEL

¡Bellaco! ¡Animal!

 

FRANZ

De acuerdo.

 

CRESPEL

¡Vete al diablo!

 

(Sale vivamente. Franz va a cerrar

la puerta y vuelve a bajar.)

 

FRANZ

¡Siempre colérico! ¡Extraño!

¡Caprichoso! ¡Exigente!

¡Cómo cuesta servirle por su dinero...!

¡Día y noche me divido en cuatro,

a la menor señal me callo,

es lo mismo que si cantara!

No porque... si yo cantara

él me abatiría con su desprecio.

Yo canto, a veces,

cuando estoy solo

¡pero cantar no es fácil!

¡Tra, la, la! ¡La, la!...

No es sin embargo la voz

...la, la, la,

lo que me falta, yo creo.

...la, la, la,

 

(su voz se quiebra)

 

... la, la, la!

¡No, es la técnica, me falta técnica!

La, la, la!

¡Vaya! No se puede poseer todo.

Canto lastimosamente,

pero bailo agradablemente.

Lo digo sin exagerar.

¡Cierto! La danza es mi fuerte,

mi mayor atractivo.

Y bailar no es nada fácil.

 

(bailando.)

 

¡Tra, la, la! ¡La, la!

Para gustar a las mujeres,

unas buenas piernas...

¡La, la, la!...

..no me viene nada mal.

¡La, la, la!...

 

(Da vueltas golpeando con el pie,

cae, pero sigue cantando.)

 

...¡La, la, la!

¡No, es la técnica, me falta técnica!

¡Tra, la, la!

 

HOFFMANN

(aparece por la puerta del fondo)

¡Ahí está Franz!...

 

(entra en escena y acercándose toca

el hombro de Franz.)

 

¡En pie, amigo!

 

FRANZ

¡Eh! ¿Quién está allí?

 

(Se levanta sorprendido.)

 

¡Señor Hoffmann!

 

HOFFMANN

¡El mismo! ¿Y Antonia?

 

FRANZ

El acaba de salir, señor.

 

HOFFMANN

(riendo)

¡Ja, ja!

¿Más sordo aún que el año pasado?...

 

FRANZ

Señor, me honráis.

Me siento muy bien, gracias a Dios.

 

HOFFMANN

¡Te estoy preguntando

por la señorita Antonia!...

¡Ve!... ¡Dile que estoy aquí!

 

(Franz sale.)

 

HOFFMANN

Ahí está su clavecín.

 

(sentándose ante el clavicordio

y acompañándose con él)

 

¡Es una canción de amor

que se eleva,

triste o radiante alternativamente!...

 

ANTONIA

(entrando precipitadamente)

¡Hoffmann!

 

HOFFMANN

¡Antonia!

 

ANTONIA

¡Ah! ¡Sabía que aún me amabas!

 

HOFFMANN

¡Bien me decía mi corazón

que me esperabas!

¡Mi alma está feliz!

Mañana serás mi esposa.

¡Feliz pareja, el futuro es nuestro!

 

ANTONIA

¡Mi alma está feliz!

Mañana seré tu esposa.

¡Feliz pareja, el futuro es nuestro!

 

AMBOS

¡Seamos fieles al amor!

¡Que sus eternas cadenas, ah,

hagan que nuestros corazones salgan

victoriosos del paso del tiempo!

 

HOFFMANN

No obstante,

¡oh!, novia mía,

te confesaré un pensamiento

que me perturba a mi pesar.

¡La música me inspira celos,

la amas demasiado!

 

ANTONIA

¡Qué extraña idea!

¿Te amo pues por ella,

o la amo a ella por ti?

¿Vas, pues, a prohibirme cantar,

como ha hecho mi padre?

 

HOFFMANN

¿Qué dices?

 

ANTONIA

Sí, mi padre, por el momento,

me impone la virtud del silencio.

¿Te gustaría escucharme?

 

HOFFMANN

¡Qué extraño! Podría ser...

 

ANTONIA

Ven aquí como antaño. Ven aquí.

Escucha y verás si he perdido mi voz.

 

HOFFMANN

¡Cómo se animan tus ojos

y cómo tiembla tu mano!

 

ANTONIA

(Obligándolo a sentarse al clavecín)

Escucha este dulce canto de amor

que cantábamos juntos.

 

HOFFMANN

Ese dulce canto de amor...

 

ANTONIA

... ¡que cantábamos juntos!

 

HOFFMANN

¡Juntos!

 

ANTONIA

¡Es una canción de amor que se eleva,

triste o radiante alternativamente!...

Es una canción, etc.

La nueva rosa sonríe a la primavera.

¡Ay! ¿Cuánto tiempo vivirá?

¡Ah!... ... ¡Ah!

 

AMBOS

¡Es una canción de amor

que se eleva triste!

¡Triste o radiante,

se eleva alternativamente!

¡Es una canción de amor!

 

HOFFMANN

Un rayo de luz nimba tu belleza.

¿Verás el verano, flor del alma?

 

AMBOS

¡Es una canción de amor que se eleva,

triste o radiante alternativamente!...

Es una canción de amor.

 

HOFFMANN

(Antonia se lleva la mano al corazón

y parece estar a punto de desfallecer)

¿Qué tienes? Estás sufriendo...

 

ANTONIA

¡No, no es nada!

 

HOFFMANN

¡Chist!

 

ANTONIA

(saliendo)

¡Cielos! ¡Mi padre! ¡Ven!

 

HOFFMANN

¡No!

Conoceré el secreto de este misterio.

 

(Se oculta en el hueco de

la ventana, aparece Crespel)

 

CRESPEL

(mirando a su alrededor)

¡No, no hay nadie!

Pensé que Hoffmann estaba aquí.

¡Ojalá estuviese en el infierno!

 

HOFFMANN

(aparte)

¡Muchas gracias!

 

FRANZ

(entrando, a Crespel)

¡Señor!

 

CRESPEL

¿Qué?

 

FRANZ

El doctor Miracle.

 

CRESPEL

¡Truhán!... ¡Infame!

Cierra rápido la puerta.

 

FRANZ

Sí, señor, el médico...

 

CRESPEL

¡Él! ¿Médico? ¡No, por mi alma!

¡Un enterrador! ¡Un asesino!

Que matará a mi hija

después de haber matado a mi mujer.

Oigo el ruido de sus frascos.

¡Ojalá los arrojara lejos de aquí!

 

MIRACLE

(aparece súbitamente)

¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!

 

CRESPEL

¡Paciencia!

 

MIRACLE

¡Y bien! ¡Heme aquí, soy yo!

¡Señor Crespel, buen amigo!

¿Dónde está?...

 

CRESPEL

(deteniéndolo)

¡Demonios!

 

MIRACLE

¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!

¡Busco a vuestra Antonia!

El mal lo heredó de su madre.

¿Cómo se encuentra la querida niña?

La curaremos. Llevadme junto a ella.

 

CRESPEL

¡Para asesinarla!... Si dais un paso,

os arrojo por la ventana.

 

MIRACLE

¡Eh! ¡Tranquilizaos! ¡Por favor!

