*Aria: Lascia ch’io pianga; Aria a due Sirene; Aria Argante; Aria Armida; Aria Almirena; Sinfonía; Battaglia.

JUNIO...

ÓPERA SERIA EN TRES ACTOS, RINALDO

Ópera seria en tres actos, Rinaldo

 

a ópera en tres actos “Rinaldo”, de George Frideric Händel, se estrenó con éxito abrumador en el Teatro Haymarket, el 24 de febrero de 1711. El primer reparto de este estreno fue: Francesca Boschi como Goffredo (capitán general del ejército cristiano), Isabella Girardeau como Almirena (hija de Goffredo), Giuseppe Nicolini como Rinaldo (héroe militar), Elisabetta Pilotti Schiavonetti como Armida (maga y reina de Damasco) y Giuseppe Maria Boschi como Argante (rey de Jerusalén). La segunda y definitiva versión fue estrenada en el mismo teatro el 6 de abril de 1731.

El libreto corresponde a Giacomo Rossi y está basado en un esbozo de Aarón Hill sobre la epopeya de Torquoato Tasso "La Jerusalén Liberada". Su argumento nos cuenta que en la Primer Cruzada, año 1100, se ha de tomar Jerusalén, y para ello el capitán general de los ejércitos cristianos, Goffredo, pide ayuda al héroe militar, Rinaldo, ofreciéndole a cambio la mano de su hija Almirena. Tras la lucha, en la cual intervienen espíritus y magia, los ejércitos cristianos acaban alcanzando la victoria.

Es una obra difícil de llevar a escena, ya que no sólo hay que lidiar con decorados, o efectos especiales propios de un argumento mágico, sino con la tesitura de los personajes; Händel escribió dos papeles para castrati: Rinaldo y Eustazio, Hermano de Goffredo (en la segunda versión se elimina este papel). Hoy día, obviamente, es imposible sortear este inconveniente, de ahí la utilización muchas veces de mezzosopranos en los papeles masculinos.

El aria "Lascia ch'io pianga" tal como la conocemos, no se incluyó en la primer versión de 1711, sino en la segunda versión de 1731, es decir, veinte años después. Originalmente esta bella pieza pertenecía a una sarabanda instrumental de la ópera "Almira" compuesta por Händel en 1705, pero, su consagración definitiva fue como aria de "Rinaldo".

 

Resumen

 

Acto I

 

La ópera comienza en un campamento cristiano, fuera de las puertas de Jerusalén.

Un soldado, Rinaldo, le recuerda al capitán general de las fuerzas Cruzadas, Goffredo, que le había prometido la mano de su hija Almirena si la ciudad era conquistada.

Un heraldo anuncia que el rey musulmán Argante quiere parlamentar, a lo que Goffredo accede. Se acuerda una tregua de tres días, circunstancia que utiliza el rey de Jerusalén con el fin de que una maga intente poner a salvo la ciudad de los cristianos. La maga, Armida, Reina de Damasco y amante de Argante, Rey Sarraceno de Jerusalén, llega en un veloz carro tirado por dragones y les informa que la solución al sitio de la ciudad, pasa por llamar a su lado al héroe Rinaldo.

En una cueva cercana, Almirena y Rinaldo ratifican el amor mutuo. Armida rapta a Almirena, y cuando Rinaldo trata de impedirlo, su amada es arrebatada por una nube negra repleta de monstruos que la suben por los aires y la hacen desaparecer.

Goffredo y Eustazio entran y acuerdan consultar a un mago cristiano sobre la forma de derrotar a Armida y conquistar Jerusalén.

Rinaldo pide a los vientos que le ayuden.

 

Acto II

 

En la orilla del mar, rodeados por sirenas, Rinaldo y Goffredo discuten sobre cuán largo será el viaje hasta encontrar al mago cristiano. Eustazio les comenta que están cerca de su destino.

Un espíritu con forma de mujer, atrae a Rinaldo hacia un barco y le cuenta que Almirena lo ha enviado. El barco parte hacia alta mar desapareciendo de la vista. Sus compañeros son incapaces de avisarle que es una trampa y  deciden continuar su marcha de conquista.

En los jardines del palacio encantado de Armida, Argante le revela a Almirena el amor que siente por ella, diciéndole que como prueba de ello es capaz de liberarla del hechizo de Armida. Almirena le ruega que le deje en libertad.

Armida se alegra al recibir la noticia de que Rinaldo es capturado. Una vez en su presencia, le ofrece su amor. Al rechazar la propuesta, Armida se transfigura haciéndose pasar por Almirena. Rinaldo la vuelve a rechazar al darse cuenta de la artimaña y huye. Todavía transfigurada, llega el rey Argante, éste se confunde y le confiesa el amor que siente a la falsa Almirena y le propone la libertad. Armida le reprocha su traición anunciándole que dejará de proteger a sus ejércitos.

Armida clama venganza.

 

Acto III

 

En una gruta, al pie de la montaña donde se encuentra el palacio de Armida, se encuentra el mago cristiano con Goffredo y Eustazio, quienes fueron a pedir su ayuda. Este les comenta que sólo con valor no podrán vencer a la maga, y les da unas lanzas mágicas.

En el jardín de Armida, la maga, está apuntando con un estilete a Almirena, Rinaldo desenfunda su espada pero es detenido por espíritus. Llegan sus compañeros al rescate, y con sus lanzas mágicas transforman el jardín del palacio en un lugar cercano a las puertas de Jerusalén. Armida vuelve a intentar apuñalar a Almirena, pero es atacada por Rinaldo y desaparece.

Los soldados, juntos, se dirigen hacia Jerusalén para conquistarla.

        En el interior de Jerusalén, Argante y Armida hacen las paces y deciden luchar juntos contra los cristianos.

        Rinaldo toma Jerusalén, apresa al rey y se lo presenta a Goffredo.

        Eustazio y Almirena capturan a la maga, quien pierde sus poderes.

        Almirena y Rinaldo se abrazan, todos cantan y celebran el gran poder del amor.

 

Lascia ch’io pianga

Cecilia Bartoli
Jean-Yves Thibaudet (piano)
Teatro Olimpico, Vicenza, June 1998

Libreto

 

   Personajes

 

RINALDO                                              Caballero Templario                            Soprano

GODOFREDO DE BOUILLON               Caudillo de los Cruzados                        Contralto

ALMIRENA                                              Hija de Godofredo                             Soprano

ARGANTE                                           Rey Árabe de Jerusalén                               Bajo

ARMIDA                                    Hechicera Árabe, Amante de Argente                Soprano

 

La acción se desarrolla durante el asedio de Jerusalén, hacia el año 1100, en la Primer Cruzada.

 

Texto en italiano.

Música: Georg Friedrich Händel.
Texto: Giacomo Rossi.

Basado en un esbozo de Aarón Hill sobre la epopeya "La Jerusalén Liberada" de Torcuato Tasso.

ATTO I

 

Scena Prima

 

(Città di Gerusalemme assediata, con porta

in prospettiva, da cui escono soldati alla

battaglia. Da un canto si vede le tende

dell’armata cristiana; Goffredo circondato

da Almirena, Rinaldo e dalle guardie.)

 

GOFFREDO

Delle nostre fatiche

Siam prossimi alla meta, o gran Rinaldo!

Là in quel campo di palme

Omai solo ne resta

Coglier l'estrema messe,

E già da' lidi eoi

Spunta più chiaro il sole,

Per illustrar co' rai d'eterna gloria

L'ultima di Sion nostra vittoria.

Sovra bale scoscesi e pungenti

Il suo tempio la gloria sol ha.

