*Fragmento del Pezzo elegiaco.

JULIO...

TRÍO CON PIANO Op 50

*OBERTURA SOLEMNE 1812.

Trío para Piano, Violín y Violonchelo en La Menor Op50

 

“A la memoria de un gran artista”

Peter Ilich Tchaikovsky

eter Ilich Tchaikovsky. Para tener una idea más detallada, de lo que fue y es este genial compositor Ruso, basta con leer el siguiente texto escrito por André Previn, en referencia a la sinfonía Nº6 “Patética”. (En la pestaña de descargas también está incluida). Si alguna vez se ha escrito una melodía expresiva, romántica y sincera, podemos afirmar que es esta. Pero durante años Tchaikovsky ha sido atacado por la comunidad Musical por las más ilógicas razones. Porque su música es realmente popular, porque es directa, honesta, melodiosa y muy emotiva. Y porque millones de personas que jamás tendrían la confianza de asistir a un concierto sinfónico, irían con gusto y en buen número a una noche de Tchaikovsky, para escuchar la “Obertura 1812”, “El lago de los cisnes”, o el “concierto para piano”, sin duda el más popular concierto que se haya escrito. ¿Dónde está lo mágico de su música?, ¿Porqué reaccionamos así ante ella una y otra vez? Nació en 1840, fue hijo de un ingeniero de minas. De niño era caprichoso y lloraba con frecuencia, hoy día con nuestro amor por las etiquetas, le daríamos seguramente la de “emocionalmente inestable”. Sentía inmensa devoción hacia su madre, y sufrió un duro golpe cuando a la edad de diez años, fue separado de ella para unirlo al grupo de preparatoria de la escuela de leyes de San Petersburgo. A los diecinueve años termino su curso en la escuela de jurisprudencia y asumió un puesto en el ministerio de justicia. Así pues, tenía más de veinte años cuando decidió dedicarse seriamente a la música, aunque claro, la había estado estudiando. Muy pronto se sintió atraído por los temas operáticos y dramáticos. Su preparación formal del conservatorio en San Petersburgo, se basó en la tradición musical de Europa Occidental. Pero su naturaleza, y lo dijo durante toda su vida, era Rusa. No solo por su uso de canciones populares, sino sobre todo por su compenetración con la forma de vida Rusa, y su pensamiento. Su don natural para escribir tan hermosas y completas melodías, le da a su música perenne atractivo, es esta genialidad para el lirismo, y claro, el dominio técnico de la orquesta, que logro desarrollar, así como su expresivo atractivo emocional, lo que fundamenta su pronta popularidad. Sobre todo, poseía una asombrosa aptitud para escribir música de Ballet, encantadora y característica, especialmente Valses. En sus Sinfonías el mundo del baile no se halla nunca muy distante, por esta razón sus sinfonías siempre han sido criticadas. Se han dicho muchas cosas de ellas, como que, son solo una serie de tonadas enlazadas y con sus estructuras a la vista… A decir verdad, sus sinfonías no fueron creadas con las mismas cualidades arquitectónicas que encontramos en las sinfonías de Brahms, pero podemos decir al respecto, que odiaba y despreciaba la música de Brahms. Es más, en su diario, en octubre de 1886, llama a Brahms (con poca delicadeza) “Bastardo sin dones, me molesta”, escribió, “que Brahms con su auto inflada mediocridad sea llamado un genio, la música de Brahms es caótica, por entero vacía, es totalmente seca…” Hay algo más que un toque de envidia en este comentario, Tchaikovsky siempre fue sensible al hecho de que el control estructural requerido para moverse sin esfuerzo e inevitablemente en una sinfonía, de una idea musical a otra, jamás fue su punto fuerte, su emotividad regía en el. Como estudiante, se volvía cada vez más introvertido, y padecía de un opresivo sentimiento de culpa frente a su homosexualidad. En un intento desesperado por convencer a la gente de su respetabilidad, dijo que estaba pensando en casarse. Cuando tenía 33 años, y trabajaba en su ópera “Eugenio Oneguin”, recibió la carta de una admiradora, una mujer llamada Antonina, quien le declaraba su amor abiertamente. Aquello era una locura, Tchaikovsky no recordaba siquiera haberla conocido, amenazo Antonina con suicidarse si Tchaikovsky se negaba a verla. Después de acceder a conocerla, Tchaikovsky le dijo firmemente, pero no groseramente, que le era imposible amarla, y ahí, pudo haber terminado el asunto, pero Tchaikovsky se obsesionó con el pasaje de “Eugenio Oneguin” en el que estaba trabajando, esa parte de la historia en la que Oneguin firmemente rechaza a Tatiana. Esto le hizo reconsiderar su propio rechazo a Antonina. En forma impetuosa, una semana después de haberse conocido se comprometieron, aunque él había tratado de dejar en claro que cualquier relación física entre ambos era imposible. Un mes después se casaron, e inevitablemente todo fue un desastre, una auténtica tragedia. Se separaron casi inmediatamente, Tchaikovsky padeció un colapso nervioso, y realizo un patético intento de suicidio.