No quiero disgustaros.

 

(Acerca un sillón.)

 

CRESPEL

(mientras se sienta, a Miracle)

¡Vamos! ¡Hablad y sed breve!

 

MIRACLE

Para prevenir el peligro

es necesario que la examine.

 

HOFFMANN

(aparte)

El terror me penetra.

 

CRESPEL

(aparte)

El terror me penetra.

 

MIRACLE

¡Dejadme que hable con ella!

 

(señalando hacia, la puerta

de la habitación de Antonia)

 

¡Cede gustosa a mi férrea voluntad!...

Ven...

 

HOFFMANN, CRESPEL

De espanto... y de horror.

 

MIRACLE

...junto a mí, sin temor...

 

HOFFMANN, CRESPEL

... ¡todo mi ser se hiela!

 

MIRACLE

... ven aquí a tomar... asiento.

¡Cede sin temor a mi férrea voluntad!

 

HOFFMANN, CRESPEL

¡Un extraño terror me encadena

a este sitio! ¡Tengo miedo!

 

(Miracle continúa haciendo gestos

hipnóticos. Parece tomar por la mano

a una persona invisible y conducirla

hasta el sillón)

 

MIRACLE

¡Tened a bien sentaros aquí!

 

CRESPEL

(perplejo)

¡Pero si ya estoy sentado!

 

MIRACLE

(fingiendo ignorar a Crespel)

¿Qué edad tenéis, por favor?

 

CRESPEL

¿Quién? ¿Yo?

 

MIRACLE

(a Crespel)

Estoy hablando a vuestra hija.

 

HOFFMANN

¿Antonia?

 

MIRACLE

¿Qué edad tenéis?

¡Quiero que respondáis!

 

(Parece escuchar)

 

¡Veinte años!

¡La primavera de la vida!

¡Veamos, veamos dadme la mano!

 

CRESPEL

¿La mano?

 

MIRACLE

(saca el reloj de su bolsillo y actúa

como si tomara el pulso de la

invisible Antonia)

¡Chist! Dejadme contar.

 

HOFFMANN

¡Dios!

¿Estoy siendo juguete de un sueño?

¿Es un fantasma?

 

MIRACLE

El pulso es desigual y acelerado,

¡mal síntoma!...

¡Cantad!

 

CRESPEL

¡No, no, cállese! ¡No la haga cantar!

 

MIRACLE

¡Cantad!

 

LA VOZ DE ANTONIA

(haciendo trinos)

¡Ah! ¡Ah!

 

MIRACLE

¿Veis?

Su rostro se anima y su mirada brilla.

Se lleva la mano a su agitado corazón.

 

(parece como si Miracle viese a

Antonia volver a su habitación)

 

CRESPEL

¿Qué dice?...

 

MIRACLE

¡Sería una lástima, en verdad, que la

muerte se llevara tan hermosa presa!

 

CRESPEL

¡Cállese! ¡Cállese!

 

MIRACLE

Si queréis aceptar mi ayuda,

si queréis salvar su vida,

tengo aquí algunos frascos

que mantengo en reserva...

 

(Se pone a sacar de su bolsa los

frascos que hace tintinear unos

contra otros como castañuelas.)

 

CRESPEL

¡Callad!

 

MIRACLE

....con los que podría...

 

CRESPEL

¡Callad!

¡Dios me libre de escuchar

sus consejos, miserable asesino!

 

MIRACLE

...en cualquier ocasión, podría...

 

(Se detiene para calmar a Antonia.)

 

¡Sí, os escucho! ¡Voy enseguida!

¡Un momento!

 

(Dirigiéndose una vez más a Crespel)

 

De estos frascos, pobre padre,

usted desea, yo espero estaréis...

 

CRESPEL

¡Fuera!

 

MIRACLE

... contento...

 

CRESPEL

¡Vete!... ... ¡aléjate de mí, Satán!

¡Ten cuidado con la cólera

y el dolor de un padre!

¡Vete, Satán, vete fuera de mi casa!

¡Ten cuidado con la cólera,

teme el dolor de un padre!

¡Fuera!

 

HOFFMANN

¡Antonia!

¡Yo sabré, pobre niña,

salvarte de la muerte que te espera!

¡En vano te burlas de un padre, Satán!

 

MIRACLE

... ¡Ah! ¡Muy contento! ¡Ah!

 

(Se dirige a la invisible Antonia.)

 

¡Sí, os escucho!

¡Enseguida! ¡Un instante!

 

(Se vuelve una vez más hacia Crespel)

 

¡De estos frascos, pobre padre,

quedaréis contento!

 

(Se dirige de nuevo a Antonia.)

 

¡Sí, os escucho! ¡Sí, enseguida!

 

(en absoluto desconcertado, prosigue)

 

¡De estos frascos, pobre padre,

espero quedaréis contento!...

 

CRESPEL

¡Fuera! ¡Fuera!

 

MIRACLE

...en cualquier momento...

 

CRESPEL

¡Fuera! ¡Fuera!

 

(Empuja a Miracle por la puerta

del fondo y cerrándola tras de él,

desaparecen juntos.)

 

HOFFMANN

(vuelve a la escena)

¡No volver a cantar más! ¡Ay!

¿Cómo obtener de ella

semejante sacrificio?

 

ANTONIA

(aparece)

¿Y bien? ¿Qué ha dicho mi padre?

 

HOFFMANN

No me preguntes nada.

Más tarde lo sabrás todo;

un camino nuevo

se abre para nosotros, ¡Antonia mía!

Para seguir en él mis pasos

aparta de tu mente

esos sueños de futuro, de éxitos

y de gloria, que tu corazón me confió.

 

ANTONIA

¿Pero tú?

 

HOFFMANN

El amor a los dos nos invita.

Todo lo que no seas tú,

no significa nada en mi vida.

 

ANTONIA

¡Está bien! ¡Toma mi mano!

 

HOFFMANN

¡Ah, querida Antonia!

¿Podré agradecerte

lo que haces por mí?

 

(Le besa las manos.)

 

¡Escucha! Alguien sube las escaleras...

Tu padre va a volver tal vez

¡Hasta mañana!

 

ANTONIA

¡Hasta mañana!

 

(Hoffmann sale)

 

ANTONIA

¡Fácilmente, él se ha convertido

en cómplice de mi padre!

Pero ya son superfluas las lágrimas.

Lo he prometido, no cantaré más.

 

(Se deja caer en un sillón.)

 

MIRACLE

(aparece de pronto detrás de ella)

¿No cantarás más?...

¿Has medido el sacrificio

que se impone a tu juventud?

Gracia, belleza, talento,

sagrados dones, todos esos bienes

que el cielo te ha otorgado.

¿debes sepultarlos por una boda?

¿Acaso no ha llegado hasta ti

como un bosque agitado por el viento,

el dulce estremecimiento

de la multitud agolpada

que grita tu nombre

y te sigue con la mirada?

Esa es la ardiente alegría

de una fiesta eterna

que a tus veinte años en flor

te dispones a abandonar,

por los burgueses placeres

a los que quieren encadenarte.

