*Recitar!... Vesti la giubba; Intermezzo; Ohe!... ohe! presto, affrettiamoci; No, Pagliaccio non son.

ENERO...

I PAGLIACCI

I Pagliacci

l curioso matrimonio artístico Pagliacci-Cavalleria, tan a menudo consumado en la cartelera de los teatros de ópera, está lejos de ser una resultante más o menos casual de cualquier coincidencia. En una etapa tremenda, de una existencia demasiado abundante en privaciones, el joven Ruggero Leoncavallo asistía con admiración (¿y por qué no, con un tanto de envidia?) a la triunfal consagración de Cavalleria Rusticana, lanzada (como su compositor, Pietro Mascagni) por la casa editora Sonzogno, ambiciosa rival de Ricordi. Como a Leoncavallo, por las razones que enseguida se verán, le sobraban motivos de resentimiento con esta última, se esforzó por llegar a Sonzogno con su flamante I Pagliacci (en cinco meses preparó el libreto y lo puso en música, titulándolo Il Pagliaccio que luego denominó I Pagliacci), brindándosela como la ópera breve ideal para completar el cartellone con la sensacional Cavalleria Rusticana (dos horas y media de espectáculo entre las dos). Fue un momento de verdadera inspiración, puesto que el editor halló la ópera de su agrado, y a dos años escasos del estreno de la exitosa ópera de Mascagni, I Pagliacci era dada a conocer en el Teatro Dal Verme de Milán el 21 de mayo de 1892, con un reparto excelente, que incluía a Adelina Stehle, el tenor Fiorello Giraud y los barítonos Victor Maurel (quien daría voz y presencia a Yago y Falstaff, y ocupando en esta obra el rol de Tonio) y Mario Ancona (Silvio), bajo la dirección de un joven de 25 años llamado Arturo Toscanini, entonces en los comienzos de su triunfal carrera. El público del Real de Madrid aplaudía I Pagliacci en diciembre del mismo año, con el tenor De Marchi, la soprano Eva Tetrazzini (hermana de Luisa) y el barítono Delfino Menotti; dirigidos por Mancinelli. El primer reparto del Metropolitan (diciembre 11, de 1893) no fue menos distinguido: el tenor De Lucia, Nellie Melba y el barítono Ancona (Tonio esta vez); Luigi Mancinelli. ocupó el rol de director. En el Teatro Colón se interpretó por primera vez en 1908, el año de su temporada inaugural, bajo la dirección de Arturo Vigna, y los papeles principales a cargo de la soprano Emilia Reussi, el tenor Amedeo Bassi y el barítono Titta Ruffo.

Es una costumbre bastante generalizada entre los musicógrafos disecar estas dos obras (¡es difícil separarlas, hasta en el comentario!) con un exigente criterio formalista, para concluir detectando la escasa importancia de su contenido musical. Es una postura cómoda pero injusta para las dos obras que abrieron tan valiente y vigorosamente el camino al verismo; dos óperas de expresión igualmente vibrante, brutales casi en sus pasajes culminantes; basadas ambas en hechos y situaciones del diario vivir humano; hábilmente realizadas, no con fineza de recursos, sino con una elocuencia que las torna profundamente emocionantes, patéticamente dramáticas, cuando las interpretan repartos de la categoría que han menester.

No debe extrañar que I Pagliacci (para decirlo en las expresivas palabras que usa Tonio en el original prólogo, en función de personero de Leoncavallo) sea uno squarcio di vita (una visión de la vida). Su argumento se basó en cierto incidente que ocurrió en la villa calabresa de Montalto, a los 15 años de edad de Leoncavallo. Un actor de la legua, enloquecido por los celos, ultimó a su mujer inmediatamente después de una representación. El futuro operista tuvo noticia de ese drama de la vida real porque el jurado que decidió la suerte del uxoricida, estuvo presidido por el propio padre del compositor. La existencia de la documentación legal que se refería al juicio permitió a Leoncavallo demostrar años después la inoperancia de una demanda entablada contra él por el escritor francés Catulle Mendès, acusándolo de plagio.

Esos dos personajes, Canio y Nedda, son por cierto los que están delineados con mayor precisión; aquél, desde su misma entrada; Nedda, un tanto desteñida al principio, asume la envergadura de un ser de carne y hueso, como una mujer enamorada, valiente y decidida a todo por defender su amor a partir del momento en que es descubierta su presunta infamia. Las restantes figuras de primer plano son más bien el símbolo de otras figuras escénicas asaz familiares: Tonio, el agente del mal; Silvio, el amor juvenil y apasionado, que no sabe de vallas ni prejuicios insalvables.

Una poco común cultura literaria (anota la musicóloga Laura Fuà), le permitió a Leoncavallo escribir por sí mismo sus propios libretos (de buen corte operístico, pero malogrados tal vez por la insistencia de inútiles frases vulgares). No obstante, le faltó un método riguroso y una exigencia mayor en sus gustos, que terminaron por transferir a la música los cambiantes estados de un alma nerviosa e impresionable. Junto con Mascagni, Puccini, Giordano y Cilea (la "Joven escuela verista italiana"), Leoncavallo contribuyó al nacimiento de un género operístico en cierta forma derivado de Bizet, de modestos ideales estéticos, pero que hicieron estremecer a las multitudes gracias a una vena melódica cálida y vivaz (elemento positivo), a libretos inspirados en crónicas truculentas y a una línea vocal e instrumental ya pasadas de moda (elementos negativos). Y, como Mascagni, también afirmó en una sola ópera su estro. El innegable éxito de I Pagliacci está estrechamente unido a la exaltación de la realidad cotidiana en contraposición a los viejos esquemas románticos, al ímpetu lírico y a un sentimiento popular típicamente napolitano, que reclaman intérpretes de robustos pulmones y exuberante juego escénico.

Quizás la indiscutida vitalidad de I Pagliacci sumió en el olvido las tentativas más modestas de restaurar el drama histórico (Chatterton, I Medici), así como las representaciones de los grandes mitos clásicos en forma de melodramas veristas (Edipo Re), e impidió a la crítica observar con mayor atención las restantes experiencias operísticas de Leoncavallo, nacido bajo el signo de un tardío verdismo, sensible por otra parte a la influencia wagneriana. La lección romántica, proveniente del último Verdi, es aún más evidente en su Bohème, dotada de una moderación de forma desconocida en I Pagliacci, y de una robustez orquestal insospechada. Aunque también en este caso, la hermana homónima que dejó Puccini de la misma heroína de Murguer, terminó por desalojar de los escenarios líricos la ópera de Leoncavallo.


Biografía

uggero Leoncavallo nació en Nápoles, el 23 de abril de 1857, y falleció en Montecatini, cerca de Florencia, el 9 de agosto de 1919.

Realizó sus estudios musicales en forma particular, primero, y luego, contando 9 años de edad, fue admitido en el Conservatorio San Pietro a Majella de Nápoles, su ciudad natal, donde estudió piano con Cesi, armonía con Ruta y composición con Lauro Rossi, hasta que egresó del mismo a los 18 años, con el título de "maestro de composición". A instancias de su padre, se trasladó a Bolonia para estudiar jurisprudencia, y fue en esta ciudad donde escuchó por primera vez Rienzi, de Wagner, despertando en él un interés especial por la música, manifestándole al compositor alemán que su ambición era escribir una trilogía cuyo tema era el renacimiento político italiano. La mala sombra lo perseguiría hasta el chispazo genial de I Pagliacci, y seguiría hostigándole después de él. Su primera ópera, Chatterton,  de la cual era autor del libreto, basado en el drama homónimo de Alfred de Vigny, fue aceptada en Bolonia por un empresario que quebró antes de estrenarla. Compelido por la miseria en que se desenvolvía, a los 20 años se trasladó a Egipto donde vivía un tío de él, quien le consiguió el nombramiento de “maestro di camera de Mahmud Hamid”, hermano del Visir. A raíz de la guerra anglo-egipcia y debido a los sentimientos filoárabes del Visir, Leoncavallo tuvo que huir a Port Said y de ahí se trasladó a Marsella. Poco después lo encontramos en París, donde se ganó la vida dando lecciones de piano, tocando en los café concerts y escribiendo canciones para animar los números.

A su regreso, el barítono Victor Maurel lo presentó a Giulio Ricordi en Milán, quien, interesándose por él, le asignó un sueldo de 200 liras mensuales durante un año para que pudiera realizar su proyecto de componer su Trilogía italiana sobre los Médicis, cuyo primer libreto, Crepusculum, traía consigo. De esta trilogía sólo llegó a escribir la primera parte, I Medici (las otras dos eran Savonarola y Cesare Borgia). Aceptado su plan, comenzó a trabajar en la primera ópera de la serie, cuyo asunto inspiraban los acontecimientos del Renacimiento italiano. Después de tres años de ansiosa espera, no parecía que el editor tuviese la más mínima intención de hacer representar Crepusculum. Fastidiado, Leoncavallo llevó su flamante I Pagliacci a Sonzogno con el resultado que ya conocemos. Su éxito precipitó el estreno de la primera jornada de I Medici en el mismo Teatro Dal Verme, a seis meses de distancia; también Chatterton aprovechó la boga de su autor para ser estrenado en Roma durante 1896. Su Bohème (cuyo mérito elevaron algunos críticos por encima de los de la ópera homónima de Puccini, máxime que ésta ha quedado reducida a un silencio al parecer definitivo) se interpretó por primera vez en Venecia, durante mayo de 1897. Zazá (que aún suele representarse) las siguió en Milán durante noviembre de 1900. Descorazonado por el fracaso de su Crepusculum, Leoncavallo había desistido de componer el resto de su trilogía (Savonarola y Cesare Borgia). Desde 1904 hasta su muerte en 1919, escribió diez nuevas óperas (la última, Edipo Re, se estrenó póstumamente en 1920), buscando en vano repetir aquel afortunado golpe maestro de I Pagliacci, para quedar al cabo, como uno de los tantos compositores "de una sola ópera". Eso sí, probablemente inmortal, mientras siga proliferando la curiosa fauna teatral de los tenores, que es como decir... ¡mientras exista el teatro lírico!