Es una historia muy triste. Pero aún más extraña, fue su amistad con Nadezhda von Meck, ella era una viuda acaudalada, que unos años antes había quedado impresionada con su música, y que lo había ayudado financieramente, aquello fue el comienzo de una relación sin paralelo, que duraría 14 años. Durante ese tiempo, eludieron todo tipo de contacto personal, su relación fue exclusivamente por correspondencia, en las dos ocasiones en que accidentalmente se encontraron, se alejaron el uno del otro sin decirse una palabra, cada uno consideraba al otro como una figura fantástica, no manchada por el desencanto de la realidad. Madame Von Meck, concedió a Tchaikovsky una pensión anual de 6000 rublos, un ingreso cuantioso que conservo aun cuando su éxito le dio a ganar de sus propias composiciones. Además de esto, el Zar, le concedió una pensión de 3000 rublos de por vida. Pocos compositores han disfrutado en vida, del éxito que rodeo a Tchaikovsky en la última parte de su vida, sus composiciones eran recibidas con entusiasmo en América y en toda Europa, su música era melodiosa y estaba de moda, como director se lo solicitaba mucho, en el mundo académico los honores lo cubrieron, fue electo para la Academia française. La universidad de Cambridge, en 1893, le ofreció un doctorado honorario en música, por cierto, en una ceremonia en que la universidad honraba también el mismo día, en la misma ceremonia, a los compositores Camille Saint-Saëns, Max Bruch, Edvard Hagerup Grieg, y al libretista de Verdi, Arrigo Boïto. Pero en una forma típicamente rusa, entre mayor era el éxito de Tchaikovsky, mayor era también su depresión, aún no tenía 53 años, cuando su retrato pintado, nos devolvía 20 años más…