¡Y por chiquitines que

habrán de arruinar tu belleza!

 

ANTONIA

(sin volverse)

¡Ah! ¿Qué voz perturba mi mente?

¿Es el infierno que habla

o Dios que me advierte?

No, no, no está allí la felicidad.

¡Maldita voz!

Contra mi orgullo

mi amor me da fuerzas.

La gloria no vale ni la sombra

de la felicidad a que me invita

la casa de mi bien amado.

 

MIRACLE

¿Qué amores son pues los vuestros?

Hoffmann te sacrifica a su brutalidad;

sólo ama en ti la belleza,

y para él, como para los otros,

¡pronto llegará la infidelidad!

 

(Desaparece atravesando la pared.)

 

ANTONIA

¡No, no me tientes más!

¡Vete, demonio! ¡Ya no quiero oírte!

He jurado ser suya, él me aguarda.

Ya no me pertenezco a mí misma

y no puedo desdecirme.

Sólo hace un momento,

sobre su corazón adorado,

¡él me ha jurado un eterno amor!

¿Quién me salvará de mi demonio?

 

(Dirigiéndose al retrato de tamaño

natural de su madre, colgado sobre

una de las paredes de la habitación)

 

¡Madre mía! ¡Oh, madre mía, lo amo!

 

MIRACLE

(reapareciendo del otro lado)

¿Tu madre? ¿Te atreves a invocarla?

¿Tu madre?

¿Acaso no es ella la que te habla

a través de mi voz,

ingrata muchacha, y te recuerda

el esplendor de su nombre,

del que quieres renegar?

 

(El retrato comienza a brillar. En

su lugar aparece la madre.)

 

¡Escucha!

 

UNA VOZ

¡Antonia!...

 

ANTONIA

¡Cielos!

 

MIRACLE

¡Escucha!

 

LA VOZ 

¡Antonia!

 

MIRACLE

¡Escucha!

 

ANTONIA

¡Dios! ¡Mi madre! ¡Mi madre!

 

EL FANTASMA

Querida niña,

a quien llamo como antaño,

es tu madre, es ella, ¡escucha su voz!

 

ANTONIA

¡Ah! ¡Es mi madre!

¡Es ella! ¡Su alma me llama!

 

MIRACLE

Es su voz. ¿La oyes?

Su voz, la mejor consejera,

que te legó un talento

que el mundo ha perdido.

 

EL FANTASMA

¡Antonia!

 

MIRACLE

¡Escucha! ¡Escucha!

 

EL FANTASMA

¡Antonia!

 

MIRACLE

Parece revivir...

¡El público la aclama con sus bravos!

 

EL FANTASMA

¡Antonia!

 

ANTONIA

¡Madre! ¡Madre!

 

MIRACLE

(toma su violín y acompaña

con frenesí)

¡Canta pues con ella!

 

ANTONIA

¡Su alma me llama!

 

MIRACLE

¡Canta pues! ¡Canta!

 

EL FANTASMA

¡Antonia!

 

ANTONIA

¡Madre!

 

MIRACLE

¡Canta con ella!

 

EL FANTASMA

¡Antonia!

 

ANTONIA

¡Mi madre... madre! ¡Ah!

 

MIRACLE

¡Canta con ella!

 

EL FANTASMA

¡Ah! Querida niña,

a la que llamo como antaño.

¡Escucha mi voz!

 

MIRACLE

Sí, su alma te llama como antaño.

¡Es tu madre! ¡Escucha su voz!

 

ANTONIA

¡Sí, su alma me llama como antaño!

¡Es ella! ¡Ella! ¡Escucho su voz!

¡Sí, escucho su voz! ¡Ah! ¡Madre!

¡Ah! ¡No! ¡Basta, estoy exhausta!

¡No quiero... cantar más!

 

MIRACLE

¡Otra vez! ¡Otra vez!

 

ANTONIA

¡Qué ardor!

¿Qué... ardor me abrasa y me devora?

 

MIRACLE

¡Sigue! ¿Por qué detenerte?...

 

(Como antes)

 

¡Es tu madre! ¡Es ella!

Su alma te llama como antaño.

¡Escucha su voz!

 

ANTONIA

¡Madre! ¡Te escucho!

 

EL FANTASMA

¡Querida niña, a la que llamo!

 

MIRACLE

¡Sí, tu madre te llama!...

¡Sí, es su alma, que te llama!

 

ANTONIA

¡Ah!

 

EL FANTASMA

¡Te llamo como antaño!

 

ANTONIA

¡Sí, su alma... me llama! ¡Ah!

 

EL FANTASMA

¡Mi voz te llama!

 

MIRACLE

¡Su voz te llama!

 

(Miracle no deja de tocar su violín

frenéticamente a lo largo de todo el

siguiente pasaje.)

 

ANTONIA

(anhelante)

¡Cedo a la emoción que me embriaga!

 

(lo repite varias veces)

 

¿Qué luz deslumbra mi ojos? etc. ¡Ah!

¡Un momento más... de vida!

¡Un solo momento más de vida,

y que mi alma vuele a los cielos! ¡Ah!

 

EL FANTASMA

¡Mi voz te llama como antaño!

¡Canta siempre, hija mía! Canta.

 

MIRACLE

¡Canta, canta, canta, más!

Su voz te llama.

 

(Miracle desaparece estallando

en una risa sardónica)

 

CRESPEL

(se precipita impetuosamente

en escena)

¡Niña mía! ¡Hija mía! ¡Antonia!

 

ANTONIA

(exhala un último suspiro)

¡Padre mío! ¡Escuchad!

¡Es mi madre... que me llama!...

y él... ha vuelto...

Es una canción de amor,

una canción de amor que se eleva...

triste o enloquecida...

¡Ah! ¡Es una canción de amor!

 

(Expira en medio de un trino.)

 

CRESPEL

¡No! ¡Una sola palabra, ¡Una sola!

¡Hija mía! ¡Háblame! ¡Hija mía!

¡Háblame, pues! ¡Muerte maldita!

¡No! ¡Piedad, piedad! ¡Por favor!

 

(a Hoffmann que entra

precipitadamente en escena)

 

¡Aléjate de mi hija!

 

HOFFMANN

(alarmado)

¿Por qué esos gritos?

 

CRESPEL

¡Hoffmann! ¡Ah! ¡Miserable!

¡Tú la has matado!

¡Sangre! ¡Para colorear sus mejillas!...

¡Un arma! ¡Un cuchillo! ¡Un cuchillo!

 

(Apoderándose de un cuchillo

se arroja sobre Hoffmann.)

 

NICKLAUSSE

(entrando justo a tiempo para impedir

a Crespel llevar a cabo su proyecto

sanguinario)

¡Miserable!

 

HOFFMANN

(a Nicklausse)

¡Pronto! ¡Da la alarma!

¡Un médico! ¡Un médico!

 

MIRACLE

(aparece)

¡Presente!

 

(toma el pulso a Antonia)

 

¡Muerta!