Resumen argumental

Prólogo

na breve introducción orquestal, que alude a varios de los temas a utilizarse en el transcurso de la ópera, precede al prólogo propiamente dicho: la alegre melodía que caracteriza a la andarina troupe de saltimbanquis, el sombrío tema asociado luego a la desesperación de Canio, y el que ha de subrayar la cálida escena de amor entre Nedda y su amante. Sobre el triunfante retorno de la primera, hace su entrada Tonio, abriéndose paso a través de las cortinas, para presentarse al público como la encarnación del prólogo, e informarle que el autor se empeñó en traer esta vez al tablado de la farsa, un jirón auténtico de vida. Porque también los payasos son seres humanos, y aman y sufren como tales. "Il concetto vi disse - or, ascoltate come gli è svolto"; y volviéndose hacia la oculta escena: "Andiam. Incominciate!" (¡Vamos! ¡Comenzad!).


Acto I

A la entrada de una aldea calabresa situada cerca de Montalto, en el cruce de varios caminos, ha sido instalado el día de la Asunción -La Vergine di Mezzagosto-, el tabladillo de unos saltimbanquis. Tonio, el clown de la troupe, otea hacia el camino de abajo desde cuya dirección llega la voz de una desafinada corneta y el isócrono batir de un bombo. Atraídos por la voz de ambos instrumentos, comienzan a llegar entre tanto los alegres campesinos, a quienes en el día de la gran fiesta regional, regocija la certeza del retorno de los familiares payasos. ("Son quà" - "aquí están").

Llega por fin la original procesión. Beppe, vestido de Arlequín, conduce un asno que arrastra una carreta pintada de vivos colores. Sobre ella viene encaramada Nedda, y tras ella marcha Canio, el payaso -jefe de la troupe- que luego hará las veces de burlado Polichinela, batiendo el bombo y haciendo sonar alternativamente la corneta. Con una solemnidad que disimula apenas su sarcástica amargura, anuncia la función de la noche, invitando a todos a concurrir "a las veintitrés horas en punto" (Un grande spettacolo a ventitrè ore).

Canio se adelanta hacia el carromato para ayudar a Nedda a descender, pero Tonio se le anticipa con gran regocijo de la multitud, que puede celebrar de inmediato el fuerte tirón de orejas que sin la menor cordialidad Canio le aplica al importuno. Uno de los aldeanos invita a los presentes con una copa en la taberna próxima. La invitación incluye por supuesto al clown, pero éste prefiere quedarse a cepillar el borrico. Socarrón, el mismo aldeano previene a Canio entre bromas y veras: "Cuidado, payaso; quiere quedarse sólo para hacer la corte a Nedda". Canio ha sido tocado en lo más vivo: el celoso, absorbente y apasionado amor que experimenta por su mujer, "un juego así, creédmelo, vale más no jugarlo conmigo...". Besando a Nedda en la frente da la señal para que el concurso se desbande; unos van hacia la taberna; el resto, los más jóvenes, hacia la iglesia, atraídos por el alegre son de las gaitas de los zampognari y el tañido de las campanas, a las que hacen coro (don, din, don...).

Al marcharse su marido, Nedda permanece confusa y preocupada, meditando sobre el posible alcance de las celosas miradas de aquel: "bajé los ojos por temor a que leyese en ellos mi secreto pensamiento. ¡Si me sorprendiese... tan brutal como es!..." Pero el vuelo de los pájaros y sus gorjeos, la substraen a sus sombríos pensamientos, entonando una florida ballatella (Oh! che volo d'augelli...).

Durante el transcurso de su canción, Tonio sale del teatro, y apoyado en un árbol vecino, la escucha conteniendo apenas una ansiedad cargada de inconfesables deseos. Nedda lo descubre cuando se vuelve para alejarse del lugar (¿Sei la? - ¿Estabas ahí?). Durante la violenta escena que entre ambos precipita la actitud del clown y el frío desprecio de la mujer de su patrón, Tonio concluye por revelar a la mujer deseada el secreto de su absurda pasión. Nedda, lejos de impresionarse por el bestial arrebato, se burla de él con escarnio, y cuando el bruto intenta asirla, con la fusta de Beppe descarga un fuerte latigazo sobre el rostro del clown. Conteniendo a duras penas el intenso dolor, este jura vengarse y se marcha, justamente a tiempo para ceder su lugar a un amante mucho más afortunado. Es Silvio, un lugareño a quien Nedda conoció en anteriores visitas a Montalto. La imprudencia del joven comienza por alarmarla, pero su jocunda ligereza primero, y sus frases apasionadas después, la inducen a ir entregándose gradualmente al amoroso diálogo. Silvio le suplica que huya con él a un lugar donde podrán ser felices. Ella se resiste a creer en semejante sueño, y Silvio le reprocha su desamor. ¡Está tan bella cuando se entrega, por fin, a la amorosa caricia de los brazos del amante! Ambos están lejos de presentir la peligrosa proximidad del vengativo Tonio, que parte como una exhalación en busca del payaso, para que éste pueda comprobar con sus propios ojos la infidelidad de Nedda. Aunque sólo llega a tiempo para escuchar las últimas palabras con que su mujer despide al desconocido amante: "Hasta la noche; y para siempre seré tuya..." Al oír el terrible grito de Canio, alcanza a prevenir a Silvio -ya del otro lado de la tapia- para que se ponga en salvo huyendo rápidamente. Canio desiste a poco de la infructuosa persecución, y retorna para exigir a Nedda, cuchillo en mano, el nombre de su amante. En su tremenda exaltación, está a punto de matarla cuando Beppe, y el mismo Tonio -aparentemente conciliador, ahora- tratan de apaciguarlo. El público comenzará a llegar, y habrá que vestirse para la representación del grotesco drama de Polichinela y su infiel Colombina. Además, Tonio le recuerda por lo bajo la conveniencia de fingirse tranquilo. “El galán volverá. Fíate de mí. Yo vigilaré. Hagamos ahora la función...".

Abrumado por la pasión y los celos, Canio permanece a solas con sus pensamientos (“Recitar...” “Vesti la giubba” - "Actuar..." "Ponte la ropa de payaso"), meditando sobre la triste suerte del saltimbanqui: "La gente paga, y viene aquí para reír; y si Arlequín te roba el amor de Colombina, ríe, payaso, y la gente aplaudirá..." Sobre sus últimas palabras, Canio penetra en el teatrillo a través de las cortinas, mientras el telón desciende lentamente.


Acto II

Un intermezzo casi tan difundido como el de Cavalleria Rusticana, sirve de nexo orquestal entre los dos breves actos, construido principalmente sobre la melodía de las dos frases esenciales del prólogo (Un nido di memorie y E voi, pietà).

Al levantarse el telón, Tonio se haya batiendo el parche frente al teatro, mientras Beppe y Nedda recogen los billetes y acomodan a los concurrentes, que continúan llegando en gran número. Silvio arribó también y ocupa un lugar en la improvisada platea. El público comienza a impacientarse. No hay razón para ello: la función comenzará en seguida. Se descorren las cortinas del teatrillo. La escena representa una habitación con dos puertas laterales y una ventana al fondo. Una mesa y dos sillas constituyen el único mobiliario. Nedda, vestida de Colombina, recorre nerviosamente el cuartucho. Es evidente que espera a alguien que se demora; el público sabe bien que no es su marido, puesto que ella se encarga de informarle que no regresará hasta muy tarde.

Alguien puntea una guitarra, y Colombina corre a la ventana dando un grito de alegría. Es Arlequín, que desde el pie de aquella entona su famosa serenata (“O Colombina, il tenero fido Arlechino...” – “¡Oh Colombina! el tierno y fiel Arlequín..."). La entrada del grotesco Tadeo, con una canasta suspendida del brazo, retarda por un momento el encuentro de los amantes. El deforme clown está perdidamente enamorado de Colombina, y sus torpezas causan la creciente hilaridad del ingenuo auditorio. En plena declaración de amor, Colombina -que para nada se da por aludida- se aleja de él para hacer a su lírico amante la señal convenida. Arlequín, entrando, se hace cargo de la situación, y con un oportuno puntapié, que hace retozar de gozo a los espectadores, lo manda a su vez a tomar fresco. Ya solos, los enamorados pueden entregarse a los transportes de su pasión. Arlequín le ha traído un narcótico, con el cual ella podrá dormir a Polichinela, para fugarse entonces con el galante Arlequín. La voz de Tadeo los devuelve a la realidad: "¡Cuidado! Payaso está aquí... Viene fuera de sí, y buscando un arma. Lo sabe todo. Yo corro a guarecerme...".

Los amantes simulan estar presos de gran agitación, con gran contento del público del escenario. Arlequín salta por la ventana y se pone a salvo cuando Polichinela hace su entrada a tiempo, para oír en la farsa las mismas palabras que lo enloquecieron unos momentos antes: "Hasta la noche... y para siempre seré tuya...".

Basta para que Polichinela olvide su papel, y torne a ser el celoso y enloquecido Canio. Sus palabras siguen sirviendo empero a la situación: "Un hombre estaba contigo". Ella, manteniendo a duras penas su propia calma, trata de devolver el diálogo al cauce de la comedia. La punzante conversación que sigue, es un continuo ir y venir de la realidad a la farsa. Mientras, irá en aumento la tensión dramática. La intención que pone Tadeo en la grotesca frase con que encomia la pureza de Colombina, concluye de enloquecer a Canio. Para el público no es más que un vibrante Polichinela -como nunca bonísimo actor- el que exige angustiosamente el nombre de su rival. Nosotros sabemos la verdad. Nedda está a punto de perder su presencia de ánimo, pero sigue esforzándose por jugar fríamente la comedia. "¡Payaso...! ¡Payaso!" Canio percibe la afrenta -que está en la letra de la farsa- con un rigor absolutamente nuevo. Su apasionada cabaletta (No, pagliaccio non son...) protesta su derecho a ser considerado un hombre de verdad.

El público está cada vez más pendiente del inusitado espectáculo, cuyo dramatismo no comprende, pero le alcanza plenamente, no obstante su predisposición a reírse de lo que hubiera creído una farsa.