Murió en noviembre de 1893, previamente en febrero de ese año, escribió que había empezado a trabajar en otra sinfonía, esta vez una sinfonía descriptiva. Esto es algo, que contiene una historia subyacente, imaginaria o verdadera. “Pero la historia”, dijo, “será un misterio para todos, podrán adivinar todo lo que quieran, pero la sinfonía será llamada simplemente, una sinfonía descriptiva. La historia subyacente es enteramente personal, muy subjetiva, la composición sigue un ritmo tan intenso, tan rápido, que el primer movimiento quedo listo en menos de cuatro días, mientras que los otros ya han tomado forma en mi mente. Por lo que respecta a la forma de la obra, habrá en esta sinfonía mucho de nuevo, entre otras cosas, el final no será un ruidoso allegro como se acostumbra, sino un muy lento adagio”. Después, irónicamente, creyéndose libre de la profunda depresión que lo agobiaba, agrega conmovedoramente “no podrán concebir, la felicidad que es para mí, el estar convencido que mi hora no ha pasado, y de que aun puedo trabajar. Desde luego es posible que me equivoque, pero no lo creo así…” Aunque la composición de la sinfonía en si, le llevo solo unas semanas, la orquestación de la misma le creo grandes problemas, algo no usual en Tchaikovsky. “Hace 20 años”, dijo, “avanzaba a toda velocidad sin detenerme a pensarlo, y salía bien, ahora me he vuelto tímido e inseguro de mí mismo. Pasé todo el día de hoy estancado en dos páginas, las cosas no están quedando como lo había pensado…” Terminó la partitura hacia finales de agosto. Decía que la relativa lentitud para hacer la orquestación, no se debía a una decadencia de sus aptitudes, sino que era el resultado del hecho de “haberme vuelto más estricto conmigo mismo. Estoy muy orgulloso de la sinfonía, es la más sincera de mis obras, y creo que es la mejor de mis composiciones.” Dirigió la primera interpretación en San Petersburgo el 28 de Octubre, “los músicos parecían carentes,” dijo, “de entusiasmo”. Pero la premier fue bastante bien recibida por el auditorio y los críticos, aunque no con la jubilosa ovación a la que se había acostumbrado. A la mañana siguiente, su hermano Modesto, lo encontró buscando un título, pues Tchaikovsky ya no estaba satisfecho con darle un número a la sinfonía, o con llamarla tan solo “sinfonía descriptiva”, sin decir nada del contenido de la historia. Modesto sugirió “trágica”, debido al profundo pesimismo de la obra y los expresivos extremos de su dinámica. Pero trágica, no era exactamente la palabra para describir el estado de sufrimiento y tristeza… “Patética,” lo siguiente que sugirió su hermano era aceptable. Desafortunadamente en español la palabra patético, ha adquirido un significado muy diferente, muestra lengua acaso no tenga una palabra sola que capte esa idea de angustia y tristeza. La obra empieza con una lenta introducción, y desde el mismo principio se establece un sombrío tono de trágica desesperación. Nada podría ser más ruso, que lo triste de ese colorido orquestal, es decididamente “Dostoievskiano”. De hecho fue Stravinski el que dijo, “Tchaikovsky es el más ruso de nosotros”. Aún cuando momentos después el tiempo se acelera, la intensidad de la emoción persiste… Bien, cuando el cielo se aclara, por decirlo así, y escuchamos una de las románticas y ricas melodías de Tchaikovsky, persiste esa abrumadora atmósfera de angustia. Y esa angustia es creada por el más simple de los mecanismos, haciendo que la melodía vuelva sobre sí misma una y otra vez, y combinándola con una intensidad en la armonía, que es muy operística, y siempre en un tiempo fuerte. Ese anhelo, ese suspiro de resignación, proviene del tono del comienzo mismo. Tchaikovsky hace más rápidas esas dos notas, las desarrolla en un pasaje de escalas que ascienden y luego se sumergen otra vez. Es un hecho que nadie podría tomar un pasaje de escalas ordinarias y distribuirlas en la orquesta con tanta habilidad como Tchaikovsky, llegando hasta el grado de construir una especie de fuga con ello. Y después en el más teatral de los gestos, nos lleva otra vez al fondo de esa tristeza rusa, al converger en la repetición de la melodía. ¿Y como lo hace?, ¡Con una escala descendente!, ¿Y qué es lo que acompaña la melodía?, no es necesario adivinar, ¡Una escala! En cuanto al segundo movimiento, su comienzo es también con otra escala. Es un vals, un vals poco común, en lugar de los acostumbrados de 3 tiempos por compás, este vals tiene 5 por compás, pero aún así es un vals, ya que tiene el mismo carácter de Ballet que el mismo lago de los cisnes y el cascanueces. Y el final de este pasaje, una vez más, es el arreglo de dos simples escalas. Una, que ascienden en las cuerdas y otra que descienden en las maderas y metales. El tercer movimiento es una marcha, y una vez más está ligada temáticamente con lo acontecido antes, con intervalos de cuartas, sobre el cual la melodía de la marcha es construida acompañada por escalas. Y muy pronto llegamos a un típico y glorioso clímax de Tchaikovsky, típico, teatral, dramático, colorido, bailable, siempre efectivo…