Né fra gioie, piaceri e contenti

I bei voti ad apprender si va.

 

RINALDO

Signor, già dal tuo senno

E dal valor di questo braccio armato,

Piange l'Asia rubelle

Nell'estrema agonia l'ultimo fato;

Ciò, che solo mi resta, o prence invitto,

É cogli alti imenei

Della bella Almirena

Giunger a questo cor più lieta sorte;

Ch’unita la virtù, sempre è più forte.

 

GOFFREDO

Vinta Sion, prendi da me la fede,

Almirena ti fia bella mercede.

 

ALMIRENA

Rinaldo, amato sposo, eh!

Va, pugna ardito in campo,

Sì, che Sion scuota quel giogo indegno;

Che la face d'amore

Spesso gela nel sen marziale ardore.

Combatti da forte, che fermo il mio sen

Piacer ti prepara, contenti d'ognor.

Con face di gloria bell'iri seren

Adesso risplenda nell'alto tuo cor

 

(Parte)

 

GOFFREDO

Questi saggi consigli

Accogli nel tuo sen, prode guerriero!

 

RINALDO

Quanto possente sei, bendato arciero!

Ogni indugio d'un amante

È una pena acerba e ria.

Il timore sempre lo sferza,

La speranza seco scherza,

Or lo prova l'alma mia.

Ogni indugio...

 

(Parte)

(S’ode suonar una tromba, che precede un

araldo spedito dalla città e che viene

accompagnato da due guardie sin alla

presenza si Goffredo.)

 

Scena Seconda

 

ARALDO

Signor, che delle stelle

Emuli i pregi, a te salute invia

L'eccelso mio monarca; e da te chiede

In un libero varco

Esporti i sensi suoi, con franca fede.

 

GOFFREDO

Venga il tuo re a suo grado,

Ch'in di lui sicurtà l'onore impegno.

 

(Parte l’Araldo)

 

Quivi lo spinge alta cagion di regno.

 

(Argante esce della città in un carro trionfale tirato da cavalli

e seguitato da un gran numero di guardie a piedi e gente

a cavallo, e discendo con un corteggio solenne s’accosta

alla persona di Goffredo, che si move per incontrarlo.)

 

Scena Terza

 

ARGANTE

Sibillar gli angui d'Aletto,

E latrar vorace Scilla,

Parmi udir d'intorno a me.

Rio velen mi serpe in petto,

Né ancor languida favilla

Di timor, pena mi diè.

Goffredo, se t'arrise

Sin qui fortuna, ella incostante sempre

Può ben cangiar sue tempre;

E se saggio tu sei,

Ascolta i detti miei. Per ristorar in parte

I scambievoli oltraggi,

Chiedo, che si sospenda

Sol per tre giorni 'l marzial furore;

 

GOFFREDO

Chi su base del giusto

Appoggia l'altre imprese,

Non teme della sorte i crudi eventi.

Tu con superbi accenti

Grazie richiedi, e pur ti fian concesse.

 

Scena Quarta

 

ARGANTE

Infra dubbi di Marte

Resta sospeso il cuore;

Ma più vaneggia oppresso

Ne' pensieri d'Armida,

Ch'amante in un e mia compagna fida,

Corse a spiar gl'arcani,

Per render de' nemici i moti vani.

 

(Armida in aria, sopra un carro tirato da due

Dragoni che gettano fiamme e fumo dalla bocca.)

 

Scena Quinta

 

ARMIDA

Furie terribili!

Circondatemi,

Sequidatemi

Con faci orribili!

Furie ...

 

(Arrivato il carro a terra, li dragoni lo tirano sin

alla presenza d’Argante che va ad incontrar Armida.)

 

ARGANTE

Coma a tempo giungesti,

Cara, per consolar l'alma smarrita!

 

ARMIDA

Signor, se ben confusi

Son gli enigmi del fato,

Io con note tremende

Pur forzai quell'abisso

A scior in chiaro suon distinti accenti,

Ed a mie brame ardenti

Rispose in tuono amico:

"Se dal campo nemico

Svelto fia di Rinaldo il gran sostegno,

Spera pur d'Asia il desolato regno."

 

ARGANTE

Io spegnerò quell'empio.

 

ARMIDA

T'arresta, o caro,

e sol di me fia cura,

D'allontar quel forte

Dalle squadre nemiche.

Nel mio poter t'affida!

 

ARGANTE

Parto, e in te sol l'anima mia confida

 

ARMIDA

Molto voglio, molto spero

Nulla devo dubitar.

Di mia forza all'alto impero

Saprò il mondo assoggettar.

Molto ...

 

(Luogo di delizie con fonti, viali ed uccelliere

in cui volano e cantano gli uccelli.)

 

Scena Sesta

 

ALMIRENA

Augelletti, che cantate,

Zeffiretti che spirate

Aure dolci intorno a me,

Il mio ben dite dov'è!

Augelletti ...

Adorato mio sposo,

Vieni a bear quest'alma!

 

RINALDO

Al suon di quel bel labbro

Corron festosi a te gli affetti miei,

 

ALMIRENA

Bella stella d'amore

Nelle pupille tue folgora il lume

 

RINALDO

Per te sola, o mio nume,

In dovuto olocausto

Ardon le faci mie,

 

ALMIRENA

Tu solo a' miei martiri

Porgi placida calma.

 

RINALDO

Per te vive il mio cor,

si strugge l'alma.

 

ALMIRENA

Scherzano sul tuo volto

Le grazie vezzosette

 

RINALDO

Ridono sul tuo labbro

I pargoletti amori

a mille, a mille.

 

ALMIRENA, RINALDO

Nel bel fuoco di quel guardo

Amor giunge al forte dardo

Care faville.

 

(Armida strappa Almirena per forza dalle

mani di Rinaldo e vuole condursela via.)

 

Scena Settima

 

ARMIDA

Al valor del mio brando

Cedi la nobil preda!

 

ALMIRENA

Oh dei, che fia?

 

RINALDO

Non cederò Almirena,

Se col fulmine in mano

La chiedesse il Tonante.

 

ARMIDA

Tanto ardisci, arrogante?

 

(Rinaldo tira la spada contro Armida, che impugna

pure il ferro verso di lui e si mette in atto di

battaglia glia. Ma mentre sono per battersi

discende una nubenegra ripiena de monstri orribili

che mandado no no fuori fiamme e fumo con gran

muggiti e comprendo Armida ed Almirena, le porta

seco in aria lasciando in loro vece due furie

spaventevoli che, dopo aver deriso Rinaldo, se

profondano sotterra)

 

(Goffredo e Rinaldo immobile, cogli occhi fissi

e sommerso in una gran confusione.)

 

Scena Ottava

 

GOFFREDO

Ch'insolito stupore

Lega gli sensi tui prode campione?

 

RINALDO

Tale stupor m'occupa i sensi, e tale

È il dolor che m'accuora,

Che posso a pena articolar gli accenti!

Qui con note innocenti

Stavo spiegando del mio cor gl'affetti

Alla bella Almirena:

Quando (oh cieli, che pena!)

Amazzone corsara

mi rapì a me gioia sì rara,

Cor ingrato, ti rimembri,

E non scoppi di dolor!

Ma se stupido rassembri,

Ti risvegli il mio furor!

 

GOFFREDO

Un mio giusto dolor l'anima ingombra.

Ma tra sì fieri eventi

non s’abbatte il mio cor,

Rinaldo, spera,

Ch'a piè d'un monte, in cavernoso sasso,

Giace uom, che delle stelle

Spiar sa il corso, e qual virtude alligna

Nelle pietre, nell'erbe;

Questi m'è noto, ivi

Pronti n'andrem a ricercar consiglio,

Almirena per trar dal grave esilio.