Abrumado, Canio se deja caer en una silla. Silvio no puede ya contenerse y está a punto de saltar al escenario. Sobre el tabladillo, los que se debaten son ya decididamente Canio y Nedda. Ella se niega a revelar el nombre del amante. No hablará, aunque sea a costa de la vida. Trata de huir hacia el patio de los espectadores, pero Canio la alcanza a detener; su fuerte brazo se ha armado con un cuchillo que halló sobre la mesa de la fingida cena, y descarga feroz puñalada en el pecho de su mujer. "¡Toma!" Ella, al desplomarse pidiendo socorro, pronuncia el nombre del amado. Silvio se precipita entonces a ayudar a la mujer, pero Canio lo recibe con un "¡Ah! ¿Eres tú...?" que sincroniza con un segundo y certero golpe, al amante esta vez. Los espectadores, entre estupefactos y llenos de terror, permanecen en sus puestos. Beppe hubiera querido intervenir, pero el malvado Tonio lo detiene con un gesto.

Dejando caer el arma, como estupefacto, Canio se dirige entonces al público, para cerrar el vertiginoso desenlace con esta frase que en la ocasión asume pavoroso dramatismo: "La commedia è finita...".


Texto en español e italiano.

   Personajes

 

CANIO                      Director de una Compañía de Actores Ambulantes                        Tenor

NEDDA                                Esposa de Canio, Primera Actriz                                   Soprano

SILVIO                                   Campesino, Amante de Nedda                                   Barítono

TONIO                                  Bufón de la Compañía, Jorobado                                 Barítono

BEPPE                                          Actor de la Compañía                                            Tenor


La acción se sitúa en Montanto di Calabria (Italia) en la tarde del 15 de agosto alrededor del año 1875.

PRÓLOGO

 

(Tonio, vestido como el Tadeo

de la Comedia del Arte,

aparece a través del telón)

 

TONIO

¿Se puede? ¿Se puede?

Señoras, señores, discúlpenme

si me presento a mí mismo.

Soy el Prólogo.

En escena, otra vez,

las antiguas máscaras

introduce el autor, en parte,

queriendo restaurar la vieja usanza,

y a ustedes me envía, de nuevo.

Pero, no para decirles, como antes:

"¡Las lágrimas que derramamos

son falsas!

¡De los sufrimientos

de nuestros mártires no se alarmen!"

No, no.

El autor, al contrario,

ha intentado aprehender

un trozo natural de la vida.

Su máxima es que el artista

es un hombre y, es para él, como tal,

para quien debe escribir.

Por ello se inspira en la realidad.

Un nido de recuerdos,

en el fondo de su alma,

un día decidió cantar, y,

con lágrimas verdaderas los escribió

y, suspiros y sollozos

le marcaban el compás.

 

Así, verán amar,

tal como se aman los seres humanos,

verán del odio los tristes frutos.

De dolor, espasmos,

¡gritos de rabia oirán, y cínicas risas!

Y, ustedes, más que nuestros

pobres gabanes de histriones,

nuestras almas consideren,

pues somos hombres y mujeres

de carne y hueso,

y de este huérfano mundo,

como ustedes, respiramos igual aire!

El concepto les he dicho;

ahora, escuchen

cómo se desenvuelve.

 

(gritando hacia la escena)

 

¡Vamos! ¡Comenzad!

 

ACTO PRIMERO

 

(Un cruce de caminos a la entrada

de una aldea. Se oyen estruendos de

tromba que alternan con los golpes

de tambor, y carcajadas, gritos de

alegre expectación. Atraídos por el

sonido, los campesinos con trajes de

fiesta, acuden corriendo; mientras,

Tonio, aturdido por el gentío que

va llegando, se adelanta frente al

teatro. Son las tres de la tarde. El

sol de agosto brilla esplendoroso

con todo ardor)

 

CORO

(Llegando poco a poco)

¡Eh...! ¡Ya están aquí! ¡Vuelven!

¡Ahí está el Payaso!

Todos les siguen,

mayores y muchachos

y todos aplauden sus pullas y motes,

y, él, serio, saluda y pasa

y vuelve a batir la piel del tambor.

¡Ehi! ¡Ehi!

¡Dale al asno, simpático Arlequín!

¡Ya están aquí! ¡Aquí están!

¡Ya, entre la barahúnda,

los chavales arrojan al aire sus gorras!

 

CANIO

(Desde dentro)

¡Idos al diablo!

 

BEPPE

(Desde dentro)

¡Toma! ¡Toma! ¡Tunante!

 

CORO

Al aire tiran todos sus gorras,

silbando y gritando...

¡Ahí está el carro! ¡Atrás...!

¡Ya llegan! ¡Qué jaleo del diablo!

¡Dios bendito!

¡Ya llegan! ¡Atrás...!

 

(Llega una pintoresca carreta

pintada de varios colores y tirada

por un asno que, Beppe, vestido de

Arlequín, guía con la mano. En la

parte delantera Nedda, y a la

derecha, Canio, a pie, vestido de

Payaso, batiendo el tambor)

 

TODOS

Sois los payasos.

Ahuyentáis las preocupaciones

con vuestro buen humor.

¡Viva! ¡Aquí están!

 

CANIO

Gracias...

 

CORO

¡Bravo!

 

CANIO

Quisiera...

 

CORO

¿Y el espectáculo?

 

CANIO

¡Señores míos!

 

TODOS

¡Uh! Nos ensordece.

¡Termina de una vez!.

 

CANIO

¿Me permiten hablar?

 

TODOS

¡Oh! Con él se debe ceder,

¡callar y escuchar!

 

CANIO

Un gran espectáculo

a las once de la noche,

prepara vuestro humilde

y buen servidor.

Verán los desvaríos

del buen Payaso

y cómo se venga

y tiende una buena trampa.

Verán a Tonio

temblar todo su gran cuerpo

y, qué urdimbre

de intrigas tejerá.

Venid, honradnos

Señoras y señores.

¡A las once!

 

TODOS

Vendremos y, tú,

conserva tu buen humor.

¡A las once!

 

(Tonio se adelanta para ayudar a

Nedda a bajar de la carreta pero

Canio que ha bajado de un salto,

le da un empellón, diciendo)

 

CANIO

¡Fuera de ahí!

 

MUJERES

(Riendo)

¡Toma eso, bello galán!

 

CHICOS

(Silbando)

¡Con salud!

 

TONIO

(Para sí)

¡Me las pagarás! ¡Bribón!

 

CAMPESINO

(A Canio)

Dime, ¿con nosotros quieres beber

un buen vaso en el cruce?

Di, ¿quieres?

 

CANIO

Con mucho gusto.

 

BEPPE

Esperadme;

¡yo también voy!

 

CANIO

Di, Tonio, ¿te vienes?

 

TONIO

Voy a limpiar el burro,

¡id vosotros delante!

 

CAMPESINO

(Riendo)

Cuidado, Payaso,

él quiere quedarse solo

para hacerle la corte a Nedda.

 

CANIO

(Guiñando, pero con ceño)

¡Eh! ¡Eh! ¿Eso os parece?

 

(Entre serio e irónico)

 

Un juego así, créanme,

es mejor no jugarlo conmigo,

queridos míos; y, a Tonio y,

un poco a todos, ahora digo

que el teatro y la vida

no son la misma cosa.

 

Y, si ahí abajo, Payaso

sorprende a su esposa

con el bello galán en la alcoba,

le hace un cómico sermón,

luego se calma y se arredra

¡a golpes de bastón!

Y, el público, aplaude, riendo.

Pero si a Nedda, en serio,

sorprendiese, de muy otra forma

terminaría la historia,

como que es verdad que les hablo:

Un juego así, créanme,

¡es mejor no jugarlo conmigo!

 

NEDDA

(Para sí)

¡Me pone enferma!

 

CAMPESINOS

¿Tan en serio te tomas la cosa?

 

CANIO

¿Yo? ¿Les parece?

Discúlpenme, adoro a mi esposa.

 

(Se oye un sonido de gaitas)

 

MUCHACHAS

¡Los gaiteros! ¡Los gaiteros!

 

HOMBRES

Hacia la iglesia van los compadres.

 

(Las campanas suenan a vísperas)

 

VIEJOS

Acompañan la comitiva de parejas

que van a las vísperas.

 

MUJERES

¡Vamos!

La campana nos llama al Señor.

 

CANIO

Y, después, recuerden:

¡A las once!

 

CORO

¡Vamos! ¡Vamos!

Don, din, don, din. Suenan a vísperas,

chicas y chicos, en parejas,

apresurémonos al templo.

¡Apresurémonos! ¡Din, don!

Allá, a lo lejos, el sol

don, din, quiere besar las cumbres...

Las madres nos observan.

¡atentos, compadres!

Don, din. Todo se llena

de luz y de amor.

Aunque los viejos vigilan

al ardiente amante...

Don, din, ...

 

(Mientras está el coro, Canio se va a

la trasera del teatro para ponerse su

casaca de Payaso; luego, vuelve y,

después de haber hecho, sonriendo,

un gesto de adiós a Nedda, se va,

con Beppe y cinco o seis campesinos.

Nedda se queda sola)

 

NEDDA

¡Qué fuego tenia en la mirada!

Bajé mis ojos para que no pudiese

leer en ellos mi secreto.

¡Oh! Si me sorprendiese...

¡con lo brutal que es!

Bueno, ya basta; vamos...

¡estos sueños son locuras pavorosas!

¡Oh! ¡Qué bello es este sol de agosto!

Yo, plena de vida y, toda lánguida

por un deseo desconocido...,

¡no sé qué es lo que quiero!

 

(Mirando al cielo)

 

¡El vuelo de los pájaros, qué bullicio!

¿Qué buscan? ¿Dónde van?

¿Quién lo sabe?

Mi madre, que la buena ventura sabía,

comprendía su canto y, a mí, de niña,

me cantaba así:

¡Trinan allá arriba libres como saetas!

Desafían a las nubes y al sol.

Dejadlos que vaguen por la atmósfera

sedientos de azul y de esplendor;

siguen, también ellos, una quimera,

un sueño, volando entre nubes de oro.

Que los acose el viento y la tormenta,

con sus alas abiertas, lo desafían todo:

la lluvia, los relámpagos...;

nada les detiene,

y vuelan sobre simas y mares.

Se van hacia allí arriba,

hacia un país extraño

con el que sueñan, quizá,

y que buscan, en vano.

