*Quasi lento y Souffrances et plaintes de Psyche. Lento.

DICIEMBRE...

POEMA SINFÓNICO - CORAL (COMPLETO): "PSYCHÉ", FWV 47

*POEMA SINFÓNICO: "EL CAZADOR MALDITO", FWV 44.

*SINFONÍA EN RE MENOR, FWV 48.

Poema sinfónico – coral (completo): Psyché, FWV 47

 

n el transcurso de octubre de 1886 se daba Franck a la tarea de orquestar su más reciente composición sinfónica, el poema Psyché, cuya composición se inspiró en la antigua fábula de Psiquis y Eros. Un día, llamó la atención de su esposa sobre un tema correspondiente al coro y lo cantó con su mísera voz de compositor: Ne sens-tu pos un doux désir éclore Dans ton sein agité? Pero la cosa no suscitó emoción en el alma de Mme. Franck: "¡César, no me gusta!" exclamó contundente; y abandonó la habitación. Félicité (que así se llamaba la señora del músico) jamás tuvo simpatía por Psyché. Se abstuvo de asistir a la première, ofrecida en la Sociedad Nacional el 10 de marzo de 1888, y sólo fué por insistencia de su nieta que aceptó con renuencia escuchar la composición dos años más tarde. Sin embargo, cuando estaban a punto de entrar en el Teatro Châtelet, descubrió Mme. Franck que había olvidado la entrada. Con toda lógica se le sugirió que se identificara en boletería como esposa del compositor, pero rehusó hacerlo invocando razones de timidez. Félicité tomó un coche y volvió a su hogar, bastante satisfecha de sí misma, porque ahora nadie podía acusarla de haber evitado deliberadamente Psyché.

En opinión de Félicité Franck, las alas del "músico seráfico" (como llamaba D'lndy a su maestro) habían rozado peligrosamente las pasiones terrenas en esta partitura. Hubo quienes lo entendieron de diversos modos. "No obstante lo clásico de su título -escribió D'lndy a propósito de Psyché- nada tiene del espíritu pagano, sino que está imbuida de sentimiento y gracia cristianas." El movimiento subtitulado "Psyché et Eros" se convirtió así en "etéreo diálogo entre el alma, tal como lo concibió el místico autor de Imitación de Cristo, y un serafín que descendió para propagar por tierra las verdades eternas." Si bien Gastón Poulin evitó el enfoque simbólico de D'lndy, consideró sin embargo que Psyché es "pintura espiritual de una castidad ideal (en la cual Franck)... se remontaba sobre toda clase de sentimientos carnales."

Una clave de los sentimientos del propio Franck hacia Psyché la proporciona un incidente relatado por Alfred Cortot. Discutiendo un día la obra con un amigo, el compositor posó su mano sobre la partitura de Les Béatitudes, y expresó: "Lo que me gusta en esta obra es que no contiene un sólo compás de música sensual." D'lndy y otros apólogos de Franck podían haberse ahorrado el esfuerzo. El tratamiento musical por Franck, de la antigua leyenda, no contiene sentidos "ocultos".

Aunque Psyché se divide en tres partes, la música fluye suavemente de su misteriosa apertura al vuelo de su final. No es dualista ni de naturaleza cíclica, sino que se abre con la simplicidad de una flor a los rayos del sol matinal. Buena parte de la música de este poema se ejecuta habitualmente como suite orquestal. Es tan sólo escuchando la composición en su forma integral que se está en condiciones de apreciar sus cualidades extraordinarias. Los seis movimientos parecen ligados entre sí por un despliegue impremeditado de fuerzas dramáticas; ninguno de esos movimientos, por lo demás, da impresión de surgir de otro. En lugar de ello, la obra da la ilusión de formarse con una melodía constantemente flúida e ininterrumpida. Es la delicada transparencia de la instrumentación de Franck lo que motiva esa ilusión. La música jamás toca el suelo, sino que bordea las fronteros del ensueño. El coro, al prescindir de las partes de bajos, afecta una cualidad etérea. En general, se asigna a Psyché menor significación que al Cuarteto, el Quinteto y las dos obras pianísticas capitales de Franck. Por cierto que no son de aplicación a esa partitura adjetivaciones como la de "sólida" o "impresionante"; es natural: la música brota sin esfuerzo, con naturalidad. Con encanto melódico y sutileza de orquestación, Psyché está a la altura de lo mejor que haya salido de la pluma del compositor.