 

Scena Nona

 

RINALDO

Di speranza un bel raggio

Ritorna a consolar l'alma smarrita;

Sì adorata mia vita!

Corro veloce a discoprir gl'inganni;

Amor, sol per pietà, dammi i tuoi vanni!

Venti, turbini, prestate

Le vostre ali a questo piè!

Cieli, numi, il braccio armate

Contro chi pena mi diè!

 

ATTO II

 

Scena Prima

 

GOFFREDO

Siam prossimi al porto,

Per prender conforto

Al nostro penar.

Siam ...

 

(Mentre s’affrettano per seguire il loro viaggio

La Sirena che sta nella barca invita Rinaldo ad

Entrarvi.)

 

SIRENA

Per accor d'Almirena

I più dolci sospiri,

Entra, Rinaldo, in questo augusto pino

Ella quivi mi spinse, ella t'attende

Colà in spiaggia romita,

Mesta, sola e tradita;

 

(Mentre li suddetti restano attoniti

per quell’invito, le Sirene saltano e cantano.)

 

SIRENE

Il vostro maggio

De' bei verdi anni,

O cori amanti,

Sempre costanti

Sfiorate in amore!

Né un falso raggio

D'onor v'affanni,

Che sol beato

Chi amante amato

Possede un bel core.

Il vostro ...

 

RINALDO

Qual incognita forza

Mi spinge ad eseguir l'alto commando?

 

(Sta un poco sospeso e poi con furia si

risolve d’intrar in barca, ma viene arrestato

da Goffredo.)

 

Sì Almirena, mia vita,

A te ne vengo.

 

GOFFREDO

O gran guerrier, t'arresta,

Ferma l'incauto piede!

 

(Mentre sta sospeso, la Sirena lo richiama di

novo, ed egli furiosamente vuol entrare in barca,

ma viene fermato da Goffredo.)

 

SIRENA

Rinaldo, affretta i passi!

 

RINALDO

Sì, Almirena, a te corro.

 

GOFFREDO

La tua gloria?

 

RINALDO

Ne freme.

 

GOFFREDO

Il tuo senno?

 

RINALDO

Languisce.

 

GOFFREDO

Frena l'ardir!

 

RINALDO

Non devo.

 

GOFFREDO

Sion ti chiama.

 

RINALDO

Ed il mio ben m'invita.

Il tricerbero umiliato

Al mio brando renderò,

E d'Alcide l'alto fato

Colà giù rinnoverò.

Il tricerbo ...

 

(Entra nella barca con furia, e la Sirena subito

s’allarga in alto mare. Le sirene cantano e saltano

sin a tanto che la barca si vede: ma, perduta di

vista, si sommergono nel mare, e Goffredo,

avendolo seguito cogli occhi, resta confuso.)

 

(Giardino delizioso nel palazzo incantato

d’Armida.)

 

Scena Seconda

 

ALMIRENA

Armida, dispietata!

Colla forza d'abisso

Rapirmi al caro ciel de' miei contenti!

E qui con duolo eterno

Vivia mi tieni in tormentoso inferno!

 

ARGANTE

Non funestar, o bella,

Di due uci divine il dolce raggio,

Che per pietà mi sento il cor a frangere.

 

ALMIRENA

Signor, deh, per pietà, lasciami piangere!

 

ARGANTE

Tu, del mio cor reina

Con dispotico impero,

Puoi dar legge a quest'alma.

 

ALMIRENA

Ah! Non è vero.

 

ARGANTE

Della mia fedeltade

Qual fia un pegno sicur?

 

ALMIRENA

La libertade.

 

ARGANTE

Malagevol commando!

 

ALMIRENA

Dunque lasciami piangere.

Lascia ch'io pianga

Mia cruda sorte,

E che sospiri

La libertà.

Il duolo infranga

Queste ritorte

De' miei martiri

Sol per pietà.

 

ARGANTE

T’arresta, oh Dio! Non piangere

Che l’indegno tuo laccio io vuò pur frangere.

Basta che sol tu chieda,

Per ottener da me,

Bocca amorosa.

Solo ch'il cor ti veda,

Tutto si perde in te,

Guancia vezzosa!

Basta ...

 

(Vanno via)

 

Scena Terza

 

ARMIDA

Cingetemi d'alloro

Le trionfali chiome!

Rinaldo, il più possente,

Terror dell'armi Assire,

In umile olocausto

Sull'altar del mio sdegno

Cadrà svenato al suolo.

Conducetelo quivi, o spirti, a volo!

 

(Due spiriti conducono Rinaldo alla presenza

d’Armida.)

 

Scena Quarta

 

RINALDO

Perfida, un cor illustre

Ha ben forza bastante

Per disprezzar l'inferno;

O rendimi Almirena,

O pagherai con questo acciar la pena.

 

ARMIDA

(fra sè)

Splende su quel bel volto

Un non so che, ch'il cor mi rasserena.

 

RINALDO

Omai rendi Almirena!

 

ARMIDA

(fra sè)

Con incognito affetto

mi serpe al cor un’amorosa pena

 

RINALDO

Rendimi, si crudel, rendimi Almirena

 

ARMIDA

(fra sè)

Son vinta, si, non lo credea si bello.

 

(a Rinaldo)

 

T’amo o caro

 

RINALDO

Io t'aborro!

 

ARMIDA

Prendi questo mio cor!

 

RINALDO

Per lacerarlo.

 

ARMIDA

Pensa ch'io son…

 

RINALDO

Tiranna.

 

ARMIDA

Risolvi…

 

RINALDO

La vendetta.

 

ARMIDA

Per pietade!

 

RINALDO

A te corro, o mia diletta!

 

(Vuol andarsene)

 

ARMIDA

Fermati!

 

RINALDO

No, crudel!

 

ARMIDA

Armida son, fedel…

 

RINALDO

Spietata, infida!

Lasciami!

 

ARMIDA

Pria morir!

 

RINALDO

Non posso più soffir.

 

ARMIDA

Vuoi ch'io m'uccida?

Fermati ....

 

(Armida si cangia in Almirena.)

 

Scena Quinta

 

ARMIDA

Ah! Rinaldo!

Crudel, tu ch'involasti

Al mio core la calma,

Un sol guardo mi nieghi a tante pene?

 

RINALDO

Dove sei, idolo mio? Sei tu, mio bene?

Cara sposa, amante cara, dove sei?

Deh! Ritorna a’ pianti miei

Del vostro Erebo sull’ara

Con la face del mio sdegno

Io vi sfido o spirti rei.

Cara sposa ...

 

(Parte)

 

Scena Sesta

 

ARMIDA

Dunque i lacci d'un volto,

Tante gioie promesse,

Li spaventi d'inferno,

Forza n'avran per arrestar quel crudo?

E tu il segui, o mio core!

Fatto trofeo d'un infelice amore!

No! si svegli 'l furore,

Si raggiunga l'ingrato,

Cada a' miei piè svenato! Ohimè! Che fia?

Uccider l'alma mia?

Ah! Debole mio petto,

A un traditor anco puoi dar ricetto?

Su, su, furie, ritrovate

Nova sorte di pena e di flagello!

S'uccida, sì…ah!, ch'è troppo bello!

 

(Armida riprende la forma di Almirena,

poi viene Argante.)

 

Scena Settima

 

ARMIDA

Riprendiam d’Almirena

Il mentito sembiante in questo loco,

Che forse qual farfalla

Ritornerà Rinaldo suo bel foco.