 

CRESPEL

¡Ah! ¡Dios, mi niña! ¡Mi hija!

 

HOFFMANN

¡Antonia!

 

(Franz entra atraído por el tumulto

y se arrodilla junto a la muerta.)

 

(A manera de intermedio la orquesta

interpreta la Barcarola, antes de

tocar la música del entreacto)

 

ACTO  QUINTO

(Epílogo)

 

 

(La taberna de Luther como en

el primer acto. Cada uno ocupa

exactamente el mismo lugar que

al final del primer acto.)

 

HOFFMANN

Esta es la historia

de mis tres amores

cuyo recuerdo permanecerá siempre

en mi corazón.

 

(Aplausos para Stella

entre bastidores.)

 

LUTHER

(entrando)

Gran éxito, aclaman a nuestra

"prima donna'.

 

LINDORF

(aparte)

Ya no hay nada que temer...

¡Para mí la más bella!

 

(Se escabulle)

 

HOFFMANN

¡Stella!...

 

NATHANAEL

¿Qué tienen ellas de común

con Stella?

 

NICKLAUSSE

(incorporándose)

¡Ah! ¡Comprendo!

Tres dramas y un drama:

Olimpia ... Antonia.... Julieta ...

no son más que una misma mujer:

¡Stella!

 

HOFFMANN

¡Sí, los tres aspectos de la vida!

¡Artista, cortesana y niña!

 

ESTUDIANTES

¡Stella!

 

NICKLAUSSE

¡Brindemos por esta honesta dama!

 

(los estudiantes ríen)

 

HOFFMANN

(furioso, rompe su vaso)

Una palabra más y, por mi alma,

¡que te rompo como a esto!...

 

NICKLAUSSE

¿A mí? ¿A tu mentor? ¡Gracias!...

 

HOFFMANN

¡Estoy loco!...

¡Para nosotros el vértigo divino

de los vapores del alcohol,

de la cerveza y del vino!

¡Para nosotros la loca ebriedad,

sumergirse en la nada !

¡Que el ponche nos ilumine!

 

ESTUDIANTES

¡Que el ponche nos ilumine!

 

HOFFMANN

¡Embriaguémonos!

 

ESTUDIANTES

¡Embriaguémonos!

 

HOFFMANN

¡Y que los más locos

se revuelquen bajo las mesas!

 

ESTUDIANTES

Y que los más locos

Se revuelquen bajo las mesas!

 

(entonan la cantinela

del primer acto)

 

Luther es un buen hombre.

¡Viva la camaradería! ¡Viva, la, la!

Mañana lo golpearemos.

¡Viva la camaradería! ¡Viva, la, la!

Su bodega es la de un buen pillo.

¡Viva la camaradería! ¡Viva, la, la!

Mañana la saquearemos.

¡Viva la camaradería! ¡Viva, la, la!

 

(Todos los estudiantes, ya ebrios, se

dirigen al salón contiguo.)

 

LA MUSA 

(apareciendo aureolada

por una luz color de rosa)

¿Y yo? ¿Yo, tu fiel amiga

cuya mano enjugó tus lágrimas?

¿Por quién ha suspirado

el dolor callado desde el cielo?

¿Acaso no soy nada?

¡Que se apacigüe en ti

la tempestad de las pasiones!

El hombre ya no existe;

¡nace el poeta!

¡Te amo Hoffmann! ¡Pertenéceme!

Con las cenizas de tu corazón

templa tu genio.

En la serenidad, sonríe a tus dolores.

La musa suavizará tu bendito sufrimiento.

¡Se es grande por el amor,

y más grande por el llanto!

 

(Desaparece.)

 

HOFFMANN

¡Oh, Dios!

¡Con qué ebriedad

enciendes tú mi alma!

Como un concierto divino

tu voz me ha penetrado.

Mi ser es devorado

por un ardiente y dulce fuego.

Tu mirada ha vertido su ardor

en mí como un radiante astro.

Y siento, ¡oh, mi amada Musa!

pasar tu aliento perfumado

sobre mis labios y mis ojos... etc.

¡Musa amada, soy tuyo!

 

(Se desploma sobre la mesa, con la

cabeza hundida entre los brazos.)

 

STELLA

(entra yendo hacia Hoffmann)

¡Hoffmann dormido!...

 

NICKLAUSSE

¡No!... ¡Borracho perdido!...

¡Demasiado tarde, señora!

 

LINDORF

¡Diablos!

 

NICKLAUSSE

(a Stella)

¡Pero aquí está el concejal Lindorf

que os aguarda!

 

(Stella toma a Lindorf por el brazo;

Hoffmann, alelado, la sigue fijamente

con la mirada.)

 

ESTUDIANTES

(entonando otro refrán igual

que en el primer acto)

¡Hasta la mañana llena mi vaso!

¡Hasta la mañana colma mi jarra!

 

FIN

 

 

PREMIER ACTE

(Prologue)

 

(La Taverne de maître Luther. Intérieur

dune taverne allemande. Au fond, à droite,

en pan coupé, grande porte donnant sur

la rue. A gauche, en pan coupé, une fenêtre

à petits vitraux. Dans le milieu un large

enfoncement rempli de tonneaux

symétriquement rangés autour d'un

tonneau colossal surmonté d'un petit

Bacchus tenant une banderole qui porte

cet exergue: Au Tonneau de Nuremberg.

Au-dessus des tonneaux s'étagent des

rayons garnis de flacons de toutes formes.

Devant le grand tonneau un petit comptoir.

Portes latérales sur le premier plan, à

gauche, un grand poêle â droite, une

horloge de bois et une petite porte cachée

dans la boiserie. Cette boiserie s'étend sur

la muraille, tout autour de la salle á la

hauteur d'homme. Çà et là, des tables et

des bancs. Il fait nuit, la scène est éclairée

par un rayon de lune)

 

CHOEUR INVISIBLE

(les esprits du vin et de la bière)

Glou! glou! glou! je suis le vin.

Glou! glou! glou! je suis la bière. Ah!

Glou! glou! glou!

nous sommes les amis des hommes;

nous chassons d'ici

langueur et souci, etc.

Glou! glou! glou!

 

LA MUSE 

La vérité, dit-on, sortait d'un puits.

La Muse, si vous le permettez,

sortira d'un tonneau,

s'en remettant du soin

de trouver son excuse,

à tous les gens de bien

qui ne boivent pas d'eau.

C'est là que, parmi la fumée

et le vin vieux des noirs celliers,

naissent les rêves par milliers;

là que d'Hoffmann je fus aimée!

Elle est sur scène;

un peuple l'acclame;

le divin Mozart

prête à ses accents

ce foyer menteur, cette ardente flamme,

qui d'Hoffmann jadis embrasa les sens,

Je veux qu'il répudie un amour qui m'outrage

et m'appartienne tout entier!

Vous, flacons et tonneaux,

secondez mon ouvrage;

votre ivresse fait oublier.

 

(Les lumières s'allument.)

 

LINDORF

(à André, avec irritation,

comme il fait son entrée)

Le conseiller Lindorf, parbleu!

