*I. Russia under the mongol yoke, II. Song about Alexander Nevsky, VII. Alexander's entry into Pskov.

MAYO...

CANTATA OP. 78, ALEXANDER NEVSKY

Cantata Op. 78 “Alexander Nevsky” de Sergéi Prokófiev

 

os músicos del siglo pasado no pudieron huir de la llamada de las sirenas de la poderosa industria del cinematógrafo, de ese nuevo arte triunfante, que vino a ser el "teatro del proletariado", en feliz definición de Abel Gance.

Así Sergéi Sergéyevich Prokófiev, aportó su colaboración al genial director Eisenstein, quien había escrito "El compositor está obligado, cuando empieza una serie fílmica previamente cortada, a analizar el movimiento visual a través de la construcción total del montaje y de la línea de la composición que une las tomas, y aún la composición dentro de cada toma en estos elementos tendrá que basar la composición del conjunto de imágenes musicales". Dentro de estas normas estéticas y técnicas del director cinematográfico ruso, durante el año 1938, Sergéi Prokófiev compuso esta obra que había de ser primero fondo musical de la película del mismo título y luego -en 1939, revisada-, la cantata para coros, orquesta y mezzo-soprano solista. Creación que desde su estreno fué recibida entusiastamente y cuya popularidad ha progresado, constituyendo una de las obras corales de repertorio más importantes del siglo XX.

Como afirma el crítico musical americano Bennett, "Esta cantata representa el comienzo de una nueva etapa en el arte de Prokófiev -cuya muerte en 1953 fué lamentable pérdida para el mundo musical- y su mayor logro creativo después de su regreso a la Unión Soviética. Ante el éxito de su música en París, Prokófiev se sintió ante un problema ineludible y semejante a Dvorak, Vaugham Williams o Sibelius; comprendió que era preciso sentirse identificado con la música de su nación, de su gente, para que con esta forma nacionalista su música llegara a ser parte de una vida y de una cultura nacional."

Eisenstein y Prokófiev trabajaron juntos con la misma afinidad que el compositor de una ópera y el libretista: ajustando acción con música. Ambos son maestros en el ritmo dentro de sus respectivas manifestaciones artísticas.

Para comprender mejor el contenido, el sentido descriptivo de esta música excepcional, aportamos las secuencias cinematográficas de la película de Eisenstein sobre un argumento histórico del siglo XIII: la victoria del pueblo ruso, con el Príncipe Alexander Nevsky como caudillo, frente a la brutal invasión de los Caballeros de la Orden Teutónica. Junto al patriotismo del pueblo ruso eterno, el aliado de la nieve y el frío... victoria que en la historia se había de repetir frente a Napoleón -que en la Obertura 1812 de Tchaikovsky tiene su apología-. De esa manera maravillosa que los artistas rusos -apasionada y aleccionadora- saben cantar a su Patria en toda época y circunstancia, influidos por el venero riquísimo de su música popular.

 

                                                              Dr. Manuel Castellanos de Gorriti

 

La obra

 

1.-Rusia dominada por el yugo mongólico (Molto andante)

 

El hondo sentimiento de espantosa desolación es creado por el impresionante efecto logrado, en fuertes frases melódicas, por el contraste entre los instrumentos de viento y los violines por un lado y el contrapunto de la tuba, los fagots y los cellos por otro. Característica que predomina en toda la obra, como maravillosa inventiva de instrumentación de Prokófiev. Una vida latente, un pulso débil y esperanzado, parece palpitar en la sentida oración que desarrolla más tarde, el oboe.

 

2.- Una canción sobre Alejandro Nevsky (Lento-piú mosso-Lento)

 

Ataca el coro cantando la primera de una serie de hermosas melodías folklóricas, que constituyen un rasgo distintivo de esta cantata: "Sí, sucedió en río Neva, en las profundas aguas. Allí nosotros exterminamos a los bravos guerreros enemigos del ejército invasor sueco".

Las cuerdas medias de los Coros, imponen el sentimiento épico de esta canción de la batalla sugerida:

"Ah, como luchamos contra ellos, destruyendo e incendiando sus naves, y derramando pródiga sangre nuestra por la Madre Rusia. Ligera hacha y golpear de espadas abrieron sus cerradas líneas. Limpiamos la tierra de tropas enemigas, cuan se siegan estos campos de pasto."