 

ALMIRENA

Ah! Crudel,

Il pianto mio

Deh! Ti mova per pietà!

O infedel,

Al mio desio

Proverai la crudeltà!

Ah! Crudel ...

 

ARGANTE

Anima mia, ti rasserena omai,

Che della cruda Armida

In breve ti trarrò da lacci indegni.

 

ARMIDA

Traditor! Dimmi: è questa

Del mio amor la mercede?

 

ARGANTE

Oh dei! Che miro?

 

ARMIDA

Io, ch'il mio cor ti spiego

Con affetti!

Io, che l'inferno altero,

Slego a tuo pro!

Tradirmi!

 

ARGANTE

Scusa un lampo

D'intempestivo amor!

 

ARMIDA

I fulmini vedrai del mio furore.

 

ARGANTE

T'acqueta!

 

ARMIDA

No, no.

 

ARGANTE

Sì, superba, amo Almirena.

Fa ciò, che t'aggrada;

Senza i demoni tuoi basta mia spada.

 

(Argante fugge sdegnato.)

 

ARMIDA

Vo' far guerra, e vincer voglio,

Collo sdegno chi m'offende

Vendicar i torti miei.

Per abbatter quel orgoglio,

Ch'il gran foco i sen m'accende,

Saran meco gli stessi dei.

Vo’ far...

 

ATTO III

 

Scena Prima

 

(Orrida montagna con dirupi e cascate d’acqua,

nella sommità di cui si vede il castello incantato

d’Armida, ch’è custodiato da gran numero di

mostri di varia forma. Nel mezzo delle mura appare

una porta con colonne di cristallo e d’ogni sorte

di gemme. Appiedi della montagna v’è una

spelonca, ove abita il mago)

 

(Goffredo considerando l’altezza della montagna)

 

GOFFREDO

Tu, a cui vien concesso

Sin delle stelle il penetrar gli arcani,

Degli eventi più strani

Fermar il corso, e grazie ognor dispensi,

D'un alto affar vengo a cercarti i sensi.

 

(Il mago esce dalla sua spelonca.)

 

Scena Seconda

 

MAGO

La causa che vi spinge

In sì remota parte

Nota m'è già; Rinaldo ed Almirena

Colà sull'alte cime

Di quell'orrido sasso in lacci indegni

Della perfida Armida

Giacciono avvinti; il varco

Impossibile fora

Senza un poter prefisso,

Chi mostri suoi colà vuotò l'abisso.

 

GOFFREDO

L'aprirò colla spada.

 

(Goffredo impugnando la spada e seguito da’

soldati, ascende la montagna ed il Mago li

sgrida.)

 

MAGO

Arrestatevi, o forti,

Che nel mar del terror sarete absorti.

 

(Goffredo e soldati, essendo molto avanzati verso

la cima, si presenta loro una compagnia di mostri

orribili con faci accese, di modo che una parte de’

soldati, atterriti ritornando indietro, un’altra

squadra di mostri taglia loro il cammino; en le

mezzo della loro confusione s’apre la montagna e

gl’inghiotte, uscendo da quella voragine fiamme,

fumo e grandi strepiti. Al fine Goffredo, con parte

de’ soldati, ritorna al Mago.)

 

GOFFREDO

Qui vomita Cocito

Tutta sua nera peste.

D'Acheronte proviam qui le tempeste.

 

MAGO

Prodi campioni, non giunge

Il terreno valore

A sormontar quell'infernal furore;

Queste verghe fatal, ch'ora vi porgo,

Faran fuggir quei mostri;

 

GOFFREDO

Impaziente anelo,

Ch'a forte al fin darà vittoria il cielo.

 

(Ascendono di nuovo la montagna, ed il Mago sta

osservando il loro passaggio e canta per incoraggiarli.

I mostri come prima si presentano loro, ma per virtù di quella

verga sono posti in fuga. Arrivati che sono alla cima, toccano colla

verga la del castello d’Armida, ed in un subito spariscono

porta quelle mura e la montagna medesma con

grandissimi strepiti, e resta in vece di quella un mare agitato.)

 

MAGO

Andate, o forti,

Fra stragi e morti

Senza timore

Or colà su!

Ch'omai v'è guida,

Compagna fida,

Tra quell'orrore

Fatal virtù.

Andate ...

 

(Superato l’incanto della montagna, il Mago

rientra nella sua spelonca. Rinaldo, che riguarda

in distanza il bosco incantato.)

 

RINALDO

Orrori menzogneri, a voi ne vengo

Con intrepido core,

Perchè diate più lustro al mio valore.

 

(S’avanza per entrar nel bosco, quando foco

improvviso si sotterra gli traversa il cammino

E gliene impedisce l’ingresso; Si ritira un momento,

poi risoluto.)

 

Ma che? Fiamma d’inferno

Offuscherà della mia gloria i rai?

Ritarderà di mie vittorie il corso?

 

(Tira la spada e si getta arditamente a

traverso Delle fiamme, che appariscono subito,

Ritrovandosi egli nel mezzo del bosco.)

 

Voi, furie, larve, spettri,

empi demoni, ite colà nelle tartaree grotte

Dell’eterna arra notte:

Tremi l’inferno a quest’acciar, sen fugga:

No; s’abbatta, si strugga!

 

(Abbatte molti alberi, vendendosi in questo

punto li spiriti fuggir via per aria, quando

All’improvviso escono di sotterra altre piante,

Che riguarda, e poi infuriato.)

 

Venite idre del nero abisso,

Che con fronte orgoglioso

Offrite nove palme al braccio mio,

Vi consacro all’oblio;

Cadetemi atterrate umile accanto,

E finisca d’Armida il fiero incanto!

 

(Abbatte quelle piante, vedendosi altri spiriti

fuggire all’aria, e qui finisce l’incanto,

uscendo egli dal bosco, che viene traversato

da molti alberi, non vedendosi più le rovine

né le vestigie del medesimo bosco.)

 

(Giardino d’Armida, che tiene uno stilo

al petto d’Almirena per ucciderla.)

 

Scena Terza

 

ARMIDA

Mori, svenata!

 

ALMIRENA

O numi!

 

RINALDO

T'arresta, tel comando per pietà!

 

ARMIDA

Ho d'aspe il core;

Poiché le fiamme mie sprezzasti, indegno,

Cada costei trafitta,

Olocausto d'amor, vittima al sdegno!

 

(Mentre Armida vuole lanciar il colpo, Rinaldo

impugna la spada e va con furia verso lei per,

ucciderla ma subito escono dalla terra degli

spiriti per custodirla.)

 

RINALDO

Al mio braccio cadrai, perfida, esangue!

 

Scena Quarta

 

ARMIDA

Nella guardata soglia

Come osaste portar sicuro il piede!

Furie, pronte accorrete, e da sotterra

Venga contro costor l’inferno in guerra.

 

(Goffredo toccando colla verga il giardino

incantato, in un subito il tutto sparisce, e resta

una gran campagna deserta, nel fondo di cui si

vede la città di Gerusalemme da quella parte

ov’è situata in collina. Nella mura vista di gran

porta a' piedi di cui si vede una strada che con

tortuosi giri vien a terminar nel piano. Goffredo

e Rinaldo corrono ad abbracciarsi; e mentre

Almirena vuol fare lo stesso, Armida la ferma e

tenta di nuovo di ucciderla collo stilo.)

 

GOFFREDO

Prode Rinaldo!

 

RINALDO

Glorioso prence!

 

GOFFREDO

Lascia ch'al sen ti stringa!