Creo saber porque siempre es efectivo, cada nota que Tchaikovsky compuso, es desengoznadamente honesta, técnicamente inmaculada, interesante de tocar, bellamente orquestada, directa y atractiva en su expresividad. Ciertamente lleva el corazón bien puesto. Pero tan bueno es en su trabajo, que hace que todo suene tan sencillo. Después de todo es el compositor realmente inteligente el que hace que todo se suene tan simple, y lo que es más importante, tan inevitable. Y nos guste o no, al escuchar a Tchaikovsky, empezamos a sentir el vello de la nuca, y no hay nada que podamos hacer, porque lo que está escrito, es irresistible. En el cuarto y último movimiento de la sinfonía, Tchaikovsky desnuda su alma. Fue audaz de su parte, valiente incluso, terminar una sinfonía de esta magnitud en un tono de tan trágico pesimismo, pero desde la concepción inicial de la sinfonía, es claro que así, es como él quería que terminara, no con un estruendo, ni siquiera un sollozo, sino, solo desvaneciéndose hasta en un susurro, y hablo, seriamente de un desvanecimiento. Sabemos que en música la letra “p”en un manuscrito significa piano, esto es quedo, dos “p” significan planísimo, muy quedo, pero aquí Tchaikovsky vuelve a doblar el número, cuatro “p”, y por si fuera poco, agrega con intención, lo que llamamos regulador, un decrescendo que conduce hacia un silencio absoluto. Una de las muchas teorías del así llamado significado de la obra, es la de que Tchaikovsky planeo en sus últimos años hacer una sinfonía con cuatro movimientos que hablaran de juventud, amor, desaliento y finalmente muerte. “El final” dijo él, “va muriendo…” Quién sabe, la obra sigue siendo un enigma, y puede usted ver en ella todo el simbolismo e interpretaciones que quiera.

El último movimiento, empieza una vez más con una escala, en la cual se alternan las notas entre primeros y segundos violines. En sus bosquejos originales podemos ver su preocupación y atención en las varias formas en que podía distribuir esas notas entre primeros y segundos violines. Estoy de acuerdo en que era una costumbre de esos días que violines primeros y segundos se sentaran en lados opuestos de la plataforma, así pues hay una razón estereofónica. Pero el complicarse tanto con ello, y podemos ver cuántas veces cambia de opinión, es obsesivo. Por separado, los dos elementos no suman gran cosa, individualmente no tienen sentido, están mellados, no resueltos, sin consecuencia, incompletos. Pero al unirlos, se funden y complementan perfectamente. Y lo que resulta más curioso aún, es que cuando ese pasaje se repite más adelante, las mismas notas, exactamente las mismas, no se hallan divididas en esa forma, sino que son presentadas como una sola línea melódica, confiada en exclusiva a los violines primeros. Era un hombre solo, con ardiente necesidad de comunicarse con otros, y como homosexual en Rusia en esa época, era culpable del más penoso de los pecados. Su matrimonio fue un desastre, pero en Tchaikovsky, tenemos a un ser humano muy emotivo, que puso el corazón en su música, y en esta obra en particular. Terminar una sinfonía en un tono tan profundamente pesimista, habría sido valentía de Tchaikovsky, puesto que los auditorios tienen ideas muy fijas de cómo debe terminar una pieza, con un tono de optimismo si se puede, jubilo, triunfo. Y de hecho, si Tchaikovsky hubiera concluido su sinfonía con esa excitante marcha del tercer movimiento, todo el mundo se iría a casa feliz, es más, creo que todo músico de orquesta en el mundo sabe que es casi inevitable que los auditorios de hoy comiencen a aplaudir al final de ese movimiento. Pero es tan intensa la emoción, la emotividad si quieren, de este final, tan abrumadora, pero tan vulnerable y tan profunda, que funciona en estructura, desafiando convenciones. En el último movimiento, una fría desolación se apodera de todo, casi toda frase está construida con patrones descendentes, unos tras otros, sin piedad. Y así en las últimas páginas hay un último y desesperado llamado de auxilio, así hay que describirlo, repetido y repetido, hasta que se extingue, hundiéndose en la frase con la que comenzó la sinfonía. Una de las más populares tentaciones en la historia musical, es la de examinar las últimas obras de compositores que murieron jóvenes, Mozart, Schubert y especular sobre qué tipo de música pudieron haber alcanzado a componer de haber vivido, 10, 20 o 30 años más. En el caso de Tchaikovsky, dicha especulación es casi inútil, después de haber escrito una pieza como esta, toda la emoción debió agotarse. Nueve días después del estreno, Tchaikovsky estaba muerto. Durante años se había creído que murió de cólera voluntariamente, pues había bebido agua no hervida durante una epidemia. Lo terrible es que esos rumores cínicamente ayudaron a la sinfonía a alcanzar la fama cuando fue interpretada en un concierto en su memoria días después de su muerte. Tchaikovsky, la gente decía, profetizo su propia muerte, ¿había compuesto acaso su propio réquiem?, en una parte de la sinfonía, ¿acaso no había tomado una frase de la misa de réquiem de la iglesia ortodoxa rusa?... Pero las circunstancias de la muerte de Tchaikovsky, son más complejas. Lo sucedido salió a la luz apenas en 1978, cuando Alexandra Orlova, la estudiante rusa, revelo información desenterrada en el museo de Leningrado, información que durante mucho tiempo fue ocultada. De acuerdo con esta información, un influyente aristócrata escribió una carta, acusando a Tchaikovsky de una relación homosexual con el sobrino del hombre. La carta fue dirigida al Zar de Rusia, ni más ni menos. Sería entregada personalmente, en manos de un sirviente de alto rango, el cual, como Tchaikovsky, era ex alumno de la escuela de jurisprudencia, y temía que las pruebas irrefutables de la homosexualidad del compositor, arruinaran no solo a Tchaikovsky, sino además, a la misma escuela de leyes. Bien esto podrá parecer extraño, pero el caso es que se convoco a una corte de honor compuesta por seis contemporáneos de Tchaikovsky de la escuela, para decidir, de qué modo se evitaría el escándalo. Tchaikovsky fue citado en esa corte el 31 de octubre, después de más de 5 horas de deliberación, terminaron por decretar que Tchaikovsky debía suicidarse. Dos días más tarde, Tchaikovsky estaba mortalmente enfermo, casi seguramente envenenado con arsénico. La historia de que había muerto de cólera, por tomar agua contaminada, es pues una invención. Tal vez, jamás conozcamos la verdad que hay detrás de esta composición, así como jamás podremos separar la realidad de la ficción en la “Sinfonía fantástica” de Berlioz. Pero lo importante y extraordinario, es que ambas obras, así como muchas otras claro, siguen teniendo impacto en nosotros en términos puramente musicales, sin que tengamos que conocer la relación diaria de los porqués y para qué, que motivaron su composición. Lo que es muy claro, no obstante, es que Tchaikovsky, un producto del romanticismo tardío, sigue hablando con la gran mayoría del público musical de hoy, en un lenguaje que podemos entender directa y abiertamente. Para cualquier compositor, en cualquier periodo de la historia musical, esto es un inmenso logro que debemos apreciar.