 

PARTE I

 

El Sueño de Psyché (Orquesta) Lento.

Psyché duerme... En las insondables regiones de sus sueños, su espíritu percibe una brisa que no es de este mundo, y siente le pertenecerá.

Psyché raptada por los Céfiros (Orquesta) Allegro vivo.

De pronto el aire vibra y se puebla de extraños sonidos... Psyché es llevada por los Céfiros a los Jardines de Eros.

 

PARTE II

 

Los Jardines de Eros (Orquesta y Coro) Poco animato; Lento.

Más bella que la belleza misma, Psyché se tiende sobre un lecho de flores, mientras la riente Naturaleza le rinde homenaje, como a una reina. Voces, murmuran a su oído el poder del amor... Despierta en dulce agitación... Las voces murmurantes hablan del esposo invisible que se está aproximando. Embelesada, escucha y aguarda... Las voces, cantan con tonos más graves: "...recuerda que no debes jamás conocer el rostro de tu místico amante... Acuérdate!"

 

CORO:

 

¡Amor! fuente de toda vida

¡Dios joven y fuerte de rasgos cautivantes!

¡Salud! ¡Oh poder bendito!

¡Salud! Oh, dulce esclavizador de corazones.

Inundas todo de una santa alegría,

tus pasos fecundan los surcos.

La tierra fértil engendra con embriaguez

cuando sobre ella desciende la inefable caricia

del cielo, su esposo, inundado de rayos.

Oh, blanca hermana de los lirios, más dulce que la aurora

y más bella que la belleza,

¿no sientes despertar dulce deseo

en tu turbado pecho?

¡Escucha a la distancia las invisibles liras

suspirar dulcemente en el aire armonioso!

Va a venir el misterioso esposo,

a verter en tu seno virginal divino éxtasis.

Mira: por ti se entreabren las puertas del palacio.

Más, ¡Psyché! recuerda que no debes jamás

conocer el rostro de tu místico amante;

obedece, sin chistar, al destino siempre sabio.

¡Psyché! ¡Acuérdate, acuérdate!

 

Amour! source de toute vie!

Dieujeune et fort aux traits vainqueurs!

Salut, ô puissance béníe!

Salut, ô doux tyran des coeurs!

Turemplis tout d'une sainte allégresse,

Tes pas fécondent les sillons.

La terre maternelle enfante avec ivresse

Quand sur elle descend l'ineffable caresse

Du grand ciel, son époux, inondé de rayons.

O  blanche soeur des lys, plus douce que l'aurore.

Et plus belle que la beauté,

Ne sens-tu pas un doux désir éclore

Dans ton sein agité?

Ecouteau loin les invisibles lyres

Soupirerdoucement dans l'air harmonieux!

II va venir, l'époux mystérieux,

Dans ton seín virginal, verser de saintes delires.

Vois pour toi s'entr'ouvrir les portes du palais.

Mais, Psyché, souviens-toi que tu ne dois jamáis

De ton mystique amant connaítre le visage;

Obéis sans comprendre, au destín toujours sage.

Psyché! Rapelle toi, rapelle-toi!

 

 

 

 

Psyché y Eros (Orquesta) Andantino ma non troppo lento.

Los espíritus callan; pero otra voz se escucha ahora, dulce y clara: es la voz de Eros. Psyché responde tímidamente... pronto sus almas comulgan... Todo es pasión, todo felicidad, que durará eternamente... ¡a condición de que Psyché recuerde!

 

PARTE III

 

El Castigo - Sufrimientos y lamentos de Psyché (Orquesta y Coro) Quasi lento; Lento.

Psyché ha desoído la advertencia. "Su castigo comienza" -proclaman las voces-, mientras Psyché llora. ¿La perdonará Eros?