 

RINALDO

Io pur t'annodi

 

(Rinaldo, impugnata la spada, va contra Armida,

ma nel lanciar il colpo quella gli sparisce sotto

il taglio.)

 

GOFFREDO

Figlia!

 

ALMIRENA

Padre!

 

GOFFREDO

Mia cara!

 

RINALDO

Idolo mio!

 

GOFFREDO

Fugga il duol!

 

ALMIRENA

Rieda il piacer!

 

TUTTI

E svanisca ogni tormento

al contento, al contento!

 

ALMIRENA

Bel piacere

È godere

Fido amo!

Questo fa contento il cor.

La fermezza

Sol apprezza

Lo splendor,

Che provien d'un grato cor.

Bel piacere...

 

ARGANTE

Cara, perdono ti chiedo.

 

ARMIDA

Io nol rifiuto.

 

ARGANTE, ARMIDA

Dunque mi sia concesso,

Di purgar il mio error con quest’amplesso.

 

(S’abbracciano.)

(Suonano tutte sorti d’instrumenti militari, e si

vede uscire della città l’armata che, arrivata a’

piedi del monte, passa con bell’ordine dinanzi

Argante ed Armida, facendo loro gli soliti

saluti militari.)

 

Al trionfo del nostro furore

Or corriamo que’ mostri a legar;

Che poi, cara/o , questo core

Dolce premio ti vuol dar.

Al trionfo ...

 

(Vanno via)

 

Scena Quinta

 

(S’ode suonare tutti gli strumenti militari de’

cristiani, e l’armata con pompa solenne, a piedi

ed a cavallo, passa dinanzi Goffredo e Rinaldo,

facendo loro i soliti saluti militari.)

 

RINALDO

Vo’ che Sion oggi umiliata cada,

Del tuo nome in virtù, con la mia spada.

 

(Rinaldo esce)

 

Scena Sesta

 

GOFFREDO

Or la tromba in suon festante

Mi richiama a trionfar.

Qual guerriero e quel amante,

Gloria e amor mi vuol bear.

Or ...

 

(Rinaldo che conduce Argante incatenato.)

 

Scena Settima

 

RINALDO

Goffredo, ecco il superbo in lacci avvolto.

 

ARGANTE

Argante è vinto, e non il cor d'Argante,

 

(Almirena conducendo seco Armida prigioniera.)

 

Numi, che veggio!

 

ARMIDA

Sommi dei, che miro!

Argante, siam vinti.

 

RINALDO

Cara, questa è la meta.

 

ALMIRENA

A cui sospiro.

 

(S’abbracciano)

 

ARMIDA

D'un nume il più possente

Han la scorta costor.

 

RINALDO, ALMIRENA

In te sol l'alma mia si riconforta.

 

ARMIDA

No, forse ch'al ciel piacque,

Ch'io spegna al fin pentita

Il mio foco infernal colle sacre acque.

Verga indegna, ti spezzo.

 

(Spezza la verga incantata.)

 

RINALDO

O clemenza del ciel!

 

ALMIRENA

Beata sorte!

 

GOFFREDO

Trionfo alter!

La libertà vi dono.

 

ARGANTE

Cara, ti stringo.

 

ARMIDA

Vien sposo al mio trono.

 

TUTTI

Vinto è sol della virtù

Degli affetti il reo livor.

E felice è sol qua giù

Chi dà meta a un vano cor.

 

Texto en español.

 

Música: Georg Friedrich Händel.
Texto: Giacomo Rossi.

Basado en un esbozo de Aarón Hill sobre la epopeya "La Jerusalén Liberada" de Torcuato Tasso.

ACTO I

 

Escena Primera

 

(En las puertas de la asediada ciudad de

Jerusalén se ven a unos soldados que

marchan a la batalla. A un lado las tiendas

del ejército cristiano; Almirena, Rinaldo y

los guardias rodean a Godofredo.)

 

GODOFREDO

De nuestra fatiga

estamos próximos del final, ¡oh gran Rinaldo!

Allí, en aquel campo de palmeras

sólo nos falta

recoger la última cosecha.

Ahora, desde las playas del mar

despunta más claro el sol

para iluminar con sus rayos de eterna gloria

nuestra última victoria en Sión.

Sobre las escarpadas y altivas murallas

la gloria del templo sobresale.

Seguro que entre alegrías, placeres y gozos

buenas noticias vamos a escuchar.

 

RINALDO

Señor, ya tu juicio

y el valor de tu fuerte brazo,

llora el Asia rebelde

en la agonía de su destino final.

Sólo me queda, ¡oh príncipe invicto!

Tomar en matrimonio

a la bella Almirena,

para que en mi corazón,

queden unidas la virtud y el valor.

 

GODOFREDO

Vencida Sión, confía en mí,

pues Almirena será tu más bella recompensa.

 

ALMIRENA

¡Rinaldo, amado esposo!

Ve y lucha intrépido en el campo de batalla.

Sí, que Sión se libere de aquel yugo indigno

y que la llama del amor

alimente el pecho de un fogoso guerrero.

Combate con valor, pues mi pecho te espera

lleno de placer y alegría.

Tus bellos ojos brillan de gloria

por la nobleza de tu corazón.

 

(Se va)

 

GODOFREDO

Estos sabios consejos

acoge en tu pecho, valiente guerrero.

 

RINALDO

¡Que poderoso es el divino arquero!

Cada demora para un amante

es una pena cruel y horrenda.

El temor siempre lo flagela,

la esperanza con él bromea,

bien lo sabe mi alma.

Cada demora...

 

( Se va)

(Se oye sonar una trompeta, que precede a

un heraldo enviado de la ciudad acompañado

por dos guardias. Se presenta ante

Godofredo.)

 

Escena Segunda

 

HERALDO

Señor, que de las estrellas

emulas su brillo, te envía saludos

mi excelso monarca, y te pide

una audiencia con garantías

para exponer sus deseos abiertamente.

 

GODOFREDO

Venga tu rey a su agrado,

que por su seguridad mi honor empeño.

 

(Se va el heraldo)

 

Aquí lo trae alta razón de estado.

 

(Tirado por caballos, sale de la ciudad un carro triunfal transportando a Argante.

Lo siguen un gran número de guardias a pie y a caballo, y descendiendo

con un solemne cortejo se aproxima a Godofredo, que sale a su encuentro.)

 

Escena Tercera

 

ARGANTE

El silbar de las serpientes de Aletto

y el ladrido voraz de Scilla

me parece oír en torno a mí.

Un río de veneno serpentea en mi pecho,

donde aún lánguido palpita

con temor, inspirándome pena.

Godofredo, si te ha sonreído hasta ahora

la inconstante fortuna,

bien podría hoy cambiar su capricho,

y si eres sabio, escucha lo que digo.

Para reponer en parte

los mutuos ultrajes recibidos,

pido que se suspenda

sólo por tres días el furor militar.

 

GODOFREDO

Quien sobre la base de la justicia

apoya su noble empresa,

no teme, de la suerte, los crueles vaivenes.

Tú, con orgullosas palabras

clemencia reclamas, y yo te la concedo.

 

Escena Cuarta

 

ARGANTE

Ante el descanso de Marte

queda tranquilo mi corazón.

Pero desvaría y sufre,

pensando en Armida,

que amante y fiel compañera,

corre a espiar tus secretos

haciendo vanos los movimientos enemigos.

 

(Armida en el aire, sobre un carro tirado por dos

dragones que arrojan llamas y humo por la boca.)

 

Escena Quinta

 

ARMIDA

¡Furias terribles!

rodeadme,

seguidme

con cara horrible!

¡Furias!....

 

(El carro llega a tierra, los dragones la

traen a la presencia de Argante que va al encuentro de Armida.)