Tu ne connais pas le conseiller Lindorf?

 

ANDRÉ

Non!

 

LINDORF

Ainsi, tu appartiens à la Stella?

 

ANDRÉ

Oui.

 

LINDORF

Ne vient-elle pas de Milan?

 

ANDRÉ

Oui.

 

LINDORF

Aime-t-elle quelqu'un?

 

ANDRÉ

(tendant la main pour quémander,

de plus en plus optimiste)

Oui.

 

LINDORF

Hoffmann?

 

ANDRÉ

Oui.

 

LINDORF

Donne-moi cette lettre.

 

(André remets la lettre et il reçoit

dix thalers en échange.)

 

Tiens! et va-t-en au diable!

 

ANDRÉ

(déçu: en s'en allant)

Oui.

 

LINDORF

Voyons si la maîtresse

est aussi monosyllabique que le valet.

Tiens! une clef.

 

(Il décachette la lettre)

 

"Cher Hoffmann,

je t'attends dan deux heures,

après la représentation.

Je t'aime, Stella",

 

Ha, ha, ha! Oh! les femmes!

Non, cela ne sera pas,

chère prima donna,

et dans deux heures,

c'est le conseiller Lindorf

qui ouvrira discrètement la porte

de votre boudoir parfumé.

Dans les rôles d'amoureux langoureux

je sais que je suis pitoyable;

mais j'ai de l'esprit comme un diable,

comme un diable!

Mes yeux lancent des éclairs,

j'ai dans tout le physique

un aspect satanique

qui produit sur les nerfs

l'effet d'une pile électrique,

par les nerfs j'arrive au cur,

je triomphe par la peur.

Oui, chère prima donna,

quand on a la beauté parfaite

on doit dédaigner un poète,

un poète!

De ce boudoir parfumé,

que le diable m'emporte

si je n'ouvre pas la porte!

Mon rival est aimé,

je ne le suis pas, que m'importe?

Que m'importe?

Sans parler du positif,

je suis vieux, mais je suis vif!

 

(regarde sa montre)

 

Deux heures devant moi!...

Si j'ai bonne mémoire,

c'est dans ce cabaret,

qu'avec de jeunes fous

Hoffmann vient deviser et boire!

Surveillons-le

jusqu'au moment du rendez-vous!

 

LUTHER

(entrant, suivi de ses garçons)

Vite! vite! qu'on se remue!

Les brocs! les chopes, les quinquets!

Les toasts vont suivre les bouquets!

Et souhaiter la bienvenue

a cet astre du firmament!

Vivement, garçons, vivement!

 

(Le garçons achèvent de préparer la

salle. La porte du fond s'ouvre:

Nathanaël, Hermann et une troupe

d'étudiants entrent gaiement en scène.)

 

HERMANN, NATHANAËL, ÉTUDIANTS

Drig, drig, drig, maître Luther!

Tison d'enfer!

A nous ta bière, à nous ton vin!

Jusqu'au matin remplis mon verre,

jusqu'au matin remplis

les pots d'étain!

Du vin! du vin!

 

HERMANN

Luther est un brave homme;

tire tan laïre!

 

ÉTUDIANTS

Tire tan laïre!

 

HERMANN

C'est demain qu'on l'assomme!

Tire lan la!

 

ÉTUDIANTS

Tire tan la!

Du vin! du vin!

 

LUTHER

Voilà, voilà, messieurs, voilà!

 

HERMANN

Sa cave est d'un bon drille,

tire lan laïre!

 

ÉTUDIANTS

Tire tan laïre!

 

HERMANN

C'est demain qu'on la pille.

Tire lan la!

 

ÉTUDIANTS

Tire tan la!

Du vin! du vin!

 

LUTHER

Voilà, voilà, messieurs, voilà!

 

NATHANAËL

Sa femme est fille d'Ève,

tire tan laïre!

 

NATHANAËL, ÉTUDIANTS

Tire lan laïre!

 

NATHANAËL

C'est demain qu'on l'enlève,

Tire lan la!

 

NATHANAËL, ÉTUDIANTS

Tire lan la!

 

TOUS

Sa femme est fille d'Éve,

Tire lan laïre, Tire lan la!

C'est demain qu'on l'enlève,

Tire lan laïre, Tire lan la!

Du vin! Du vin!

 

(Bruit de gobelets.)

 

LUTHER

Voilà, voilà, messieurs, voilà!

 

TOUS

Jusqu'au matin

Remplis mon verre!

Jusqu'au matin

Remplis les pots d'étain! A nous ton vin!

 

NATHANAËL

Vive Dieu! mes amis,

la belle créature!

Comme au chef-d'uvre de Mozart

Elle prête l'accent d'une voix ferme et sûre!

C'est la grâce de la nature,

et c'est le triomphe de l'art!

Que mon premier toast soit pour elle!

Je bois à la Stella!

 

TOUS

Vivat! à la Stella!

 

NATHANAËL

Comment Hoffmann n'est il pas là

Pour fêter avec nous cette étoile nouvelle!

Eh! Luther... ma grosse tonne!

Qu'as-tu fait de notre Hoffmann?

 

HERMANN

C'est ton vin qui l'empoisonne!

Tu l'as tué, foi d'Hermann!

 

TOUS

Rends-nous Hoffmann!

 

LINDORF

(à part)

Au diable Hoffmann!

 

NATHANAËL

Morbleu! qu'on nous l'apporte

ou ton dernier jour a lui!

 

LUTHER

Messieurs, il ouvre la porte,

et Nicklausse est avec lui!

 

TOUS

Vivat! vivat! c'est lui!

 

LINDORF

Veillons sur lui!

 

HOFFMANN

(entrant avec Nicklausse,

l'air mélancolique)

Bonjour, amis!

 

NICKLAUSSE

Bonjour!

 

HOFFMANN

Un tabouret! un verre! Une pipe!

 

NICKLAUSSE

Pardon, seigneur!

sans vous déplaire, je bois,

fume et m'assieds comme vous!...

part à deux!

 

NATHANAËL

C'est juste!

 

HERMANN, ÉTUDIANTS

Place à tous les deux,

si, place á tous les deux!

 

(Hoffmann et Nicklausse s'as soient,

Hoffmann se prend la tâte entre

les mains)

 

NICKLAUSSE

(fredonnant l'air de Leporello

dans le don Giovanni de Mozart)

Notte e giorno mal dormir...

 

(éclats de rire, vite réprimés par la

réaction coléreuse d'Hoffmann)

 

HOFFMANN

Tais-toi, par le diable!

 

NICKLAUSSE

Oui, mon maître.

 

HERMANN

Oh!, oh! d'où vient cet air fâché?

 

NATHANAËL

C'est à ne pas te reconnaître,

Sur quelle herbe as-tu donc marché?

 

HOFFMANN

Hélas! sur une herbe morte

au souffle glacé du nord!

 

NICKLAUSSE

Et là, près de cette porte,

sur un ivrogne qui dort!

 

HOFFMANN

C'est vrai! Ce coquin là, pardieu!

m'a fait envie!