Pero esos bohemios del cielo

siguen al arcano poder

que les impulsa sin cesar. ¡Y se van!...

 

(Tonio, mientras ella canta, ha

entrado y la escucha. Nedda, una

vez termina la canción, lo percibe)

 

¿Estás ahí? Creí que te habías ido.

 

TONIO

La culpa es de tu canto.

¡Me complació, fascinado!

 

NEDDA

¡Ja, ja ¡Cuánta poesía!

 

TONIO

¡No te rías, Nedda!

 

NEDDA

¡Vete, vete a la taberna!

 

TONIO

Sé bien que soy deforme,

que sólo suscito burla y horror,

aunque mi alma acoge un sueño,

un deseo... y, mi corazón, un latido...

Cuando desdeñosa pasas por mi lado,

no sabes qué doloroso llanto siento,

porque, para desgracia mía,

me ha envuelto tu hechizo...

¡Me ha vencido el amor!

¡Oh, déjame decirte...!

¡Oh, déjame decirte...!

 

NEDDA

¿Que me amas?

Tienes tiempo de decírmelo otra vez,

esta noche, si lo deseas,

cuando representes tus melindres

ahí, en escena.

 

TONIO

¡No te rías, Nedda!

 

NEDDA

¡Esa pena te la puedes ahorrar!

 

TONIO

No; aquí es donde quiero decírtelo,

y tú me vas a escuchar:

¡Que te amo y te deseo

y, que tú, mía serás!

 

NEDDA

¡Eh! ¡Diga, maestro Tonio!

¿Es que te duele la espalda

o necesitas que te tiren de las orejas

para calmar ese ardor?

 

TONIO

¿Te burlas? ¡Desgraciada!

Por la cruz de Dios, ten cuidado,

que la puedes pagar cara!

 

NEDDA

¿Me amenazas?

¿Quieres que vaya a llamar a Canio?

 

TONIO

¡No antes de que te bese!

 

NEDDA

¡Oh, cuidado!

 

TONIO

(Adelantándose y abriendo los

brazos para estrecharla)

¡Oh! ¡Vaya si serás mía!

 

NEDDA

(Agarra la fusta que ha dejado Beppe

y le da un golpe en la cara a Tonio)

¡Miserable!

 

TONIO

(Retrocede, gritando)

¡Por la Virgen de Agosto,

Nedda, te juro que me las pagarás!

 

(Sale Tonio, amenazando)

 

NEDDA

¡Áspid! ¡Vete!

¡Ya te has descubierto:

Tonio, el tonto. Tienes valor...

¡Tanto como tu cuerpo,

deforme y asqueroso!

 

(Entra Silvio, que la llama

en voz baja)

 

SILVIO

¡Nedda...!

 

NEDDA

¡Silvio! ¡A estas horas!

¡Qué imprudencia!

 

SILVIO

¡Ah! ¡Bah!

Sabía que no arriesgaba nada.

Canio y Beppe están en la taberna;

¡los he visto!

Pero a pesar de todo he venido,

sigiloso, por el bosque.

 

NEDDA

Si llegas antes,

hubieras visto a Tonio.

 

SILVIO

¡Ah! ¡Tonio, el jorobado!

 

NEDDA

¡El jorobado es peligroso!

Me ama.

Ahora y aquí mismo me lo ha dicho

y, en su delirio animal,

pidiendo besos,

ardía y se me abalanzaba.

 

SILVIO

¡Por Dios!

 

NEDDA

Pero con la fusta apagué el ansia

de ese can inmundo.

 

SILVIO

¿Y, entre esas angustias,

vivirás siempre?

Nedda, Nedda,

decide tú mi destino...

Nedda, Nedda, quédate...

Lo sabes, la fiesta termina

y todos se marchan mañana.

Nedda, Nedda, cuando te hayas ido...

¿qué será de mí, de mi vida?

 

NEDDA

¡Silvio!

 

SILVIO

Nedda, Nedda, respóndeme.

Si es cierto que no amas a Canio,

si odias la vida de cómico ambulante,

si tu amor inmenso

no es sólo locura pasajera,

¡vayámonos esta noche!

¡Huye, Nedda, conmigo!

 

NEDDA

¡No me tientes!

¿Quieres perder mi vida?

Calla, Silvio... ¡Es delirio, es locura!

Me confío a ti,

¡a ti, a quien he dado el corazón!

¡no abuses de mi, de mi febril amor!

¡No me tientes! ¡Ten piedad de mí!

¡No me tientes!

 

SILVIO

¡Venga, ven! ¡Ah!

¡Huye conmigo! ¡Vamos! ¡Ven!

¡No, ya no me amas!

 

TONIO

(Oyéndoles, aparte)

¡Te he cogido, putita!

 

NEDDA

Sí, te amo... ¡Te amo!

 

SILVIO

¿Y te vas mañana?

¿Por qué, dime, me has hechizado

y quieres abandonarme, sin piedad?

Ese beso ¿por qué me lo diste entre

espasmos de ardiente voluptuosidad?

Si has olvidado las horas fugaces;

yo no puedo, y quiero volver a sentir

esos espasmos y esos cálidos besos

que tan hondo calaron en mi corazón.

 

NEDDA

Nada he olvidado, convulsa me tiene

ese amor que hay en tu mirada...

Vivir quiero junto a ti, una vida

de amor, pausada y tranquila.

A ti me entrego; sólo a ti.

¡y yo te tomo y me abandono entera!

 

NEDDA, SILVIO

¡Olvidemos todo!

 

NEDDA

¡Mírame a los ojos! ¡Mírame!

¡Bésame! ¡Bésame!

¡Olvidémonos de todo!

 

SILVIO

¿Vendrás?

 

NEDDA

Sí, ¡bésame!

 

NEDDA, SILVIO

Si. Te miro y te beso.

¡Te amo! ¡Te amo!

 

(Mientras Nedda y Silvio

van hacia el muro, llegan,

furtivamente, Canio y Tonio.)

 

TONIO

Camina despacio y los sorprenderás.

 

SILVIO

A medianoche, estaré allí.

Baja con cautela; allí me encontrarás.

 

(Silvio escala el muro)

 

NEDDA

¡Hasta esta noche!.

¡Seré tuya por siempre!

 

CANIO

¡Oh!

 

NEDDA

¡Huye!

 

(Canio asciende por el muro

y persigue a Silvio.)

 

¡Ayúdalo, Señor!

 

CANIO

(Fuera de la escena)

¡Vil! ¡Te escondes!

 

TONIO

(Riendo, cínicamente)

¡Ja...! ¡Ja...! ¡Ja...!

 

NEDDA

¡Bravo! ¡Bravo, maestro Tonio!

 

TONIO

¡Hago todo lo que puedo!

 

NEDDA

¡Eso es lo que pensaba yo!

 

TONIO

Pero, de hacerlo mejor, no desespero.

 

NEDDA

¡Me das asco y repugnancia!...

 

TONIO

¡Oh! ¡No sabes cómo me alegro!

 

(Canio vuelve, enjugándose el sudor)

 

CANIO

(Con rabia)

¡Burla y escarnio!

¡Nada! Bien conoce él ese sendero.

¡Pero es lo mismo,

pues de ese canalla el nombre

me vas a decir ahora mismo!

 

NEDDA

¿Quién?

 

CANIO

(Furioso)

¡Tú! ¡Por el Padre Eterno!

 

(Sacando el estilete de su correa)

 

Y si ahora mismo, desvergonzada,

no te mato, es porque quiero,

antes de ensuciar este puñal

en tu fétida sangre, saber su nombre.

¡Habla!

 

NEDDA

¡Es inútil el insulto!

¡Mudos están mis labios!

 

CANIO

El nombre, el nombre...

¡Vamos, mujer!

 

NEDDA

¡No lo diré jamás!

 

CANIO

(Abalanzándose, furioso,

con el puñal alzado)

¡Por la Virgen!

 

(Beppe entra y le quita

el puñal a Canio)

 

BEPPE

¡Amo, Qué hace?

¡Por amor de Dios!

La gente sale de la iglesia

y viene hacia aquí, al espectáculo.

Vámonos..., vamos, ¡cálmese!

 

CANIO

(Desasiéndose)

Déjame, Beppe.

¡El nombre! ¡El nombre!

 

BEPPE

¡Tonio, ven a retenerlo!

¡Vamos, llega el público!

 

(Tonio coge por la mano a Canio;

mientras, Beppe dice a Nedda:)

 

Y usted váyase a vestir,

¡Váyase de aquí.!

Sepa que Canio

es violento pero bueno.

 

(Empuja a Nedda dentro de la tienda

y desaparece de escena, con ella.)

 

CANIO

¡Infamia! ¡Infamia!

 

TONIO

Cálmese, amo. Es mejor fingir;

el pájaro volverá.

¡Fíese de mi; yo la vigilo!

Ahora, hagamos la comedia.

Quién sabe si no vendrá, incluso,

al espectáculo y se delate.

Ahora, ¡vámonos!

Es necesario fingir para vencer.

 

BEPPE

(Entrando de nuevo)

Vamos, vístase amo.

Y tú, toca el tambor, Tonio.

 

(Tonio y Beppe salen pero, Canio

se queda en escena, desanimado.)

 

CANIO

¡Declamar! Mientras preso del delirio

no sé ya qué digo ni qué hago!

Y, sin embargo,... es necesario...

que te esfuerces!

¡Bah! ¿Eres o no un hombre?

¡Eres un Payaso!

Vistes la casaca y te enharinas la cara.

La gente paga y quiere reírse aquí

y, si Arlequín te levanta a Colombina,

¡ríe, Payaso, y todos aplaudirán!

Cambias en chanzas el dolor y llanto;

en burlas los sollozos...

¡Ríe, Payaso, de tu amor destrozado!

¡Ríe del dolor

que envenena tu corazón !

 

(Entra, convulso, bajo la tienda)

 

ACTO SEGUNDO

 

(La escena igual que antes. En el

escenario, todos los personajes y

el público que está llegando)

 

MUJERES

¡Ohé! ¡Ohé! ¡Deprisa! ¡Deprisa!

¡Apresurémonos!

Atento, compadre,

que el espectáculo

debe comenzar

Vamos a ponernos bien delante.