 

ARGANTE

A tiempo llegaste, querida,

para consolar un alma turbada.

 

ARMIDA

Señor, a pesar que confusos son

los enigmas del destino,

yo, con voz firme, para conseguir

que en aquel abismo se me diera respuesta,

hablé con las diversas voces,

y a mis deseos ardientes

respondió en tono amigo:

"Si en el campo enemigo

confía en Rinaldo,

espera también de Asia el desolado reino."

 

ARGANTE

Yo acabaré con ese impío.

 

ARMIDA

¡Detente, oh querido!

Obtendrás mi ayuda.

Alejaré de la fortaleza

al ejército enemigo.

¡En mi poder confía!

 

ARGANTE

Me voy y en ti sólo mi alma confía.

 

ARMIDA

Mucho quiero, mucho espero

en nada debo dudar.

Con mi fuerza, al gran imperio,

sabré del mundo defender.

Mucho...

 

(Paraje delicioso con fuentes, paseos y pajareras

en los que vuelan y cantan los pájaros.)

 

Escena Sexta

 

ALMIRENA

¡Pájaros cantores,

dulces brisas,

deliciosos aires en torno a mí,

decidme! ¿dónde está mi bien?

¡Pájaros...

¡Adorado esposo mío,

ven y haz feliz a mi alma!

 

RINALDO

Al sonido de esos dulces labios

corren alegres hacia ti mis afectos.

 

ALMIRENA

La bella estrella del amor brilla,

llena de luz, en tus ojos.

 

RINALDO

Sólo por ti, ¡oh mi diosa!

con encendido deseo

arden mis mejillas.

 

ALMIRENA

Sólo tú consigues

traer paz a mi alma.

 

RINALDO

Por ti vive mi corazón

y se consume mi alma.

 

ALMIRENA

Alegra tu rostro

la dicha del amor.

 

RINALDO

Rían en tus labios

los gozos del amor

por siempre, siempre.

 

ALMIRENA, RINALDO

En el bello fuego de esa mirada

el amor une, a la fuerte flecha,

las ardientes chispas.

 

(Armida arranca a Almirena por la fuerza de las

las manos de Rinaldo y quiere llevársela.)

 

Escena Séptima

 

ARMIDA

Al valor de mi espada

cede la noble presa.

 

ALMIRENA

¡Oh dioses! ¿Qué sucede?

 

RINALDO

No cederé a Almirena,

aunque con el rayo en su mano,

la quisiese Júpiter.

 

ARMIDA

¿A tanto te atreves, arrogante?

 

(Rinaldo toma su espada contra Armida, que

empuña la suya y se pone en posición de combate.

Pero cuando están para batirse desciende una nube

negra llena de horribles monstruos echando llamas,

humo y con grandes mugidos cubren a Armida y a

Almirena, llevándolas consigo por el aire y dejando

en su lugar dos espantosas furias que, después de

reírse de Rinaldo, desaparecen, con gran estruendo,

bajo tierra.)

 

(Godofredo y Rinaldo inmóviles, con los ojos fijos

e invadidos por una gran confusión.)

 

Escena Octava

 

GODOFREDO

¿Qué insólito estupor

aturde tus sentidos valiente campeón?

 

RINALDO

¡Tal estupor me invade los sentidos, y tal

es el dolor que me aflige,

que puedo apenas articular palabra!

Aquí, con palabras inocentes

estaba hablando de los afectos de mi corazón

a la bella Almirena, cuando

¡Oh, cielos, qué desgracia!

una amazona pirata

me robó mi alegría.

¡Corazón, sé fuerte

y no estalles de dolor!

¡Pero si herido quedas,

que despierte mi furor!

 

GODOFREDO

Un justo dolor aflige mi alma

al ver los feroces eventos

que se abaten sobre mi corazón.

¡Rinaldo, espera!

Al pie de un monte, en una caverna rocosa,

hay un hombre, que de las estrellas

espía su marcha, y con tal virtud lee

en las piedras y en la hierba,

que todo le es conocido.

Allí pronto vayamos a buscar consejo,

para rescatar a Almirena del cruel exilio.

 

Escena Novena

 

RINALDO

Un bello rayo de esperanza

vuelve a consolar mi afligida alma.

¡Sí, adorada vida mía!

¡Corro veloz a descubrir los engaños!

¡Amor, por piedad, dame tus alas!

¡Vientos, torbellinos, prestad

vuestras alas a mis pies!

¡Cielo, dioses, mi brazo armad

para combatir contra quien esta pena me dio!

 

ACTO II

 

Escena Primera

 

GODOFREDO

Estamos próximos al puerto,

pronto daremos consuelo

a nuestro penar.

Estamos...

 

(Mientras se apresuran por seguir su viaje la

sirena que está en la barca invita a Rinaldo

a entrar.)

 

SIRENA

Por oír de Almirena

los más dulces suspiros,

entra, Rinaldo, en este augusto navío.

Ella aquí me envía, ella te está aguardando allá,

en una playa solitaria,

triste, sola y traicionada.

 

(Mientras los demás quedan atónitos por

esa invitación, las sirenas saltan y cantan.)

 

SIRENAS

¡El mayo de vuestros

jóvenes años,

oh corazones de amantes,

siempre constantes

gozáis del amor!

Ni un falso rayo

de honor os preocupa,

que sólo es afortunado

quien, amante amado,

posee un bello corazón.

¡El mayo...

 

RINALDO

¿Qué desconocida fuerza

me impulsa a seguir el alto mandato?

 

(Duda un momento y luego con furia

resuelve entrar en la barca, pero es detenido

por Godofredo.)

 

Sí, Almirena, vida mía,

A ti vengo.

 

GODOFREDO

¡Oh, gran guerrero, detente,

no des un incauto paso!

 

(Mientras duda, la Sirena lo llama de

nuevo, y el furiosamente quiere entrar en la

barca, pero es detenido por Godofredo.)

 

SIRENA

¡Rinaldo, detén tus pasos!

 

RINALDO

¡Sí, Almirena, hacia ti corro!

 

GODOFREDO

¿Y tu gloria?

 

RINALDO

¡No temo perderla!

 

GODOFREDO

¿Y tu cordura?

 

RINALDO

Languidece.

 

GODOFREDO

¡Detén tu ardor!

 

RINALDO

¡No debo!

 

GODOFREDO

¡Sión te llama!

 

RINALDO

¡Y mi bien me invita!

Cancerbero, humillado,

ante mi espada se rendirá,

y el destino de Alcide

allí abajo cambiaré.

Cancerbero...

 

(Entra a la barca con furia, y la Sirena rápidamente

se arroja al mar. Las sirenas cantan y saltan mientras

la barca se ve; pero, perdida de vista, se

sumergen en el mar, y Godofredo, habiendo seguido

todo con sus ojos, permanece inmóvil.)

 

(Hermoso jardín en el palacio encantado

de Armida.)

 

Escena Segunda

 

ALMIRENA

¡Armida, despiadada!

¡Con la fuerza del abismo quieres robarme

el amado cielo de mis alegrías!

Y aquí, con dolor eterno,

aún viva me tienes en tormentoso infierno.

 

ARGANTE

No llores, oh bella.

El dulce rayo de tus ojos divinos,

partirá mi corazón.

 

ALMIRENA

¡Señor, ah, por piedad, dejadme llorar!

 

ARGANTE

Tú, soberana de mi corazón,

con despótico poder

puedes reinar en este alma.

 

ALMIRENA

¡Ah! No es verdad.

 

ARGANTE

De mi fidelidad

¿qué promesa quieres?