À boire! á boire!...

Et comme lui, couchons dans le ruisseau.

 

HERMANN

Sans oreiller?

 

HOFFMANN

La pierre!

 

NATHANAËL

Et sans rideau?

 

HOFFMANN

Le ciel!

 

NATHANAËL

Sans couvre-pied?

 

HOFFMANN

La pluie!

 

HERMANN

As-tu le cauchemar, Hoffmann?

 

HOFFMANN

Non, mais ce soir,

Tout á l'heure, au théâtre...

 

TOUS

Eh bien?

 

HOFFMANN

J'ai cru revoir... Baste!...

à quoi bon rouvrir une vieille blessure?

La vie est courte!...

il faut l'égayer en chemin.

Il faut boire, chanter et rire à l'aventure,

sauf á pleurer demain!

 

NATHANAËL

Chante donc le premier,

sans qu'on te le demande;

nous ferons chorus.

 

TOUS

Nous ferons chorus!

 

HOFFMANN

Soit!

 

NATHANAËL

Quelque chose de gai.

 

HERMANN

La chanson du rat!

 

NATHANAËL

Non! moi, j'en suis fatigué.

Ce qu'il nous faut,

c'est la légende de Kleinzach.

 

ÉTUDIANTS

C'est la légende de Kleinzach!

 

HOFFMANN

Va pour Kleinzach!

 

Il était une fois

à la cour d'Eisenach...

 

ÉTUDIANTS

A la cour d'Eisenach!

 

HOFFMANN

Un petit avorton

qui se nommait Kleinzach!

 

ÉTUDIANTS

Qui se nommait Kleinzach!

 

HOFFMANN

Il était coiffé d'un colbac,

et ses jambes elles faisaient Clic Clac!

Clic clac! Clic Clac!

Voilà, voilà Kleinzach.

 

ÉTUDIANTS

Clic Clac!

 

HOFFMANN

Clic Clac!

 

TOUS

Voilà, voilà Kleinzach!

 

HOFFMANN

Il avait une bosse en guise d'estomac!

 

ÉTUDIANTS

En guise d'estomac!

 

HOFFMANN

Ses pieds ramifiés

semblaient sortir d'un sac!

 

ÉTUDIANTS

Semblaient sortir d'un sac!

 

HOFFMANN

Son nez était noir de tabac,

et sa tête faisait cric crac!

Cric crac, cric crac!

Voilà, voilà Kleinzach!

 

ÉTUDIANTS

Cric crac!

 

HOFFMANN

Cric crac!

 

TOUS

Voilà, voilà Kleinzach!

 

HOFFMANN

Quant aux traits de sa figure...

 

(11 semble s'absorber peu à peu

dan son rêve.)

 

ÉTUDIANTS

Quant aux traits de sa figure...

 

HOFFMANN

Quant aux traits de sa figure...

 

(Il se lève.)

 

Ah! sa figure était charmante!

Je la vois, belle comme le jour où,

courant après elle,

je quittai comme un four

la maison paternelle

et m'enfuis à travers les valons et les bois!

Ses cheveux en torsades sombres

sur son col élégant

jetaient leurs chaudes ombres.

Ses yeux, enveloppés,

d'azur, promenaient autour d'elle

un regard frais et pur et,

comme notre char emportait sans secousse

nos curs et nos amours,

sa voix vibrante et douce

aux cieux qui l'écoutaient

jetait ce chant vainqueur

dont l'éternel écho

résonne dans mon cur!

 

NATHANAËL

O bizarre cervelle!

Qui diable peints tu là!

Kleinzach?

 

HOFFMANN

Kleinzach?

Je parle d'elle!

 

NATHANAËL

Qui?

 

HOFFMANN

(revenant sur terre)

Non! personne! rien! mon esprit se troublait!

Rien!... Et Kleinzach vaut mieux,

tout difforme qu'il est!

 

Quand il avait trop bu de genièvre

ou de rack...

 

ÉTUDIANTS

De genièvre ou de rack!

 

HOFFMANN

... il fallait voir flotter

les deux pans de son frac!

 

ÉTUDIANTS

Les deux pans de son frac...

 

HOFFMANN

... comme des herbes dans un lac,

et le monstre faisait flic flac!

Flic flac! flic flac!

Voilà, voilà Kleinzach!

 

ÉTUDIANTS

Flic flac!

 

HOFFMANN

Flic flac! 

 

TOUS

Voilà, voilà Kleinzach!

 

(applaudissements bruyants)

 

HOFFMANN

Peuh!... cette bière est détestable!

Allumons le punch!

 

ÉTUDIANTS

Allumons le punch!

 

HOFFMANN

Grisons-nous!

 

ÉTUDIANTS

Grisons-nous!

 

HOFFMANN

Et que les plus fous

roulent sous la table!

 

ÉTUDIANTS

Et que les plus fous,

roulent sous la table!

Luther est un brave homme,

tire tan laïre, tire lan la.

C'est demain qu'on l'assomme,

tire lan laïre, tire lan la.

Sa cave est d'un bon drille.

Tire tan laïre, tire lan la.

C'est demain qu'on la pille,

tire lan laïre, tire lan la.

 

(Les lumières s'étendent.)

 

NICKLAUSSE

Á la bonne heure, au moins!

Voilà que l'on se pique de raison

et de sens pratique!

Peste soit des curs langoureux!

 

NATHANAËL

Gageons qu'Hoffmann est amoureux!

 

HOFFMANN

Amoureux... Le diable m'emporte

si jamais je le deviens...

 

LINDORF

Eh! eh! eh!

L'impertinence est forte...

Il ne faut jurer de rien.

 

HOFFMANN

Plaît-il?

 

(reconnaissant Lindorf)

 

Quand on parte du diable,

on en voit les cornes!

 

NICKLAUSSE

(à Lindorf)

Pardon. La perruque!

Chaste don d'une épouse

trope aimable!

 

ÉTUDIANTS

Respect aux maris!

Ne les raillons pas!

Nous serons un jour dans le même cas!

 

HOFFMANN

(gracieusement)

Et par où votre diablerie

est-elle entrée ici,

cher oiseau de malheur?

 

LINDORF

(se levant et avec la même grâce)

Par la porte,

aussi bien que votre ivrognerie,

Chère ciguë en fleur!

 

HOFFMANN

Comme Anselmus, rare merveille,

venez-vous me mettre en bouteille,

cher auteur de mes maux?

 

LINDORF

Vous me prenez pour une bûche,

la piquette se met en cruche,

cher diseur de bons mots!

 

HOFFMANN

C'est donc, si la chose est vraie,

que vous en buvez, cher pot?

 

LINDORF

Si je la bois, je la paie,

cher orateur de tripot!

 

HOFFMANN

Avec l'argent qu'à moi-même

vous me volez, cher vautour?

 

LINDORF

En admettant qu'un bohème

soit valable, cher amour!

 

HOFFMANN

(levant son verre)

À madame votre femme,

cher suppôt de Lucifer!

 

LINDORF

(faisant de même)

Elle en mourra, sur mon âme,

cher échappé de l'Enfer!