 

TONIO

Si, va a comenzar,

¡adelante! ¡adelante!

 

HOMBRES

¡Mira cómo corren

las briboncillas!

Acomódense, bellas comadres.

¡Oh, Dios, cómo corren

para coger un buen sitio!

 

TONIO

¡Cojan sitio!

 

CORO

¡Buscamos sitio!

¡Bien delante!

Queremos ponernos

bien delante,

que el espectáculo

debe comenzar.

 

TONIO

¡Adelante!

¡Cojan sitio, vamos!

 

MUJERES

Pero, ¡no os atropelléis!

¡coged sitio!

Vamos, Beppe, ¡ayúdanos,

hay un sitio aquí, al lado!

 

UNA PARTE DEL CORO

Vamos, vamos, daos prisa,

¡comenzad! ¿Por qué tardáis?

Ya estamos todos.

 

BEPPE

¡Qué furia, diablos!

Antes, pagad.

Nedda, recauda.

 

OTRA PARTE DEL CORO

¡Mira, riñen!

¡Piden ayuda!

Pero venga, siéntese,

sin gritar.

 

SILVIO

¡Nedda!

 

NEDDA

¡Sé cauto!

¡No te ha visto!

 

SILVIO

Vendré a esperarte;

¡no te olvides!

 

CORO

¡Aquí! ¡Aquí!

¡Comenzad!

¡Por qué tardáis?

¡Vamos ya con la comedia!

¡Hagamos ruido!

¡Ya han dado las once!

¡Todos quieren el espectáculo! ¡Ah!

¡Se levanta el telón!

¡Silencio! ¡Ya!

 

La Comedia

 

NEDDA: Colombina

BEPPE: Arlequín

CANIO: Payaso

TONIO: Tadeo

 

(El telón del teatro se alza. La escena

representa una pequeña habitación

can una mesa y dos sillas. Nedda,

disfrazada de Colombina, pasea)

 

NEDDA (Colombina)

Payaso, mi marido, no volverá

hasta bien entrada la noche.

Y el tonto de Tadeo...

¿por qué no está ya aquí?

 

VOZ DE BEPPE (Arlequín)

¡Oh! Colombina,

el tierno y fiel Arlequín está aquí...

¡Llamándote y suspirando,

espera el pobrecito!

Tu carita muéstrame,

que quiero besar sin tardar,

tu boquita.

Amor, ¡me crucifica y me atormenta!

¡Ah, Colombina!

¡Ábreme el ventanuco, que,

junto a ti llamándote y suspirando

está el pobre Arlequín!

¡Junto a ti está Arlequín!

 

NEDDA (Colombina)

¡De hacer la señal convenida

se acerca la hora y Arlequín espera!

 

(Nedda se sienta a la mesa, de

espaldas a la puerta. Entra Tonio,

disfrazado de Tadeo. Sin que lo vea

Nedda, se sitúa para contemplarla)

 

TONIO (Tadeo)

¡Es ella! ¡Ah, qué bella es!

 

(El publico ríe).

 

!Si a esa fierecilla

le desvelase yo mi amor

que conmueve hasta a las piedras!

Lejos está el esposo...

¿por qué no me atrevo?

¡Solos estamos,

y sin sospecha alguna!

¡Ánimo, probemos!

 

(Un largo suspiro, exagerado;

el público ríe.)

 

NEDDA (Colombina)

(Volviéndose)

¿Eres tú, animal?

 

TONIO (Tadeo)

Ése soy yo, ¡si!

 

NEDDA (Colombina)

Y, Payaso, ¿se ha ido?

 

TONIO (Tadeo)

¡Se ha ido!

 

NEDDA (Colombina)

¿Qué haces así, atontado?

¿Has comprado el pollo?

 

TONIO (Tadeo)

¡Aquí está, virgen divina!

 

(Precipitándose, de rodillas,

ofreciendo el cesto)

 

Y, además, aquí estamos los dos,

míranos ¡a tus pies!

Ha llegado la hora, ¡oh, Colombina!,

de abrirte mi corazón.

¿Quieres oírme?

Desde el día...

 

NEDDA (Colombina)

(Cogiéndole el cesto)

¿Cuánto has gastado en el tendero?

 

TONIO (Tadeo)

Uno y cincuenta.

Desde aquel día, mi corazón...

 

NEDDA (Colombina)

¡No me fastidies, Tadeo!

 

(Arlequín trepa par la ventana y

pone en la mesa una botella;

después, va hacia Tadeo,

mientras éste finge no verlo.)

 

TONIO (Tadeo)

¡Sé que eres pura

y casta, como la nieve!

Y, aunque te muestras dura,

¡no puedo olvidarte!

 

BEPPE (Arlequín)

(Coge a Tadeo por la oreja y

le da una patada)

¡Vete a tomar el fresco!

 

(El público ríe)

 

TONIO (Tadeo)

(Retrocediendo, con comicidad)

¡Dioses! ¡Se aman!

Me rindo a tus órdenes.

¡Os bendigo! ¡Velo por vosotros!

 

(Sale Tadeo; el público le aplaude).

 

NEDDA (Colombina)

¡Arlequín!

 

BEPPE (Arlequín)

¡Colombina!

¡Al fin amor se rinde

a nuestros ruegos!

 

NEDDA (Colombina)

Merendemos.

 

(Se sientan uno frente al otro)

 

¡Mira, amor mío,

qué espléndida cenita he preparado!

 

BEPPE (Arlequín)

¡Mira, amor mío,

qué néctar divino te he traído!

 

AMBOS

¡El amor ama los efluvios

del vino y la cocina!

 

BEPPE (Arlequín)

¡Mi glotona Colombina!

 

NEDDA (Colombina)

¡Amable borrachín!

 

BEPPE (Arlequín)

(Cogiendo una botella)

Coge este narcótico,

dáselo a Payaso

antes de que se duerma,

y, después, nos fugamos juntos.

 

NEDDA (Colombina)

Si, dame.

 

(Tadeo entra, temblando

exageradamente).

 

TONIO (Tadeo)

¡Cuidado!

¡Payaso está ahí, muy trastornado...

¡Armas busca! Lo sabe todo.

¡Yo corro a protegerme!

 

(Sale, precipitadamente, y cierra

la puerta.)

 

NEDDA (Colombina)

(A Arlequín)

¡Vete!

 

BEPPE (Arlequín)

(Mientras escala por la ventana)

¡Vierte el filtro en su copa!

 

(entra Canio, disfrazado de

Payaso)

 

NEDDA (Colombina)

¡Hasta esta noche y,

por siempre seré tuya!

 

CANIO (Payaso)

(Para sí)

¡En el nombre de Dios!

¡Son las mismas palabras!

¡Valor!

 

(a Colombina)

 

¡Había un hombre contigo!

 

NEDDA (Colombina)

¡Qué locura!

¿Estás borracho?

 

CANIO (Payaso)

¡Borracho! Si, ¡desde hace una hora!

 

NEDDA (Colombina)

Has vuelto pronto.

 

CANIO (Payaso)

(Con intención)

Pero, ¡a tiempo!

¿Te confunde, mi dulce esposa?

 

(Retomando la comedia)

 

¡Ah, te creía sola

y ahí hay dos cubiertos!

 

NEDDA (Colombina)

Conmigo estaba Tadeo,

que ahí se ha encerrado, por miedo

 

(Hacia la puerta)

 

¡Vamos! ¡Habla!

 

TONIO (Tadeo)

Creedla. ¡Ella es pura!

¡Y sus labios píos

aborrecen la mentira!

 

(El público ríe a carcajadas.)

 

CANIO (Payaso)

(Con mucha rabia, al público)

¡Por la muerte!

 

(Luego, a Nedda)

 

¡Terminemos la comedia!

Tengo derecho, yo también,

a comportarme como

cualquier otro hombre.

¡Su nombre!

 

NEDDA

(Fría y sonriente)

¿De quién?

 

CANIO

Quiero el nombre de tu amante,

del canalla infame

en cuyos brazos te arrojaste,

¡oh, sucia mujer!

 

NEDDA

(Sigue ajustándose a la comedia)

¡Payaso! ¡Payaso!

 

CANIO

¡No, yo no soy Payaso!

¡Si el rostro es pálido

es por vergüenza y furor de venganza!

El hombre reclama sus derechos

y el corazón que sangra,

quiere sangre para lavar la injuria.

¡Oh, maldita! ¡No! ¡No soy Payaso!

¡Soy el imbécil que te recogió,

huérfana, de la calle,

casi muerta de hambre,

y te ofreció necia, un nombre!

¡Y, un amor, que era fiebre y locura!

 

MUJERES

Comadres, ¡me hace llorar!

¡Parece tan real esta escena!

 

HOMBRES

¡Callaos, las de ahí abajo!

¡Qué diablos!

 

SILVIO

(Para sí)

¡Apenas me contengo!

 

CANIO

Esperaba, en mi ciego delirio,

si no amor,

¡al menos, piedad, agradecimiento!

¡Y los sacrificio a mi corazón,

contento imponía, y, lleno de fe,

creía más que en el mismo Dios,

en ti!

Pero sólo el vicio alberga

en tu alma negligente;

, tú no tienes entrañas...;

tu única ley son los sentidos.

Vete, no te mereces mi dolor,

¡meretriz abyecta!

¡Quiero, con todo mi desprecio,

aplastarte bajo mi pie!

 

LA GENTE

¡Bravo!

 

NEDDA

(Fría, aunque seria)

Pues, bien,

si me juzgas, indigna de ti,

échame ahora mismo.

 

CANIO

(Con astucia)

¡Ah! ¡Ah!

Nada mejor que salir corriendo

a los brazos del amante...

¡Eres lista!

¡No, por Dios que te quedarás aquí,

y me dirás el nombre de ese pájaro!

 

NEDDA

(Intentando retomar la comedia)

Vamos, ¡tan terrible,

de verdad, no te creía!

Aquí, no hay nada de trágico.

Ven a decírselo, ¡oh, Tadeo!

que el hombre sentado frente a mí

era el miedoso e inocuo Arlequín!

 

(Contiene, en seguida, su risa ante

la actitud de Canio)

 

CANIO

(Terrible)

¡Ah! ¡Me estas desafiando!