Luego retorna la suave melodía inicial, emotiva y apasionada: "Jamás abandonaremos nuestra tierra natal y quienes marchen sobre Rusia su muerte encontrarán. No temas al enemigo, tierra rusa. ¡Levántate en armas, gran ciudad de Novgorod!"

 

3.- Los cruzados en Pskov (Largo-andante-largo-andante-largo)

 

Una ciudad humillada y destruida por las llamas es descripta por las poderosas disonancias. La orquestación es majestuosa, da el tono descriptivo justo: el diálogo entre instrumentos de cobre (sus trombones con sordina) y la cuerda y madera, es realmente impresionante. Luego, ambientando, las voces de los cruzados alemanes entonan en latín un cántico: "Peregrinus, expectavi, pedes meos, in cymbalis".

A la melodía suave, enternecedora, de las cuerdas se oponen sonidos contrastantes -como lamentos o quejas- de otros instrumentos de la orquesta.

 

4.- Levantaos, Pueblo de Rusia (Allegro risoluto)

 

La orquesta inicia un tema suave de resignado motivo que es desesperadamente interrumpido por los bravos acentos de un coro guerrero, en altivo tono bélico, en exaltación intimidatoria y furiosa: "Levantaos en armas, pueblo de Rusia. La batalla es justa. Levantaos pueblo bravo y libre, defended vuestra patria. Defended y ofrendad vuestras vidas... Levantaos para proteger vuestros hogares y vuestra tierra rusa."

La más hermosa melodía de toda la cantata se inicia, más tarde, el coro persiste en su obstinada idea, en su consigna suprema: "En nuestra gran Rusia, nuestra tierra nativa, jamás permanecerá ningún enemigo. Levantaos gran tierra nuestra."

Y en crescendo retorna el tema inicial, resueltamente, confirmando su sentimiento y sus ideas: "Levantaos en armas, pueblo ruso. Pueblo bravo y libre. Porque la batalla es noble luchad hasta el final, defendiendo la hermosa tierra donde nacimos. Ningún enemigo  debe pisarla, ningún ejército debe invadirla, sus caminos están cerrados para armas hostiles. No arrasarán nuestros campos... "

 

5.-La batalla en el hielo (Adagio-Allegro moderato-Allegro-Andante-Adagio-Állegretto)

 

Las notas iniciales nos hacen partícipes del sentimiento nervioso, intranquilo, impaciente, de la espera de un ataque durante el largo amanecer junto a las heladas aguas del lago. Nuevamente aparece la melodía en do, de la primera escena, mantenida por los cellos y los bronces, entretanto que la flauta y los primeros violines dibujan un agitado ritmo, recogido por el piccolo, que da el "climax" intentado. Notas graves, broncos sonidos en la larga noche... los violines nos inquietan en su motivo ondulante, para que al fondo se deje oír el corno inglés con acento militar. La reiterada figura de las ocho notas en la viola acompaña el ataque de los caballeros teutónicos en maravillosa descripción... clarinetes, tuba y fagot en "crescendo" impresionante apoyan hasta alcanzar una intensidad disonante y nerviosa: la batalla ha llegado a su más cruento enfrentamiento. El cántico de los cruzados se vuelve a escuchar: "Peregrinus, expectavi, pedes meos, in cymbalis. Vincant arma crucifera. ¡Hostis pereat!". La batalla está descripta prodigiosamente. Y como fin la derrota, la huída de los caballeros alemanes con sus pesadas armaduras, por cuyo peso rompen el hielo del lago en dramática escena. Es el fin de toda esperanza de conquista. La orquesta finaliza con las hermosas melodías ondulantes -que ya aparecían en el cuarto movimiento- evocando mágicamente los sentimientos de dolor y agotamiento de los defensores en su trágica lucha por su tierra ofendida.

 

6.-El campo después de la batalla (Adagio)

 

En este "campo de los muertos", una mujer busca a sus seres queridos, entre soldados heridos y cuerpos sin vida. Esta aria es una de las piezas vocales más hermosas de Prokófiev, haciendo posible la identidad de dos sentimientos: el dolor por los héroes muertos y el orgullo por salvar la tierra querida. Los motivos melódicos de esta aria se anticipaban en el segundo movimiento de la cantata, pero ahora tienen un acabado desarrollo sublime: "Cruzaré las tierras nevadas, el campo de batalla y buscaré entre los valerosos y fuertes hombres hasta hallar a mi prometido. Encuentro uno mutilado por una espada, otro atravesado por lanza y flecha. De sus heridas fluye la sangre que hará fecunda nuestra Patria y los campos de las Rusias. Los besos que deposito en sus ojos sin vida, serán nuestras bendiciones a sus muertes nobles, a su sacrificio. Y yo seré para el joven héroe que aún viva, amante y fiel esposa. No me entregaré a un hombre hermoso, pues gracia y belleza son dones que pronto mueren. Busco un hombre bravo con el cual me desposaré. Escuchad, valientes, guerreros de corazón de león".

