*Fragmento de el Adagio sostenuto.

JULIO...

CONCIERTO PARA PIANO Nº 2 OP. 18. MÁS CONCIERTOS Nº 1, 3 y 4.

*VOCALISE OP. 34 Nº 14 (11 VERSIONES).

*EL PRÍNCIPE ROSTISLAV.

*PRELUDIOS OP. 23 Y OP. 32.

*SONATA PARA CELLO Y PIANO OP. 19.

Sergei Vassilievich Rachmaninoff

 

ació en la ciudad de Oneg, Novgorod el 1º de abril de 1873, falleciendo en los Estados Unidos, lugar de residencia adoptado por él, junto con la nacionalidad norteamericana, durante los últimos veinte años de su vida, el 29 de marzo de 1943. Desde muy niño había demostrado poseer aptitudes excepcionales para la música, por lo que sus padres le enviaron cuando sólo tenía 9 años de edad, a asistir por espacio de tres, a las clases de la ciudad entonces llamada San Petersburgo. Transcurrido ese lapso pasó a Moscú, en cuyo conservatorio, el mismo donde Tchaikovsky —profeta musical de Moscú— había dado clases durante muchos años, las tomó, y muy buenas para su desarrollo ulterior, de Siloti y Arensky. El primero, su profesor de piano, era íntimo amigo e intérprete obligado de aquel gran compositor, Arenskv, que le adiestró en la composición, en la que él mismo estaba ya perfilándose como uno de los más destacados dentro de la joven escuela rusa que dividía sus preferencias entre el tradicionalismo orientalista de "los cinco" y la influencia tentadora del formalismo germano.

Fueron rápidos los progresos del joven alumno, quien a poco andar, en 1892, o sea apenas cumplidos los 19 años, conquistó la medalla de oro del Conservatorio. Una triunfal gira por las principales ciudades rusas precedió por poco a su designación como profesor de música en la famosa y aristocrática escuela femenina de Maryinsky, que retuvo hasta que fuera promovido a la dirección del Teatro Privado de la Opera de la corte. Durante todo ese tiempo, no dejó de cultivar en forma asidua la composición, siguiendo las huellas de Tchaikovsky en su respeto evidente por la forma, y simultáneamente las de los tradicionalistas rusos, en cuyas mismas fuentes se permitió abrevar con gusto y con apreciable frecuencia.

Datan de 1898 sus primeras apariciones en público, fuera de Rusia, en su triple carácter de pianista-compositor-conductor. Pero con posterioridad, y hasta 1908, aproximadamente, la figura de Rachmaninoff el compositor estuvo a punto de no poder sobreponerse a la excepcional popularidad de su famoso Preludio en do sostenido menor, ocurriéndole durante casi diez años lo que al mexicano Ponce con su "Estrellita” y al portugués Braga con su "Serenata". Ambos han sucumbido como compositores de nota, a la extrema difusión de esas obritas menores.

Favorecido empero por la fertilidad de su talento, que le permitía ser el vehículo autorizado de sus propias obras, y por la fe que en su inspiración tuvieron por ese entonces directores de fama mundial tales como Nikisch, Mottl y Karl Muck, pudo destruir la leyenda de que era el "compositor del preludio", para ser mundialmente reconocido en cambio como el más grande pianista y a la vez, uno de los más grandes compositores del siglo XX.

Cuatro fueron los conciertos para piano y orquesta que escribió Rachmaninoff. El primero en Fa sostenido menor Op. 1, fué escrito entre 1890 y 1891, y posteriormente revisado en 1917; el segundo, en Do menor, data de 1900; el tercero, en Re menor, de 1909; y por último, el cuarto en Sol menor, fué terminado en 1927, cuando hacía ya varios años que el compositor residía en la Unión en forma casi permanente. En todos ellos, si bien el compositor no puede menos que traicionar su parentesco espiritual con Tchaikovsky, se atiene en definitiva al concepto inaugurado por Berlioz en su "Haroldo" y seguido por Liszt en su Segundo Concierto para piano, según el cual el instrumento solista se aleja tanto más de la pirotécnica per se, cuanto más se conforma a las urgencias de cooperar con los demás instrumentos de la orquesta acompañante para el mejor logro de una integral obra de arte. Es sin embargo el Concierto Nº 2 el que ha sobrepasado en forma neta, en cuanto a popularidad se refiere, a sus tres restantes hermanos, acaso porque en él, más que en ninguno de éstos, el compositor, quien se muestra a la vez exhibicionista, dentro de la forma común a los compositores-virtuosos de raíz germánica, ha logrado singular brillantez en el primer gran movimiento, modérato, y está más inspirado, más racial y circunspecto, en el adagio sostenuto que sirve de intermedio y en el allegro scherzando que cierra brillantemente esta melodiosa obra maestra.

Fué el propio Rachmaninoff quien la estrenó en un concierto de la Sociedad Filarmónica de Moscú, el 14 de octubre de 1901, y, mientras se prolongó su larga y proficua carrera de virtuoso, se le consideró con plena justicia el más autorizado y brillante intérprete de la misma.

 

La depresión

 

n enero de 1895 Sergei Rachmaninoff empezó la realización de la Primera Sinfonía, pero el director Alexander Konstantinovich Glazunov (1865-1936), hizo  que ésta fuera un desastre, por lo que suspendió su actividad creadora por cerca de tres años. Rachmaninoff escribía así a su amigo, Aleksandr Zataevich a los dos meses del estreno:

ésta ha sido pésimamente ejecutada. Me asombra que un hombre de tan enorme talento como Glazunov dirija tan mal la orquesta. No me refiero a su técnica; hablo simplemente de su musicalidad. No siente nada cuando dirige. Hasta parece como si no comprendiese nada”. Se comenta que Glazunov dirigió borracho la noche del estreno de la obra.

Aplastado con el fracaso de lo que él consideró una obra maestra legítimamente, Rachmaninoff  se hundió  en una  depresión severa. Ésta  depresión duró hasta el año de 1900, cuando desesperado para volver, él consultó a un  psicoterapeuta para su recuperación, especializado en el tratamiento de hipnosis, el Dr. Nikolai Dahl. Tan exitoso fue el tratamiento, que Rachmaninoff  recobró su fuerza creativa rápidamente y compuso su trabajo más paciente quizás, el Concierto del Piano Nº 2 en Do menor  Op. 18,  el cual dedicó al mismo Dr. Dahl que también tocó la viola en el estreno del concierto. El cual marcó, su regreso a la composición.

Concierto para piano Nº 2 Op. 18

Nordwestdeutsche Philharmonie led by Martin Panteleev.

 

Anna Fedorova, piano.