 

HOFFMANN

Chersuppôt de Lucifer!

 

LINDORF

Cheréchappé de l'Enfer!

 

(ils boivent.)

 

NICKLAUSSE

Simple échange de politesses!

C'est ainsi qu'à l'ombre des bois

de deux bergers pour leurs maîtresses

alternaient les chants et les voix!

 

NICKLAUSSE, ÉTUDIANTS

Alternaient les chants et les voix!

 

HOFFMANN

(à Nicklausse)

Je vous dis, moi, qu'un malheur me menace!

 

(montrant Lindorf du doigt)

 

Je ne l'ai pas rencontré face à face

qu'il ne m'en soit arrivé quelqu'ennui!

Tout mauvais sort me vient de lui!

Si je joue, il me fait perdre!

 

LINDORF

Bon!

Il faut croire que vous jouez mal!

 

HOFFMANN

Si je bois, J'avale de travers!

 

LINDORF

Vous ne savez pas boire!

 

HOFFMANN

Si j'aime...

 

LINDORF

Ha! ha! ha!

monsieur aime donc quelquefois?

 

HOFFMANN

Après?

 

NATHANAËL

Il ne faut pas en rougir, j'imagine,-

Notre ami Wilhelm que voilà

brûle pour Léonore

et la trouve divine;

Hermann aime Gretchen;

et moi je me ruine pour la Fausta!

 

HOFFMANN

(à Wilhelm)

Oui, Léonore, ta virtuose!

 

(á Hermann)

 

Oui, Gretchen, ta poupée inerte,

au coeur glacé!

 

(a Nathanaël)

 

Et la Fausta, pauvre in sensé!

la courtisane au front d'airain!

 

HERMANN

Ta maîtresse est donc un trésor

que tu méprises tant les nôtres?

 

HOFFMANN

Ma maîtresse?

Non pas! ¡Mieux trois maîtresses!

 

(a par)

 

Oui, Stella!

Trois femmes dans la même femme!

Trois âmes dans une seule âme!

Artiste, jeune fille, et courtisane!...

 

(à l'étudiants)

 

Voulez-vous le récit

de ces folles amours?

 

ÉTUDIANTS

Écoutons!

Il est doux de boire

au récit d'une folle histoire,

en suivant le nuage clair

que la pipe jette dans l'air, etc.

 

NICKLAUSSE

En suivant le nuage, le nuage,

le nuage dans l'air.

 

HOFFMANN

Je commence.

 

NICKLAUSSE

Silence!

 

ÉTUDIANTS

Silence!

 

HOFFMANN

Le nom de la première était Olympia!

 

ACTE  DEUXIÈME

(Olympia)

 

 

(París. Un riche cabinet de physicien donnant

sur une galerie dont les portes sont closées par

des tapisseries; portes latérales fermées

également par des portières. Le théâtre

est éclairé par des bougies)

 

SPALANZANI

(seul, il tient la portière

de droite soulevée)

Là! dors en paix..

Eh! Eh!... sage, modeste et belle,

je rentrerai par elle

dans les cinq cents ducats

que la banqueroute du juif Élias me coûte!

Reste Coppélius dont la duplicité

pour avoir de moi quelque somme,

peut réclamer des droits à la paternité,

Diable d'homme!...

Il est loin, par bonheur!

 

(Hoffmann entre)

 

Ah! bonjour... enchanté!...

 

HOFFMANN

Je viens trop tôt, peut-être?

 

SPALANZANI

Comment donc, un élève...

 

HOFFMANN

Indigne de son maître.

 

SPALANZANI

Trop modeste, en vérité!

Plus de vers, plus de musique,

et vous serez en physique

professeur de faculté.

Vous connaîtrez ma fille,

un sourire angélique,

 

(solennel!)

 

La physique est tout, mon cher!

Olympiavaut très cher!...

 

HOFFMANN

(a part)

Quel rapport la physique

a-t-elle avec sa fille?

 

SPALANZANI

(appelant)

Holà! hé!... Cochenille!

 

(Cochenille paraît.)

 

Fais allumer partout...

 

COCHENILLE

(bégayant)

Et... le champagne

 

SPALANZANI

Attends! Suis-moi.

 

(à Hoffmann)

 

Pardon, mon cher,

je reviens dans l'instant.

 

(ils sortent.)

 

HOFFMANN

(seul)

Allons! Courage et confiance.

Je deviens un puits de science.

Il faut tourner selon le vent.

Pour mériter celle que j'aime,

je saurai trouver en moi- même

l'étoffe d'un savant...

Elle est là... Si j'osais!

 

(soulevant doucement le rideau

qui dissimule l'une des portes)

 

C'est elle!

Elle sommeille!... Qu'elle est belle!

Ah! vivre deux!

N'avoir qu'une même espérance,

un même souvenir!

Partager te bonheur, partager la souffrance,

oui, la souffrance! Partager l'avenir!

Laisse, laisse ma flamme verser

en toi le jour!

Ah! laisse éclore ton âme

aux rayons de l'amour!

Foyer divin!

Soleil dont l'ardeur nous pénètre

et nous vient embraser!

Ineffable délire où l'on sent tout son être,

oui, tout son être, se fondre en un baiser.

 

NICKLAUSSE

(faisant son entrée)

Pardieu!

J'étais bien sûr de te trouver ici!

 

HOFFMANN

Chut!

 

NICKLAUSSE

Pourquoi?

C'est là que respire la belle Olympia?

Va, mon enfant! Admire!

 

HOFFMANN

C'est un ange! Oui, je l'adore!

 

NICKLAUSSE

Attends à la connaître mieux!

 

HOFFMANN

L'âme qu'on aime est aisée â connaître!

 

NICKLAUSSE

Quoi? d'un regard?

Par la fenêtre?

 

HOFFMANN

Il suffit d'un regard

pour embrasser les cieux!

 

NICKLAUSSE

Quelle chaleur!

Au moins sait-elle que tu l'aimes?

 

HOFFMANN

Non!

 

NICKLAUSSE

Écris-lui!

 

HOFFMANN

Je n'ose pas.

 

NICKLAUSSE

Pauvre agneau!

Parle-lui!

 

HOFFMANN

Les dangers sont les mêmes

 

NICKLAUSSE

Alors, chante, morbleu!

Pour sortir d'un tel pas!

 

HOFFMANN

Monsieur Spalanzani

n'aime pas la musique.

 

NICKLAUSSE

Oui, je sais! Tous pour la physique!

Une poupée aux yeux d'émail

jouait aux mieux de l'éventail

auprès d'un petit coq en cuivre;

tous deux chantaient á l'unisson

d'une merveilleuse façon,

dansaient, caquetaient, semblaient vivre.

 

HOFFMANN

Plaît-il? Pourquoi cette chanson?

 

NICKLAUSSE

Ah! le petit coq luisant

et vif avec un air rébarbatif,

tournait par trois fois sur lui-même;

par un rouage ingénieux,

la poupée, en roulant les yeux,

soupirait et disait. Je t'aime!