¿Aún no te has enterado de

que no voy a ceder?

¡El nombre o tu vida!

 

NEDDA

¡No, por mi madre!

Indigna seré yo,

todo lo que tú quieras,

pero, no soy vil, ¡por Dios!

Más fuerte que tu desdén es mi amor:

No hablaré.

¡No, aún a riesgo de muerte!

 

(Se oye un murmullo entre la gente.)

 

CANIO

(Gritando, agarra un cuchillo)

¡El nombre! ¡El nombre!

 

NEDDA

¡No!

 

SILVIO

(Desenvainando un puñal)

¡Diablos!

Lo hace en serio...

 

CANIO

¡Entre espasmos de muerte

me lo dirás!

 

LA GENTE

¡Detente!

 

CANIO

(Canio, en un paroxismo de cólera,

agarra a Nedda y la apuñala.)

¡Toma!

 

NEDDA

¡Socorro...! ¡Silvio!

 

SILVIO

(corre en su ayuda)

¡Nedda!

 

CANIO

(Se vuelve, como una fiera, se

arroja sobre él y lo apuñala.)

¡Ah! ¡Eres tú! ¡Bienvenido!

 

(Silvio cae, fulminado)

 

LA GENTE

¡Jesús, María y José!

 

(Mientras varios se precipitan sobre

Canio para desarmarlo, él, inmóvil,

estupefacto, deja caer el cuchillo.)

 

CANIO

¡La comedia ha terminado!

 

FIN DE LA OPERA

 

PROLOGO

 

(Tonio in costume da Taddeo

corne nello commedia, passa

a traversa al telone)

 

TONIO

Si può? Si può?

Signore! Signori!

Scusatemi se da sol mi presento.

Io sono il Prologo.

Poiché in scena ancor

le antiche maschere mette l'autore,

in parte ei vuol riprendere

le vecchie usanza,

e a voi di nuovo inviami.

Ma non per dirvi,

comepria:

"Le lacrime che noi versiam son false!

Degli spasimi e dei nostri martir

non allarmatevi!"

No, no.

L'autore ha cercato invece

pingervi uno squarcio di vita.

Egli ha per massima sol che l'artista

é un uom,

e che per gli uomini

scrivere ei deve.

Ed al vero ispiravasi.

Un nido di memoria

in fondo a l'anima

cantava un giorno,

ed ei con vere lacrime scrisse,

ei singhiozzi il tempo

glibattevano!

 

Dunque, vedrete amar

si come s'amano

gli esseri umani,

vedrete de l'odio i tristi frutti.

Del dolor gli spasimi,

urli di rabbia, udrete,

e risa ciniche!

E voi, piuttosto che le nostre

povere gabbane d'istrioni,

le nostr'anime considerate,

poiché siam uomini di carne e d'ossa,

e che di quest'orfano

mondo al pari di voi spiriamo l'aere!

Il concetto vi dissi,

or ascoltate com'egli é svolto.

 

(gridando verso la scena)

 

Andiam, incominciate!

 

ATTO PRIMO

 

(Un bivio di strada in campagna

all'entrata di un villaggi. Si sentono

squilli di tromba stonata alte Mantisi

con dei colpi di cassa, ed insieme

risate, grida allegro, foschi di monelli

e vociate che vaneo apppressandosi

Attirati dol sueno i contadini di ambo

i sessi in abito da festa accorrono,

mentre Tonio, anoiato d'olla folla che

arriva, si sdraia dinanzi al teatro. Son

tre ore dopo mezzogiorno, il sol

d'agosto splende cocente)

 

CORO Dl UOMINI E Dl DONNE

(Arrivando poco a poco)

Eh...! Son qua!

Son qua! Ritornano.

Pagliacci è là!

Tutti io seguono, grandi e ragazzi

e ognun applaude ai motti, ai lazzi

ed egli serio saluta e passa

e torna a battere sulla gran cassa.

Ehi! Ehi! Sferza l'asino,

bravo Arlecchino!

Son quà! Son quà!

Già fra le strida i monelli

inaria gittano i cappelli!

 

CANIO

(Di dentro)

Itene al diavolo!

 

BEPPE

(Di dentro)

To! To! Birichino!

 

CORO

In aria gittano i cor cappelli diggià.

Fra strida e sibili diggià...

Ecco il carretto! Indietro...

Arrivano! Che diavolerio!

Dio benedetto!

Arrivano! Indietro!

 

(Arriva una pittoresca carretta dipinta

a vari colori e brata da un asino che

Beppe, in abito da Arlecchino guida

a mano. Sul devanti della carretta e

sdraiata Nedda, e sul dietro della

carretta e Canio, in piedi, in costume

da Pagliaccio, che botte la gran cassa)

 

TUTTI

Sei de' pagliacci.

Tu i guai discacci

col lieto amor.

E viva! Son qua!

 

CANIO

Grazie...

 

CORO

Bravo!

 

CANIO

Vorrei...

 

CORO

E lo spettacolo?

 

CANIO

Signori miei!

 

TUTTI

Uh! Ci assorda!

Finiscila.

 

CANIO

Mi accordan di parlar?

 

TUTTI

Oh! Con lui si dee cedere,

tacere ed ascoltar.

 

CANIO

Un grande spettacolo

a ventitré ore

prepara il vostr'umile

e buon servitore.

Vedrete le smanie

del bravo Pagliaccio

e come ei si vendica

e tende un bel laccio.

Vedrete di Tonio

tremar la carcassa,

e quale matassa

d'intrighi ordirà.

Venite, onorateci

Signori e Signore.

A ventitrè ore!

 

TUTTI

Verremo, e tu serbaci

il tuo buon umore.

A ventitrè ore!

 

(Tonio si avanza per aiutar Nedda

a scender do carretto, ma Canio,

che è già saltato giù, dà un ceffone

dicendo)

 

CANIO

Via di li.

 

DONNE

(Ridendo)

Prendi questo, bel galante!

 

RAGAZZI

(Fischiando)

Con salute!

 

TONIO

(Fra sè)

La pagherai! Brigante!

 

CONTADINO

(A Canio)

Di, con noi vuoi bevere

un buon bicchiere sulla crocevia?

Di' ,vuoi tu?

 

CANIO

Con piacere.

 

BEPPE

Aspettatemi;

anch'ioci sto!

 

CANIO

Di Tonio, vieni via?

 

TONIO

lo netto il somarello.

Precedetemi.

 

CONTADINO

(Ridendo)

Bada, Pagliaccio,

ei solo vuol restare

per fer la corte a Nedda.

 

CANIO

(Ghignando, ma con cipiguo)

Eh! Eh! Vi pare?

 

(Tra il serio e l'ironico)

 

Un tal gioco, credetemi,

e meglio non giocarlo con me,

miei cari; e a Tonio,

e un poco a tutti or parlo

il teatro e la vita

non son la stessa cosa

 

E se lassù Pagliaccio

sorprende la sua sposa

colbel galante in camera,

fa un comico sermone,

poi, si calma ed arrendesi

al colpi di bastone!

Ed il pubblico applaude, ridendo

allegramente .

Ma se Nedda sul serio sorprendessi,

altramente finirebbe la storia,

com'è ver che vi parlo.

Un tal gioco, credetemi,

e meglio non giocarlo.

 

NEDDA

(Fra sè)

Confusa io son!

 

CONTADINI

Sul serio pigli dunque la cosa?

 

CANIO

Io?. Vi pare! Scusatemi,

adoro la mia sposa!

 

(Si ode un suono di comamusa)

 

RAGAZZE

I zampognari! I zampognari!

 

UOMINI

Verso la chiesa vanno i compari.

 

(Le campana suonano a vespro)

 

I VECCHI

Essi accompagnano la comitiva

che a coppie al vespero sen va giuliva.

 

DONNE

Andiam. La campana

ci appella al Signore.

 

CANIO

Ma poi, ricordatevi:

A ventitrè ore!

 

CORO

Andiam, andiam!

Don, din, don, din. suona vespero,

ragazze e garzon,

a coppie al tempio affrettiamoci,

c'affrettiam! Din. don!

diggiài culmini.

Don, din, vuol baciar.

Le mamme ci adocchiano,

attenti, compar.

Don, din. Tutto irradiasi

di luce e d'amor.

Ma i vecchi sorvegliano,

gli arditi amador.

Don, din, ...

 

(Durante il cor, Canio entra dieta al

teatro e va a lasciar la sua giubba

da Pagliaccio; poi, ritorna, e dopo

aver fiotto, sorridendo, un cenno

d'addio a Nedda, parte con Beppe e

dunque o sei contadini Nedda rimane

sola)

 

NEDDA

Qual fiamma avea nel guardo.

Gli occhi abbassai

pertema ch'ei leggesse

il mio pensier segreto.

Oh! S'ei mi sorprendesse,

brutale come egli e.

Ma basti, or via;

son questi sogni paurosi e fole!

O che bel sale di mezz'agosto!

lo son piena di vita e, tutta illanguidita

per arcano desio, non so che bramo!

 

(Guardando in cielo)

 

Oh! Che volo d'augelli, e quante strida!

Che chiedon?

dove van?

Chissà?

La mamma mia,

che la buona ventura annunciava

comprendeva il lor canto

e a me bambina cosi cantava:

Huí! Stridono lassù, liberamente

lanciati a voi come frecce, gli augel.

Disfidano le nubi e il sol cocente,

e vanno, e vanno per le vie del ciel.

Lasciateli vagar per l'atmosfera

questi assetati di azzurro e di splendor;

seguono anch'essi un sogno, una chimera

é vanno, é vanno fra le nubi d'or.

Che incalzi il vento e latri la tempesta,

con l'ali aperte san tutto sfidar;

la pioggia, i lampi..., nulla mai li arresta,

é vanno, é vanno sugli abissi e i mar.

Vanno laggiù verso un paese strano

che sognan forse e che cercano invan.

Ma i boemi del ciel seguon l'arcano

poter che li sospinge, e van, e van!

 

(Tonio, durante la canzone, é

entrammo ed ascolta beata; Nedda,

finta la canzone, lo scorge)

 

Sei la! Credea che te ne fossi andato.

 

TONIO

E colpa del tuo canto.

Affascinato io mi beava!