Psyché se deshace en llanto; su pena es inconmensurable, porque conoció la dicha inconmensurable. En tierra nada le resta sino padecer el fuego de ansias que no se aplacan. Perecer, es aspiración amarga, frente a ese amor ideal que perdió para siempre, pero que aún espera débilmente recuperar.

 

CORO:

 

¡Amor! Ella conoció tu nombre.

¡Desdichada de ella!

En medio del misterio, alejada la dicha,

la duda ha hecho presa del corazón de la inmortal doncella.

Su castigo comienza y su pena es acerba.

Lejos de los jardines de Eros y de los sacros lares.

Hela entretanto, errando por tierra,

y las sendas son arduas a sus pies destrozados.

Doliente viajera, siempre solitaria.

Va sollozando, añorando el misterio

de los azules jardines de Eros y los lares sagrados.

Y más se agiganta la noche interior,

¡y sólo el viento escucha sus desesperados lamentos!

esperanza alguna le llega o la roza.

Amor: conoció tu nombre; pero llora.

Devuélvele los azules jardines y los lares sagrados.

 

Amour, elle a connu ton nom.

Malheur sur elle!

Parmi le doux mystère, aux bonheurs épurés,

Le doute a pris le coeur de la jeune immortelle.

Son châtiment commence et sa peine est cruelle,

Loin des jardins d'Eros et des parvis sacrés.

La voici maintenant errante sur la terre,

Etles sentíers sont durs à ses pieds dechirés.

Amèrevoyageuse et partout solitaire.

Elle va sanglotant au regret du mystère

Des bleus jardins d'Eros et des parvis sacres.

Ettoujours s'agrandit la nuit intérieure,

Et le vent seul entend ses cris désespérés!

Nul espoir ne descend sur elle et ne l'effleure.

Amour, elle a connu to nom, mais elle pleure.

Rends-lui les bleus jardins et les parvis sacrés.

 

 

 

 

 

 

 

Apoteosis:

"Eros ha perdonado" -canta el misterioso coro-; y el Universo exulta de alegría... Descansa ahora, ¡pobre Psyché! Tus anhelos, tenaces como la muerte, se han elevado hasta el gran Dios del Amor; y desciende él hacia ti; su beso restaña tu antiguo amor. Natura canta su viejo himno de amor. ¡Ved: en brazos de su inmortal amante, Psyché se remonta de la tierra a las alturas, triunfante en una nube de gloria!

 

CORO:

 

 

 

¡Eros ha perdonado! ¡Regocíjate, cielo y tierra!

Psyché: puedes levantar tu pálida frente.

Recuerdo doloroso del yerro primero,

cubierto, por siempre, del eterno olvido.

Y tú, pareja divina, remóntate a la luz;

se ha cumplido por fin, del amor el milagro.

 

Eros a pardonné. Tressaillez ciel et terre!

Relève, tu le peux, Psyché, ton front pâli.

Souvenir douloureux de la faute première,

Soi couvert, à jamáis, d'un éternel oubli.

Et toi, couple divin, monte dans la lumière;

Le miracle d'amour est enfin accompli.

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                        

                                                                                      Harold Lawrence

La leyenda de Psyché (mitología)

 

egún la historia, inmortalizada por Apuleyo en su Metamorfosis (El Asno de Oro), en una ciudad de Grecia había un rey y una reina que tenían tres hijas. Las dos primeras eran hermosas. Para ensalzar la belleza de la tercera, llamada Psique, no es posible hallar palabras en el lenguaje humano. Tan hermosa era que sus conciudadanos, y un buen número de extranjeros, acudían a admirarla. Incluso dieron en compararla a la propia Venus, y no advirtieron que, al descuidar los ritos debidos a esta diosa, tal vez estaban atrayendo sobre la bella y bondadosa joven un destino funesto. Venus, la diosa que está en el origen de todos los seres, herida en su orgullo, encargó a su hijo Eros: "Haz que Psique se inflame de amor por el más horrendo de los monstruos" y, dicho esto, se sumergió en el mar con su cortejo de nereides y delfines.