 

COPPÉLIUS

(comme il entre en scène, un sac au dos)

C'est moi, Coppélius.

Doucement, prenons garde!

 

(apercevant Hoffmann)

 

Quelqu'un...

 

NICKLAUSSE

(se relouant)

Hein!...

 

COPPÉLIUS

(à part)

Qu'est-ce donc que ce monsieur regarde?

 

(regardant par-dessus l'épaule

d'Hoffmann)

 

Notre Olympia!... fort bien...

 

NICKLAUSSE

(à part)

Leur Olympia?

 

COPPÉLIUS

(à Hoffmann)

Jeune homme.

 

(Elevant la voix)

 

Eh! monsieur! Il n'entend rien!

 

(voyant qu'Hoffmann ne répond

pas, luis frappant sur l'épaule)

 

Monsieur!

 

HOFFMANN

Plaît-il?

 

COPPÉLIUS

Je me nomme Coppélius,

un ami de monsieur Spalanzani.

 

(Hoffmann le salue.)

 

Voyez ces baromètres hygromètres,

thermomètres, au rabais,

mais au comptant.

Voyez, vous en serez content.

 

(Vidant à terre son sac rempli

de lorgnons, lunettes et lorgnettes.)

 

Chacun de ces lorgnons

rend noir comme le jais,

ou blanc comme l'hermine.

Assombrit, illumine, éclaire,

ou flétrit les objets.

J'ai des yeux, de vrais yeux,

des yeux vivants, des yeux de flamme,

des yeux merveilleux

qui vont jusque au fond de l'âme

et qui même en bien des cas

en peuvent prêter

une à ceux qui n'en ont pas.

J'ai des yeux, de vrais yeux vivants,

des yeux de flamme.

J'ai des yeux, de beaux yeux! Oui!

Veux-tu voir le cur d'une femme?

S'il est pur ou S'il est infâme!

Ou bien préfères-tu le voir,

le voir tout blanc quand il est noir?

Prends et tu verras ce que tu voudras.

Prenez mes yeux, mes yeux vivants,

mes yeux de flamme,

mes yeux qui percent l'âme.

Prenez mes yeux!

 

HOFFMANN

Dis-tu vrai?

 

COPPÉLIUS

Voyez!

 

HOFFMANN

Donne!

 

COPPÉLIUS

Trois ducats!

 

HOFFMANN

(soulevant la portière

il regardant)

Dieu puissant! quelle grâce rayonne

sur son front!

 

COPPÉLIUS

Trois ducats.

 

HOFFMANN

Cherange, est-ce bien toi?

 

COPPÉLIUS

(faisant retomber la portière)

Trois ducats!

 

HOFFMANN

Ah! pourquoi me ravir cette image

de bonheur et d'amour?

 

(Nicklausse donne les ducats á Coppélius.)

 

SPALANZANI

(entrant en se frottant les

mains, puis apercevant Coppélius)

Hein! Vous?

 

COPPÉLIUS

Ce cher maître!...

 

SPALANZANI

Morbleu! Il était convenu...

 

COPPÉLIUS

Rien d'écrit...

 

SPALANZANI

Mais...

 

COPPÉLIUS

Chimère!...

L'argent sur vous pleuvra dans peu,

je veux tout partager.

 

SPALANZANI

Ne suis-je pas le père d'Olympia?

 

COPPÉLIUS

Pardon, elle a mes yeux.

 

SPALANZANI

Plus bas!...

 

(á part)

 

Bien lui prend que j'ignore son secret.

Mais j'y pense, oui!

 

(haut)

 

Voulez-vous encore cinq cents ducats?

qu'un écrit de vous m'abandonne ses yeux,

ainsi que toute sa personne,

et voici votre argent

sur le juif Élias.

 

COPPÉLIUS

Élias?

 

SPALANZANI

Une maison sûre.

 

HOFFMANN

(bas, à Nicklausse)

Quel marche peuvent-ils conclure?

 

COPPÉLIUS

(écrit sur ses tablettes)

Allons, c'est dit.

 

SPALANZANI

(Ils échangent leurs papiers)

Donnant, donnant! Ce cher ami!

 

(Ils s'embrassent.)

 

COPPÉLIUS

Ce cher ami!

 

SPALANZANI

(á part)

Va, maintenant!

Va te faire payer!

 

COPPÉLIUS

A propos, une idée,

Mariez Olympia!

 

(montrant Hoffmann)

 

Le jeune fou que voilà.

Ne vous ¡'a donne pas demandée?

 

SPALANZANI

(l'embrassant)

Ce cher ami!

 

COPPÉLIUS

(même jeu)

Ce cher ami.

 

(II sort en ricanant.)

 

SPALANZANI

(à Hoffmann)

La physique, mon cher!.

 

HOFFMANN

Ah! ... C'est une manie.

 

COCHENILLE

(paraissant  au fond)

Monsieur, voilà toute la compagnie.

 

LES INVITÉS

Non, aucun hôte, vraiment, non,

mais vraiment, ne reçoit plus richement!

Par le goût, sa maison brille!

Tout s'y trouve réuni.

Ça, monsieur Spalanzani,

présentez-nous votre fille.

On la fit faite à ravir,

aimable, exempte de vices.

Nous comptons nous rafraîchir

après quelques exercices.

Non, aucun hôte vraiment, non,

mais vraiment ne reçoit plus richement!

 

SPALANZANI

(tout en se dirigeant vers la porte de

droite en compagnie de Cochenille)

Vous serez satisfaits, messieurs,

dans un moment.

 

NICKLAUSSE

Enfin, nous allons voir de près

cette merveille, cette merveille sans pareille!

 

HOFFMANN

Silence! La voici!

 

(Entrée de Spalanzani conduisant Olympia

Cochenille les suit. Curiosité générale)

 

Mesdames et messieurs,

je vous présente ma fille Olympia.

 

LES INVITÉS

Charmante! Charmante!

Elle a de très beaux yeux!

Sa taille est fort bien prise!

Voyez comme elle est mise!

Il ne lui manque rien!

Vraiment, elle est très bien!

 

HOFFMANN

Ah! qu'elle est adorable!

 

NICKLAUSSE

Charmante, incomparable!

 

SPALANZANI

(à Olympia)

Quel succès est le tien!

 

NICKLAUSSE

Vraiment elle est très bien.

 

SPALANZANI

Mesdames et messieurs,

fière de vos bravos,

et surtout impatiente

d'en conquérir de nouveaux,

ma fille, obéissant

à vos moindres caprices,

va, s'il vous plaît...

 

NICKLAUSSE

(d part)

Passer à d'autres exercices.

 

SPALANZANI

... vous chanter un grand air,

en suivant de la voix, talent rare!

le clavecin ou la guitare, ou la harpe,

á votre choix!

 

COCHENILLE

La harpe!

 

(Une voix basse faisant

écho dans les coulisses)

 

La harpe!

 

SPALANZANI

Fort bien!

Cochenille, va vite nous chercher

la harpe de ma fille!

 

(Cochenille disparaît dans