 

NEDDA

Ah! Ah! Quanta poesia!

 

TONIO

Non rider, Nedda.

 

NEDDA

Va, va all'osteria

 

TONIO

So ben che difforme conforto son io;

che desto soltanto lo scherno e l'orror,

eppure ha il pensiero un sogno, un desio,

e un palpito il cor!

Allor che sdegnosa mi passi d'acanto,

non sai tu che pianto mi spreme il dolor

perché, mio malgrado,

subito ho l'incanto...

M'ha vinto l'amor!

Oh, lasciami, lasciami or dirti...

Oh, lasciami, lasciami or dirti...

 

NEDDA

Che m'ami?

Ha tempo a ridirmelo

stasera, se il brami

facendo le smorfie

colà sulla scena.

 

TONIO

Non rider, Nedda.

 

NEDDA

Tal pena ti puoi risparmiar?

 

TONIO

No, é qui che voglio dirtelo,

e tu m 'ascolterai,

Che t'amo e ti desidero,

e che tu mai sarai!

 

NEDDA

Eh! Dite, mastro Tonio!

La schiena oggi vi prude, o una tirata

d'orecchi é necessaria

al vostro ardor?

 

TONIO

Ti beffi? Sciagurata!

Per la croce di Dio, bada che puoi

pagarla cara!

 

NEDDA

Tu minacci? Vuoi

che vado a chiamar Canio?

 

TONIO

Non prima ch'io ti baci.

 

NEDDA

Oh, bada!

 

TONIO

(Avanzandosi ed aprendo le braccia

per ghermirla)

Oh, tosto sarai mia!

 

NEDDA

(Afferra la frusta lasciata da Beppe

e da un colpo in faccia a Tonio)

Miserabile!

 

TONIO

(Da un urlo e retrocede)

Per la Vergin pia di mezz'agosto,

Nedda, lo giuro, me la pagherai!

 

(Tonio esce, minacciando)

 

NEDDA

Aspide! Va.

Tu sei svelato ormai,

Tonio, lo scemo.

Hai l'animo.

Siccome il carpo taro difforme, lurido!

 

(Entra Silvio che chiama

a bassa voce)

 

SILVIO

Nedda!

 

NEDDA

Silvio! A quest'ora!

Che imprudenza!

 

SILVIO

Ah, bah!

Sapea ch'io non rischiavo nulla.

Canio e Beppe da lungi a la taverna

ho scorto!

Ma prudente per la macchia

a me nota qui ne venni.

 

NEDDA

E ancora un poco

in Tonio t'imbattevi.

 

SILVIO

Ah! Tonio, il gobbo!

 

NEDDA

Lo scemo é da temersi:

m'ama.

Or qui me disse,

e nel bestiale delirio suo,

baci chiedendo,

ardiva correr su me.

 

SILVIO

Per Dio!

 

NEDDA

Ma con la frusta

del cane immondo la foga calmai.

 

SILVIO

E fra quest'ansie in eterno vivrai;

Nedda, Nedda,

decidi il mio destin...

Nedda, Nedda, rimani!

Tu il sai, la festa ha fin

e parte ognun domani.

Nedda, Nedda!

E quando tu di qui sarai partita

che addiverrà di me, della mia vita?

 

NEDDA

Silvio!

 

SILVIO

Nedda, Nedda, rispondimi.

Se é ver che Canio non amasti mai,

se é vero che t'è in odio

il ramingare e il mestier che tu fai,

se l'immenso amor taro una fola non é,

questa notte partiam!

Fuggi, Nedda, con me.

 

NEDDA

Non mi tentar!

Vuoi tu perder la vita mia?

Taci, Silvio, non più. E delirio, e follia!

lo mi confido a te cui diedi il cor

non abusar di me, del mio febbrile amor!

Non mi tentar!

Pietà di me!

Non mi tentar!

 

SILVIO

Deh, vien!

Ah! Fuggi con me! Deh, vien!

No, più non m'ami!

 

TONIO

(Scorgendoli, a parte)

T'ho colta, sgualdrina!

 

NEDDA

Si; t'amo, t'amo!

 

SILVIO

E parti domattina?

E allor perché, di', tu m'hai stregato

se vuoi lasciarmi senza pietà?

Quel bacio taro perché me l'hai dato

fra spasmi ardenti di voluttà?

Se tu scordasti l'ore fugaci

io non lo posso, e voglio ancor

que' spasmi ardenti, que' caldi baci

che tanta febbre m'han messo in cor!

 

NEDDA

Nulla scordai, sconvolta e turbata, m'ha

questo amor che nel guardo ti sfavilla.

Viver voglio a te avvinta, affascinata,

una vita d'amor, calma e tranquilla.

A te mi dono; su me solo impera

ed io ti prendo e m'abbandono intera.

 

NEDDA E SILVIO

Tutto scordiam!

 

NEDDA

Negli occhi mi guarda! mi guarda!

Baciami, baciami!

Tutto scordiamo!

 

SILVIO

Verrai?

 

NEDDA

Si, baciami

 

NEDDA, SILVIO

Si; ti guardo e ti bacio.

T'amo! T'amo!

 

(Mentre Nedda e Silvio si avviano verso

il muricciolo, amavano furtivamente

Canio e Tonio)

 

TONIO

Cammina adagio e li sorprenderai.

 

SILVIO

Ad alta notte laggiù mi terrò.

Cauta discendi e mi ritroverai.

 

(Silvio scovata il muro)

 

NEDDA

A stanotte,

e per sempre tua sarò!

 

CANIO

Oh!

 

NEDDA

Fuggi!

 

(Canio anch'esso scavalca il muro

e insegue Silvio)

 

Aiutalo, Signor!

 

CANIO

(Fuori scena)

Vile! T'ascondi!

 

TONIO

(Ridendo cinicamente)

Ah...! Ah...!

 

NEDDA

Bravo! Bravo, master Tonio...!

 

TONIO

Fo quello che posso!

 

NEDDA

E quello che pensavo!

 

TONIO

Ma di dar assai meglio non dispero.

 

NEDDA

Mi fai schifo e ribrezzo.

 

TONIO

Oh, non sai come lieto ne son!

 

(Canio ritorna, asciugandosi il sudore)

 

CANIO

(Con rabbia)

Derisione e scherno!

Nulla! Ei ben lo conosce quel sentier.

Fa lo stesso,

poiché del drudo il nome

or mi dirai.

 

NEDDA

Chi?

 

CANIO

(Furente)

Tu, pel Padre Eterno!

 

(Cavando dalla cinta lo stiletto)

 

E se in questo momento qui scannata

non l'ho gli, é perché pria di lordarla

nel taro fetido sangue, o svergognata,

codesta lama io va' il suo nome.

Parla!

 

NEDDA

Vano é l'insulto.

E muto il labbro mio.

 

CANIO

Il nome, il nome,

non tardare, o donna!

 

NEDDA

Non lo dirò giammai

 

CANIO

(Slanciandosi furente col pugnale

alzato)

Per la Madonna!

 

(Beppe entra e trappa il pugnale

da Canio)

 

BEPPE

Padron! Che tate!

Per l'amor di Dio!

La gente esce di chiesa

e allo spettacolo qui muove.

Andiamo..., via, calmatevi!

 

CANIO

(Dibattendosi)

Lasciami, Beppe.

Ilnome, il nome!

 

BEPPE

Tonio, vieni a tenerlo.

Andiamo, arriva il pubblico

 

(Tonio prende Conio per mano,

mentre Beppe si volge a Nedda)

 

Vi spiegherete. E voi di li tiratevi,

andatevi a vestir.

Sapete, Canio

é violento ma buono.

 

(Spinge Nedda sotto la tenda e

scompare con essa)

 

CANIO

Infamia! Infamia!

 

TONIO

Calmatevi, padrone.

E meglio fingere;

il ganzo tornerà.

Di me fidatevi; io la sorveglio.

Ora facciam la recita.

Chissà ch'egli non venga allo spettacolo

e si tradisca! Or via!

Bisogna fingere per riuscir.

 

BEPPE

(Rientra)

Andiamo, via vestitevi padrone.

E tu, batti la cassa, Tonio.

 

(Tonio e Beppe escono, ma Canio

rimane in scena accasciato)

 

CANIO

Recitar!

Mentre preso del delirio non so più

quel che dice e quel che faccio!

Eppur... e d'uopo... sforzati!

Bah, se' tu forse un uom!

Tu se' Pagliaccio!

Vesti la giubba e la faccia infarina.

La gente paga e rider vuole qua,

e se Arlecchin t'invola Colombina,

ridi, Pagliaccio, e ognun applaudirà!

Tramuta in lazzi lo spasmo ed il pianto;

in una smorfia il singhiozzo e il dolore...

Ridi, Pagliaccio, sul taro amore infranto!

Ridi del duol

che t'avvelena il cor!

 

(Entra commosso sotto la tenda)

 

ATTO SECONDO

 

(La stessa scena di prima. Sono in

scena tutti i personaggi e il pubblico

sta arrivando a poco a poco.)

 

LE DONNE

Ohe! Ohe! Presto! Presto, affrettiamoci.

Svelto, compare

che lo spettacolo

deecominciare.

Cerchiam di metterci

bensul davanti.

 

TONIO

Si da principio,

avanti, avanti!

 

GLI UOMINI

Veh, come corrono

le bricconcelle!

Accomodatevi, comare belle.

O Dio, che correre

per giunger tosto qua!

 

TONIO

Pigliate posto!

 

CORO

Cerchiamo posto!

Ben sul davanti!

Cerchiam di metterci

bensul davanti,

che lo spettacolo

dee cominciare.

 

TONIO

Avanti!

Pigliate posto, su!

 

LE DONNE

Ma non pigiatevi,

pigliate posto!

Su, Beppe, aiutaci,

v'è posto accanto!

 

UNA PARTE DEL CORO

Suvvia, spicciatevi

incominciate! Perché tardate?

Siam tutti là.

 

BEPPE

Che furia, diavolo!

Prima pagate.

Nedda, incassate.

 

UN'ALTRA PARTE DEL CORO

Veh, si accapigliano!

Chiamano aiuto!

Ma via, sedetevi

senza gridar.

 

SILVIO

Nedda!