Psique, con el correr del tiempo, fue conociendo el precio amargo de su hermosura. Sus hermanas mayores se habían casado ya, pero nadie se había atrevido a pedir su mano: al fin y al cabo, la admiración es vecina del temor... Sus padres consultaron entonces al oráculo: "A lo más alto contestó la llevarás del monte, donde la desposará un ser ante el que tiembla el mismo Júpiter". El corazón de los reyes se heló, y donde antes hubo loas, todo fueron lágrimas por la suerte fatal de la bella Psique. Ella, sin embargo, avanzó decidida al encuentro de la desdicha.

Sobre un lecho de roca quedó muerta de miedo Psique, en lo alto del monte, mientras el fúnebre cortejo nupcial se retiraba. En estas que se levantó un viento, se la llevó en volandas y la depositó suavemente en un pradera cuajada en flor. Tras el estupor inicial Psique se adormeció. Al despertar, la joven vio junto al prado una fuente, y más allá un palacio. Entró en él y quedó asombrada por la factura del edificio y sus estancias; su asombro creció cuando unas voces angélicas la invitaron a comer de espléndidos platos y a acostarse en un lecho. Cayó entonces la noche, y en la oscuridad sintió Psique un rumor. Pronto supo que su secreto marido se había deslizado junto a ella. La hizo suya, y partió antes del amanecer.

Pasaron los días por la soledad de Psique, y con ellos sus noches de placer. En una ocasión su desconocido marido le advirtió: "Psique, tus hermanas querrán perderte y acabar con nuestra dicha". "Mas añoro mucho su compañía dijo ella entre sollozos. Te amo apasionadamente, pero querría ver de nuevo a los de mi sangre". "Sea ", contestó el marido, y al amanecer se escurrió una vez más de entre sus brazos. De día aparecieron junto a palacio sus hermanas y le preguntaron, envidiosas, quién era su rico marido. Ella titubeó, dijo que un apuesto joven que ese día andaba de caza y, para callar su curiosidad, las colmó de joyas. Poco antes de que anocheciera, Psique tranquilizó a sus hermanas y las despidió hasta otra ocasión.

Con el tiempo, y como no podía ser de otra forma, Psique quedó encinta. Pidió entonces a su marido que hiciera llegar a sus hermanas de nuevo, ya que quería compartir con ellas su alegría. Él rezongó pero, tras cruzar parecidas razones, acabó accediendo. Al día siguiente llegaron junto a palacio sus hermanas. Felicitaron a Psique, la llenaron de besos y de nuevo le preguntaron por su marido. "Está de viaje, es un rico mercader, y a pesar de su avanzada edad..." Psique se sonrojó, bajó la cabeza y acabó reconociendo lo poco que conocía de él, aparte de la dulzura de su voz y la humedad de sus besos... "Tiene que ser un monstruo ", dijeron ellas, aparentemente horrorizadas, "la serpiente de la que nos han hablado. Has de hacer, Psique, lo que te digamos o acabará por devorarte". Y la ingenua Psique asintió.

"Cuando esté dormido, dijeron las hermanas, coge una lámpara y este cuchillo y córtale la cabeza". Enseguida partieron, y dejaron sumida a Psique en un mar de turbaciones. Pero cayó la noche, llegó con ella el amor que acostumbraba y, tras el amor, el sueño. La curiosidad y el miedo tiraban de Psique, que se revolvía entre las sábanas. Decidida a enfrentar al destino, sacó por fin de bajo la cama el cuchillo y una lámpara de aceite. La encendió y la acercó despacio al rostro de su amor dormido. Era... el propio dios Cupido, joven y esplendoroso: unos mechones dorados acariciaban sus mejillas, en el suelo el carcaj con sus flechas. La propia lámpara se avivó de admiración; la lámpara, sí, y una gota encendida de su aceite cayó sobre el hombro del dios, que despertó sobresaltado.