 

ALMIRENA

La libertad.

 

ARGANTE

¡Difícil orden!

 

ALMIRENA

Entonces déjame llorar.

Deja que llore

mi cruel suerte,

y que suspire

por la libertad.

El dolor infringe

este sesgo

de mi martirio

sólo por piedad.

 

ARGANTE

¡Detente! No llores

que tu indigno lazo yo quiero romper.

Basta que sólo tú lo pidas,

para obtener de mí

palabras amorosas.

Con sólo que mi corazón te vea

se derrite por ti,

¡Rostro encantador!

Basta...

 

(Se van)

 

Escena Tercera

 

ARMIDA

¡Corona de laureles

la triunfal cabellera!

Rinaldo, el más poderoso,

terror de los ejércitos de Asiria,

en humilde holocausto,

sobre el altar de mi desprecio,

caerá desangrado al suelo.

¡Traedlo aquí, oh espíritus, lo ordeno!

 

(Dos espíritus conducen a Rinaldo ante la

presencia de Armida.)

 

Escena Cuarta

 

RINALDO

Pérfida, un corazón noble

tiene fuerza suficiente

para despreciar al infierno.

¡O me devuelves a Almirena,

o pagarás con esta espada tu osadía!

 

ARMIDA

(Para sí)

Resplandece en su bello rostro

un no sé qué, que me embarga el corazón.

 

RINALDO

¡Devuélveme a Almirena!

 

ARMIDA

(Para sí)

Con extraño afecto

siento en el corazón un amoroso afecto.

 

RINALDO

¡Devuélveme, cruel, devuélveme a Almirena!

 

ARMIDA

(Para sí)

Estoy vencida. Sí, no lo creía tan bello.

 

(A Rinaldo)

 

¡Te amo, oh querido!

 

RINALDO

¡Y yo te aborrezco!

 

ARMIDA

¡Toma mi corazón!

 

RINALDO

¡Para herirlo!

 

ARMIDA

Piensa que soy ...

 

RINALDO

¡Tirana!

 

ARMIDA

¡Decídete!...

 

RINALDO

¡Venganza!

 

ARMIDA

¡Por piedad!

 

RINALDO

¡Hacia ti corro, oh mi amada!

 

(Quiere irse)

 

ARMIDA

¡Detente!

 

RINALDO

¡No, cruel!

 

ARMIDA

Yo soy Armida, fiel...

 

RINALDO

¡Despiadada, infiel!

¡Déjame!

 

ARMIDA

¡Antes la muerte!

 

RINALDO

No puedo sufrir más.

 

ARMIDA

¿Quieres que me mate?

¡Detente!...

 

(Armida se transforma en Almirena.)

 

Escena Quinta

 

ARMIDA

¡Ah! ¡Rinaldo!

Cruel, tú que robaste

a mi corazón la calma,

¿una sola mirada me niegas en tanta pena?

 

RINALDO

¿Dónde estás, ídolo mío? ¿Eres tú, mi bien?

¿Querida esposa, amante querida, dónde estás?

¡Ah! ¡Retorna mi ira!

En el altar de vuestro obscuro Erebo,

con la fuerza de mi indignación,

¡yo os desafío, oh espíritus indignos!

Querida esposa...

 

(Se va)

 

Escena Sexta

 

ARMIDA

¿Así que ni los lazos de un rostro,

ni la alegría prometida

ni los terrores del infierno

tendrán fuera para detener ese necio?

¡Y tú lo sigues, oh corazón!

¡He hecho un trofeo de un infeliz amor!

¡No! ¡Si se despierta mi furor,

que alcance al ingrato

y caiga exhausto a mis pies!

¡Ay de mí! ¿Qué haré? ¿Matar mi alma?

¡Ah! ¿Mi débil pecho

a un traidor podrá dar refugio?

¡Vamos, vamos, furia, reencuentra

nuevos motivos de pena y dolor!

¡Matarse, sí... ah! ¡Sería demasiado bello!

 

(Armida retoma la forma de Almirena,

y luego llega Argante.)

 

Escena Séptima

 

ARMIDA

Volvamos a tomar de Almirena

el falso rostro en este lugar.

Quizás, cual mariposa,

devuelva a Rinaldo su dulce fuego.

 

ALMIRENA

¡Ah! ¡Cruel!

¡Qué mi llanto, ah, te conmueva!

¡Por piedad!

¡Oh, infiel,

por mi deseo

sabrás lo que es la crueldad!

¡Ah! ¡Cruel...

 

ARGANTE

Alma mía, serénate ahora,

que de la cruel Armida

en breve te libraré de las ataduras indignas.

 

ARMIDA

¡Traidor! Dime:

¿es ésta la paga por mi amor?

 

ARGANTE

¡Oh, dioses! ¿Qué veo?

 

ARMIDA

¡A mí, que mi corazón te abro

con afecto!

¡A mí, que el infierno altivo

desató a tu favor!

¡Traicionarme!

 

ARGANTE

¡Perdona este relámpago

de intempestivo amor!

 

ARMIDA

¡Sabrás de los rayos de mi furia!

 

ARGANTE

¡Cálmate!

 

ARMIDA

¡No, no!

 

ARGANTE

¡Sí, soberbia, yo amo a Almirena!

Haz lo que te plazca;

para tus demonios suficiente será mi espada.

 

(Argante se marcha indignado.)

 

ARMIDA

¡Voy a hacer la guerra, y vencer quiero!

Con el desprecio que me ofende

quiero vengar mis errores.

Para abatir ese orgullo

que como fuego, el pecho me abrasa,

estarán junto a mí los mismos dioses.

¡Voy a hacer...

 

ACTO III

 

Escena Primera

 

(En la cumbre de una horrible montaña

con abismos y cascadas de agua se ve el castillo encantado de Armida,

custodiado por gran número de monstruos de

variadas formas. En medio del muro aparece una

puerta con una columna de cristal con toda clase de

gemas. A los pies de la montaña se ve una cueva

donde habita un mago)

 

(Godofredo aludiendo a la altura de la montaña)

 

GODOFREDO

Tú, a quien le es concedido

penetrar en los secretos de las estrellas,

y de los sucesos más extraños detener el curso.

Puesto que tu gracia siempre nos dispensas,

por un alto asunto vengo a buscar consejos.

 

(El mago sale de su cueva)

 

Escena Segunda

 

MAGO

La causa que os trae

a tan remoto lugar ya la conozco.

Rinaldo y Almirena,

allí en las altas cimas

de aquella horrible piedra,

con lazos indignos de la pérfida Armida

están atados.

El camino imposible será cruzar

sin un poder específico,

que de sus monstruos despeje el abismo.

 

GODOFREDO

Lo abriré con la espada.

 

(Godofredo empuñando la espada y seguido por

los soldados, sube a la montaña mientras el mago

le reprocha.)

 

MAGO

¡Deteneos, oh poderosos!

¡El mar del terror os absorberá!

 

(Godofredo y los soldados, ascienden hacia la cima,

y ante ellos se presenta un batallón de monstruos

horribles con caras encendidas. Una parte de los

soldados, retroceden aterrados, pero otra escuadra

de monstruos bloquean su camino. En medio de la

confusión, se abre la montaña y los traga. Huyendo

de aquella vorágine de llamas, humo y grandes

estrépitos, Godofredo finalmente, con parte de sus

soldados, regresa al mago.)

 

GODOFREDO

Aquí vomita Cocito

toda su negra peste.

Del Aqueronte proviene hasta aquí la tempestad.

 

MAGO

¡Valientes campeones!

No alcanza el valor terrenal

para superar aquel infernal furor.