 

                                                                                             André Previn

EL trío…

 

“A la memoria de un gran artista”

 

Peter Ilich Tchaikovsky, compuso su único trío para piano y cuerdas en la menor Op50, entre 1881 y 1882. Fue dedicado de puño y letra, “a la memoria de un gran artista…”, a su maestro, amigo y crítico, Nicolás Rubenstein, muerto el año anterior.

Esta obra es la única compuesta por Tchaikovsky para esta formación del género camerístico, y es una de las más maravillosas que se han compuesto jamás para esta formación.

El Trío consta de dos movimientos, que confrontan el lenguaje lírico y trágico, propio de Tchaikovsky, logrando pasajes de gran dificultad para los intérpretes, en especial para el pianista.

El primer movimiento, “Pezzo elegiaco”, con un solo de violoncello de carácter lírico y romántico, que termina en una marcha fúnebre final, y el segundo, consta de una serie de 11 variaciones sobre temas rusos.

Volviendo hacia el final de la obra al tono menor original, y el tema del primer movimiento, vuelve con una gravedad aun mayor.

Concluyendo todo, Con otra marcha fúnebre final.

 

Los movimientos son:

 

I. Pezzo Elegiaco (Moderato assai - Allegro Giusto) (approx 18:00)

II. (A) Tema Con Variazoni - (B) Variazioni Finale e coda (approx 29:00)

 

Las variaciones son…

 

Var I

Var II: Più mosso

Var III: Allegro moderato

Var IV: L'istesso tempo (Allegro moderato)

Var V: L'istesso tempo

Var VI: Tempo di Valse

Var VII: Allegro Moderato

Var VIII: Fuga (Allegro moderato)

Var IX: Andante fieble, ma non tanto

Var X: Tempo di Mazurka

Var XI: Moderato - Variazioni Finale e coda: Allegretto risoluto e con fuoco

 

[Coda] Andante con moto – Lúgubre

Versión interpretada por: Richter, Kagan y Gutman.