 

7.- La entrada de Alejandro en Pskov (Moderato-Allegro)

 

El pueblo celebra la victoria. Júbilo y gloria a los guerreros que vuelven. Marciales ritmos son evocados por los instrumentos de viento y de percusión: batir de tambores y resonar de trompetas. Mientras que el coro canta temas ya expuestos a lo largo de la Cantata, más ahora con júbilo y grandiosidad de forma: "En una guerra grande y justa Rusia impidió la entrada y arrojó de su suelo a los invasores. En nuestra amada tierra ningún enemigo permanecerá. Aquellos que nos amenacen, la muerte encontrarán. Estos enemigos jamás verán nuestras ciudades y nuestros campos. En nuestra Madre Rusia, los invasores jamás triunfarán. Todo nuestro pueblo festeja su triunfol ¡Celebrad y cantad, querida Rusia!" El caudillo Alejandro Nevsky es ensalzado por el pueblo: coro y orquesta se unen en este majestuoso final, pleno de entusiasmo y grandiosidad.

 


Sergéi Sergéyevich Prokófiev nació en Sontsovka, actual Ucrania, el 23 de abril de 1891, y falleció el 5 de marzo de 1953 en Moscú.

Compositor y pianista soviético. Junto a Dimitri Shostakovich, fue el mejor representante de la escuela de composición soviética. Su obra ha dejado profunda huella en el estilo de sus compatriotas más jóvenes, como Aram Khachaturian o Dimitri Kabalevski.

Prokófiev demostró a temprana edad unas dotes musicales poco usuales, recibió sus primeras lecciones, de su madre (pianista aficionada).

A los nueve años dio a conocer una versión doméstica su primera ópera, El gigante, a la que siguieron inmediatamente tres más, la última de ellas, El festín de la peste, escrita bajo las indicaciones del compositor Reinhold Glière.

Ingresó al Conservatorio de San Petersburgo en 1904, en donde tuvo como maestros, entre otros, a Anatol Liadov y Nikolai Rimski-Korsakov, allí, comenzó a interesarse por las corrientes más avanzadas de su tiempo.

Con fama de músico antirromántico y futurista, sus primeras obras, disonantes y deliberadamente escandalosas, provocaron el estupor del público, mostrando ya, algunas de las constantes que iban a definir su estilo durante toda su carrera, como son, cierta tendencia a lo grotesco y una inagotable fantasía, junto a un recogido lirismo y una asombrosa capacidad para crear hermosas y sugestivas melodías.

Su famosa Sinfonía nº 1, Clásica, es reveladora en cuanto a esta tendencia, que resulta más sorprendente aún si se la compara con una obra sólo dos años anterior, de 1915, la brutal Suite escita.

Aunque contaba con la simpatía de los revolucionarios soviéticos por su talante iconoclasta e irreverente, un año después de los hechos de octubre de 1917, Prokófiev dejó su país para instalarse en Occidente, más en busca de la tranquilidad necesaria para componer que por motivos de índole ideológica. De 1918 a 1933 vivió en Europa, realizando giras como pianista en las que interpretaba obras propias como sus 5 Conciertos para piano y sus 5 primeras Sonatas para piano. Su obra más destacada en esta época es la Sinfonía clásica, compuesta en 1918.

Durante los años en que vivió fuera de su país compuso para el empresario de los Ballets Rusos, Sergéi Diágilev, El paso de acero, El hijo pródigo, fueron relativamente bien recibidos, en cuanto su ópera cómica El amor de las tres naranjas fue acogida con indiferencia en su estreno, Chicago en 1921.

En 1923 se casó con la cantante de origen español Lina Lluvera.

En 1936 Prokófiev vuelve a Rusia en donde continúa componiendo con su propio lenguaje musical, esto le trae serios conflictos con el dogma soviético del realismo socialista. Fue censurado dos veces por no componer dentro de los parámetros del realismo socialista.

Cuatro años más tarde compone la Sinfonía nº 7, por la cual recibió el premio Stalin en 1952.