Este cayado mágico, que ahora yo os entrego,

hará huir a esos monstruos.

 

GODOFREDO

Impaciente anhelo que al fuerte

dará el cielo la victoria.

 

(Ascienden de nuevo a la montaña, y el mago,

observando su paso, canta para darles coraje. Los

monstruos, como la primera vez, se presentan ante

ellos, pero por la virtud del cayado son puestos

en fuga. Cuando llegan a la cima, tocan con el cayado

la puerta del castillo de Armida y en un instante desaparecen

con gran estrépito los muros y la montaña misma,

quedando en vez de aquélla un mar agitado.)

 

MAGO

¡Id allá arriba,

oh valientes,

entre estragos y muerte

sin temor!

Que ahora os guía,

compañero fiel,

en aquel horror

la poderosa virtud

¡Id ...

 

(Superado el encantamiento de la montaña, el mago

vuelve a entrar en su cueva. Rinaldo, que se refiere

en la distancia al bosque encantado.)

 

RINALDO

Pérfidos hechizos, a vosotros vengo

con el corazón intrépido,

para que deis mayor brillo a mi coraje.

 

(Cuando avanza para ingresar al bosque, sale de

improviso un fuego de la tierra y se atraviesa en

su camino, impidiéndole entrar. Retrocede un

momento, después sigue resuelto.)

 

¿Pero qué? ¿Las llamas del infierno

oscurecerán de mi gloria los rayos?

¿Retrasarán el curso de mi victoria?

 

(Saca la espada y se arroja audazmente a través

de las llamas, que de inmediato desaparecen,

reencontrándose en el medio del bosque.)

 

Vosotras, furias, fantasmas, espectros,

impíos demonios, marchaos

a vuestras siniestras grutas de noche eterna.

¡Tiemble y desaparezca el infierno ante este acero!.

¡No que caiga, sino que se destruya!

 

(Derriba muchos árboles viéndose en ese

momento los espíritus huir por el aire, cuando

de improviso salen de bajo tierra otras plantas,

las mira, y luego se enfurece)

 

¡Venid hidras del negro abismo,

que con frente orgullosa,

ofrecéis nueva oportunidad de gloria a mi brazo!

Yo os consagro al olvido.

¡Caed aterradas humildemente ante mí

y termine el cruel hechizo de Armida!

 

(Derriba esas plantas, viéndose a otros espíritus

huir por el aire; y aquí finaliza el hechizo.

Sale del bosque, que está atravesado por

muchos árboles, lo que impide ver los restos

y los destrozos del propio bosque.)

 

(Jardín de Armida, quien tiene una daga

sobre el pecho de Almirena para matarla.)

 

Escena Tercera

 

ARMIDA

¡Muere, desgraciada!

 

ALMIRENA

¡Oh, dioses!

 

RINALDO

¡Detente, te lo pido por piedad!

 

ARMIDA

Tengo áspides en el corazón.

Puesto que mi fuego despreciaste, indigno,

que caiga ella herida,

en holocausto de amor, víctima del desprecio!

 

(Mientras Armida quiere lanzar el golpe, Rinaldo

empuña la espada y va con furia hacia ella para

matarla, pero de repente salen de la tierra unos

espíritus para custodiarla.)

 

RINALDO

¡Bajo mi brazo caerás, pérfida!

 

Escena Cuarta

 

ARMIDA

En mi tenebrosa guarida

¿cómo osas poner tus pies?

¡Furias, pronto acudid y que de bajo tierra

venga contra él el infierno en guerra!

 

(Godofredo toca con el cayado el jardín encantado y

en un instante todo desaparece quedando un

enorme campo desierto, al fondo del cual se ve la

ciudad de Jerusalén, la parte que está situada en la

colina. En los muros de la ciudad se ve una gran

puerta, por la que se sale a un camino que

con tortuosas curvas termina en un llano.

Godofredo y Rinaldo corren a abrazarse,

y cuando Almirena quiere hacer lo mismo,

Armida la detiene y nuevamente

intenta matarla con la daga.)

 

GODOFREDO

¡Valiente Rinaldo!

 

RINALDO

¡Glorioso príncipe!

 

GODOFREDO

¡Deja que te estreche contra mi pecho!

 

RINALDO

Yo te abrazo también.

 

(Rinaldo, con la espada empuñada, va contra

Armida, pero al lanzar el golpe ella desaparece

bajo el filo)

 

GODOFREDO

¡Hija!

 

ALMIRENA

¡Padre!

 

GODOFREDO

¡Querida mía!

 

RINALDO

¡Idolo mío!

 

GODOFREDO

¡Qué huya el dolor!

 

ALMIRENA

¡Que retorne el placer!

 

TODOS

¡Y se desvanezca todo tormento

al contento, al contento!

 

ALMIRENA

¡Bello placer

es gozar

de un amor fiel!

Esto alegra el corazón.

La firmeza

sólo aprecia

el esplendor

que proviene de un agradecido corazón.

¡ Bello placer...

 

ARGANTE

Querida, te pido perdón.

 

ARMIDA

No te lo niego.

 

ARGANTE, ARMIDA

Entonces que me sea concedido,

purgar mi error con este abrazo.

 

(Se abrazan.)

(Suenan toda clase de instrumentos militares,

y se ve salir de la ciudad al ejército que,

al llegar al pie del monte, desfila ordenadamente

ante Argante y Armida, haciendo sus usuales

saludos militares.)

 

Al triunfo de nuestra furia,

ahora corramos a esos monstruos atar;

que después, querida/o, este corazón

un dulce premio te quiere dar.

Al triunfo...

 

(Se van)

 

Escena Quinta

 

(Se oyen sonar todos los instrumentos militares de

los cristianos y el ejército, con solemne pompa,

a pie y a caballo, desfilan ante Godofredo y Rinaldo,

haciendo sus usuales saludos militares.)

 

RINALDO

Con mi espada haré que Sión hoy caiga humillada,

en nombre de tu virtud.

 

(Rinaldo sale)

 

Escena Sexta

 

GODOFREDO

Ahora la trompeta con sonido festivo

me llama a triunfar.

Cual guerrero y cual amante,

gloria y amor quiero que me hagan feliz.

Ahora...

 

(entra Rinaldo que conduce a Argante encadenado.)

 

Escena Séptima

 

RINALDO

Godofredo, aquí está el soberbio con sogas envuelto.

 

ARGANTE

Argante es el vencido y no el corazón de Argante.

 

(Almirena lleva prisionera a Armida.)

 

¡Dioses, qué veo!

 

ARMIDA

¡Sumos dioses, qué veo!

Argante, estamos vencidos.

 

RINALDO

Querida, ésta era la meta.

 

ALMIRENA

Por la que suspiro.

 

(Se abrazan)

 

ARMIDA

Del más poderoso de los dioses

tienen la escolta.

 

RINALDO, ALMIRENA

En ti sólo mi alma se reconforta.

 

ARMIDA

No, quizás al cielo plazca

que yo muera arrepentida,

y mi fuego infernal sea apagado con agua sagrada.

Vara indigna, te destruyo.

 

(Rompe el cayado encantado.)

 

RINALDO

¡Oh, clemencia del cielo!

 

ALMIRENA

¡Afortunado destino!

 

GODOFREDO

¡Orgulloso triunfo!

La libertad te doy.

 

ARGANTE

Querida, te abrazo.

 

ARMIDA

Ven esposo a mi trono.

 

TODOS

Vencido es el fuerte rencor

sólo por la virtud de los afectos.

Y feliz es sólo en la tierra

quien da sentido a un corazón vacío.