Al ver traicionada su confianza, Cupido se arrancó de los brazos de su amada y se alejó mudo y pesaroso. En la distancia se volvió y dijo a Psique: "Llora, sí. Yo desobedecí a mi madre Venus desposándote. Me ordenó que te venciera de amor por el más miserable de los hombres, y aquí me ves. No pude yo resistirme a tu hermosura. Y te amé... Que te amé, tú lo sabes. Ahora el castigo a tu traición será perderme". Y dicho esto se fue. Quedó Psique desolada y se dedicó a vagar por el mundo buscando recuperar, inútilmente, el favor de los dioses: la cólera de Venus la perseguía. La diosa finalmente dio con ella, menospreció el embarazo de la joven, le dio unos cuantos sopapos y la encerró con sus sirvientas Soledad y Tristeza.

El caso es que Venus decidió someter a Psique a varias pruebas, convencida de que no podría superarlas; mas acudieron en ayuda de la joven las compasivas hormigas, las cañas de los ríos y las aves del cielo. La última prueba, en cambio, fue la más terrible: Psique bajó a los infiernos en busca de una cajita que contenía hermosura divina. En el camino de regreso, sin embargo, quiso ella misma ponerse un poco y, al abrir la caja, un sueño insoportable se abatió sobre ella. Y habría muerto, de no ser porque Cupido, su loco enamorado, acudió a despertarla: "Lleva rápidamente la cajita a mi madre, que yo intentaré arreglarlo todo" dijo, y se fue volando. En la morada de los dioses, a petición de Cupido, Zeus determinó que los amantes podían vivir juntos. Así que Hermes raptó a Psique y la llevó al cielo, donde se hizo inmortal. Y fueron juntos felices Eros y Psique y a su debido tiempo tuvieron una niña a la que en la tierra llamamos Voluptuosidad.

 

                                                                                      José María Ciordia

 

La personalidad de César Franck

 

olemos tener de César Franck -un poco como consecuencia del carácter que presenta buena parte de su música, otro poco por la unilateralidad con que la musicografía en general ha considerado siempre su figura- una idea bastante reñida con la realidad. Ese místico, idealista a la vez que idealizado, devoto y contemplativo, siempre propenso a beatíficas meditaciones, con cuya peculiar fisonomía suele asociársele era en la vida real lo menos parecido que imaginarse pueda a una descripción tal. Franck era un buen burgués de París (donde residió buena parte de su vida) y en su aspecto exterior todo contribuía a refirmar esa condición. Se le veía siempre atareado con sus lecciones (de cuyo producto vivía humildemente). Los pantalones más cortos de lo conveniente aún para la moda de aquel entonces, amante del placer hogareño de la amistad y aficionado a la música de Offenbach, cuyas operetas le divertían enormemente con sus ingeniosas parodias, y fáciles melodías que hacían impacto directo en el gusto del público que tan bien conocía aquel inteligente compositor.

Junto al órgano de Santa Clotilde, tan cerca de la bóveda de la famosa iglesia como para poder sentirse mucho más próximo a las celestiales esferas que a la mundanidad fatalmente triste de la tierra firme, era natural que se desarrollara en él una segunda personalidad casi angélica, que es la única que se empeña en recoger de él la posteridad, y la que le valió la incondicional adhesión de cuantos trabajaron o estudiaron con él. Su misma muerte hubo de asumir las llanas proporciones de un simple acontecimiento luctuoso en cualquier vida burguesa. Al atravesar una avenida fue atropellado por un vehículo cuando se dirigía a dar una lección particular a cierto alumno, porque este grande hombre a quien la música de su patria de adopción debe el haberse prestamente liberado del yugo wagneriano, tuvo que trabajar hasta el último día de su existencia para ganar el pan de los suyos con esa tesonera alegría de los que saben convertir la pobreza en fuente de vitalidad espiritual. Y en el acto de su sepelio, unánimemente ausentes todos los institutos oficiales que no debían ni podían faltar, sólo acudieron con su congoja los buenos amigos y los apenados discípulos. Uno de éstos, Manuel Chabrier, condenado a vivir muy poco tiempo más, fue quien tuvo a su cargo pronunciar la sentida oración fúnebre con que fueron sepultados sus restos.

Murió César Franck cuando le faltaba un mes apenas para cumplir los 68 años, el 8 de noviembre de 1890, de resultas de una pleuresía que se le declaró como consecuencia del relatado accidente. Había nacido en Lieja, Bélgica, el 10 de diciembre de 1822.