 

NEDDA

Sil cauto!

Non t'ha veduto.

 

SILVIO

Verrò ad attenderti;

non obliar!

 

CORO

Di qua! Di qua!

Incominciate!

Perché tardar?

Suvvia questa commedia!

Facciam rumore!

Diggià suonar ventitré ore!

Alo spettacolo ognun anela! Ah!

S'alza la tela!

Silenzio! Olà!

 

La Comedia

 

NEDDA (Colombina)

BEPPE (Arlecchino)

CANIO (Pagliaccio)

TONIO (Taddeo).

 

(La tela del teatrino si alza. La scena

rappresenta una stanzetta con un

tavolo e due sedie. Nedda, in costume

da Colombina, passeggia amiasa)

 

NEDDA (Colombina)

Pagliaccio, mio marito,

a tarda notte sol ritornerà.

E quello scimunito di Taddeo,

perché mai non é ancor quà?

 

LA VOCE Dl BEPPE (Arlecchino)

Oh! Colombina, il tenero

fido Arlecchin è a te vicin!

Di te chiamando e sospirando,

aspetta il poverin!

La tua faccetta mostrami,

ch'io vo' baciar senza tardar,

la tua boccuccia.

Amor, mi cruccia e mi sta a tormentar!

Ah, Colombina!

schiudimi il finestrin,

che a te vicin di te chiamando

e sospirando e il povero Arlecchin!

A te vicin è Arlecchin!

 

NEDDA (Colombina)

Di fare il segno convenuto appressa

l'istante ed Arlecchino aspetta!

 

Nedda si siede al tavolo, volgendo le

spala alla porta. Ora Tonio vestito

comeil servo Taddeo. Non visto do

Nedda, si arresta a contemplarlo)

 

TONIO (Taddeo)

E dessa! Dei, come e bella!

 

(Il pubblico ride)

 

Se alla sua rubella

io disvelassi

l'amor mio che commuove sino i sassi!

Lungi e lo sposo,

perchè non oso?

Soli noi siamo

e senza alcun sospetto!

Orsù! Proviamo!

 

(Sospira lungo, esagerato.

Il pubblico ride)

 

NEDDA (Colombina)

(Volgendosi)

Sei tu, bestia?

 

TONIO (Taddeo)

Quell'io son, si!

 

NEDDA (Colombina)

E Pagliaccio e partito?

 

TONIO (Taddeo)

Egli partì!

 

NEDDA (Colombina)

Che bi cosi impalato?

Il pollo hai tu comprato?

 

TONIO (Taddeo)

Ecco, Vergin divina!

 

(Precipitandosi in ginocchio

offrendo il paniere)

 

Ed anzi eccoci entrambi ai piedi tuoi

poiché l'ora e suonata,

o Colombina

di svelarti il mi cor.

Di', udirmi vuoi?

Dal di...

 

NEDDA (Colombina)

(Strappandogli paniere)

Quanto spendesti dal trattore?

 

TONIO (Taddeo)

Uno e cinquanta.

Da quel di il mio core...

 

NEDDA (Colombina)

Non seccarmi, Taddeo!

 

(Arlecchino scovata la finestra e mette

sul tavolo una bottiglia; poi va versa

Taddeo, mentre questo finge di non

vederlo.)

 

TONIO (Taddeo)

So che sei pura

e casta al par di neve!

E ben che dura ti mostri

adobbliarti non riesco!

 

BEPPE (Arlecchino)

(Pigia Taddeo per l'orecchio e gli

da un calcio)

Va a pigliar il fresco

 

(Il pubblico ride)

 

TONIO (Taddeo)

(Retrocede do comicamente)

Numi! S'aman!

M'arrendo ai detti tuoi.

Vi benedico! La, veglio su voi!

 

(Taddeo esce; il pubblico applaude)

 

NEDDA (Colombina)

Arlecchin!

 

BEPPE (Arlecchino)

Colombina!

Alfin s'arrenda

ai nostri prieghi amor!

 

NEDDA (Colombina)

Facciam merenda.

 

(Siedono a tavolo uno in faccia all'altro)

 

Guarda, amor mio, che splendida

cenetta preparai!

 

BEPPE (Arlecchino)

Guarda, amor mio, che nettare

divino t'apportai!

 

INSIEME

L'amor ama gli effluvi

del vin, della cucina!

 

BEPPE (Arlecchino)

Mia ghiotta Colombina!

 

NEDDA (Colombina)

Amabile beone!

 

BEPPE (Arlecchino)

(Prendendo un'ampolliera)

Prendi questo narcotico,

dallo a Pagliaccio

pria che s'addormenti,

e poi, fuggiam insiem.

 

NEDDA (Colombina)

Si, porgi.

 

(Taddeo entra tramando

esageratamente)

 

TONIO (Taddeo)

Attenti!

Pagliaccio é là tutto stravolto,

ed armi cerca! Ei sa tutto.

Io corro a barricarmi!

 

(Esce precipitosamente e chiude

la porta)

 

NEDDA (Colombina)

(Ad arlecchino)

Via!

 

BEPPE (Arlecchino)

(Scavalca la finestra)

Versa il filtro ne la tazza sua.

 

(Entra Canio, vestito in costume

di pagliaccio)

 

NEDDA (Colombina)

A stanotte,

e per sempre, io sarò tua!

 

CANIO (Pagliaccio)

(Fra sè)

Nome di Dio!

Quelle stesse parole!

Coraggio!

 

(a Colombina)

 

Un uomo era con te.

 

NEDDA (Colombina)

Che folle!

Sei briaco?

 

CANIO (Pagliaccio)

Briaco, sì, da un'ora!

 

NEDDA (Colombina)

Tornasti presto.

 

CANIO (Pagliaccio)

(Con intenzione)

Ma in tempo!

T'accora, dolce sposina?

 

(Riprendendo la commedia)

 

Ah, sola io ti credea

e due posti son là.

 

NEDDA (Colombina)

Con me sedea Taddeo,

che là si chiuse per paura.

 

(Verso la porta)

 

Orsù, parla!

 

TONIO (Taddeo)

Credetela. Essa é pura!

E abborre dal mentir

quel labbro pio!

 

(Il pubblico ride forte)

 

CANIO (Pagliaccio)

(Rabbiosamente al pubblico)

Per la morte!

 

(Poi, a Nedda)

 

Smettiamo!

Ho dritto anch'io

d'agircome

ogni altr'uomo.

Il nome suo!

 

NEDDA

(Fredda e sorridente)

Di chi!

 

CANIO

Vo' il nome dell'amante tuo,

del drudo infame

a cui ti desti in braccio,

o turpe donna!

 

NEDDA

(Sempre recitando la commedia)

Pagliaccio! Pagliaccio!

 

CANIO

No, Pagliaccio non son!

Se il viso é pallido

é di vergogna e smania di vendetta!

L'uom riprende i suoi dritti, e il cor

che sanguina vuoi sangue a lavar l'onta.

O maledetta!

No, Pagliaccio non son!

Son quel che stolido ti raccolse

orfanella in su la via,

quasi morta di fame,

e un nome offriati!

Ed un amor ch'era febbre e follia!

 

DONNE

Comare, mi h piangere!

Par vera questa scena!

 

UOMINI

Zitte, laggiù!

Che diamine!

 

SILVIO

(Fra sè)

Io mi ritengo appena!

 

CANIO

Sperai, tanto il delirio

accecato m'aveva,

se non amor, pietà, mercé!

Ed ogni sacrifizio

al cor, lieto, imponeva,

e fidente credeva

più che in Dio stesso, in te!

Ma il vizio alberga sol

ne l'alma tua negletta;

tu, viscere non hai...

Sol legge é il senso a te;

Va, non meriti il mio duol

o meretrice abbietta!

Vo' nello sprezzo mio,

schiacciarti sotto i piè!

 

LA FOLLA

Bravo!

 

NEDDA

(Fredda ma seria)

Ebben, se mi giudichi

di te indegna,

mi scaccia in questo istante.

 

CANIO

(Sogghignando)

Ah, ah!

Di meglio chiedere non dei

che correr tosto al caro amante.

Sei furba!

No, per Dio, tu resterai,

e il nome del taro ganzo mi dirai.

 

NEDDA

(Cercando di riprendere la commedia)

Suvvia, cosi terribile

da verità non ti credeo!

Qui, nulla v'ha di tragico.

Vieni a dirgli, o Taddeo,

che l'uom seduto or dianzi a me vicino

era il pauroso ed innocuo Arlecchino!

 

(Risa tosto represse dall'attitudine di

Canio)

 

CANIO

(Terribile)

Ah! Tu mi sfidi!

E ancor non l'hai capita

ch'io non ti cedo? Il nome,

o la tua vita!

 

NEDDA

No, per mia madre!

Indegna esser poss'io,

quello che vuoi,

ma vil non son, per Dio!

Di quel taro sdegno

é l'amor mio più forte.

Non parlerò. No, a costo della morte!

 

(Si ode un mormorio tra la folla)

 

CANIO

(Urlando afferra un coltello)

Ilnome! Il nome!

 

NEDDA

No!

 

SILVIO

(Snudando il pugnale)

Santo diavolo!

Fa davvero...

 

CANIO

Di morte negli spasmi

lo dirai!

 

LA FOLLA

Ferma!

 

CANIO

(Canio, in un parossismo di colera,

afferra Nedda e la colpisce col pugnale)

A te!

 

NEDDA

Soccorso... Silvio!

 

SILVIO

(Arrivando in scena)

Nedda!

 

CANIO

(Si volge come una belva, balza presso

de lui e lo colpisce col pugnale)

Ah! Sei tu! Ben venga!

 

(Silvio cade come fulminato)

 

LA FOLLA

Gesummaria!

 

(Mentre parecchi si precipitano verso

Canio per disarmarlo, egli, immobile,

istupidito lascia cadere il coltello)

 

CANIO

La commedia è finita!

 

FINE DELL'OPERA

 

Recitar! ... Vesti la giubba (Jon Vickers).
Orchestra e Coro del Teatro Alla Scala
Herbert von Karajan
1968

Final de I Pagliacci (Jon Vickers y Raina Kabaivanska).

Orchestra e Coro del Teatro Alla Scala
Herbert von Karajan
1968