*Muerte y transfiguración, op. 24.

ABRIL...

POEMA SINFÓNICO: MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN, OP. 24

Poema sinfónico “Muerte y transfiguración, op. 24”

 

l poema sinfónico Muerte y transfiguración, op. 24 fue compuesto en Múnich, Alemania, entre 1888 y 1889, cuando Richard Strauss contaba con 25 años de edad. En él está firmemente arraigado el estilo característico que el padre del poema sinfónico, Franz Liszt, impusiera en sus grandes frescos sonoros. El tema abordado por Strauss fue dictado por la influencia profunda que ejercieron en él Tristán e Iseo (cuya representación presenció en Bolonia en 1888) y Parsifal de Richard Wagner, ejemplificaciones de misticismo germánico. La idea literaria de la obra lleva en sí los elementos del gran drama; acaso el más grande de todos los dramas: la muerte y su significado, lo que hay más allá de ella. El opus 24 de Strauss nos enfrenta a la victoria del espíritu humano por sobre la muerte inexorable del cuerpo.

Su estreno tuvo lugar en Eisenach, Alemania, el 21 de junio de 1890, en el marco del Festival de la Asociación General de Músicos Alemanes. La dirección orquestal estuvo a cargo del propio Strauss. La obra esta dedicada al músico y escritor Friedrich Rösch, amigo cercano del compositor.

El poema descriptivo que acompaña la partitura no fue la fuente inspiradora de la obra, sino que nació como post scriptum; esto es, como intento de exégesis del significado de la misma, luego de concluida la composición. Este “programa posterior” se debe a Alexander Ritter, amigo y mentor de Strauss y su inclusión precediendo la partitura debe entenderse como sanción perfectamente válida de Strauss y por tanto representativa de propósitos generales.

El poema se imprimió en el programa de mano, para orientación del público. He aquí el texto de Ritter:

 

I - Largo, Do menor - Re bemol mayor:

“Un hombre, enfermo, yace en su jergón, en una buhardilla mísera y escuálida, iluminada por el pálido y vacilante resplandor de una vela casi consumida. Exhausto por una desesperada lucha con la muerte, ha caído en profundo sopor. Ningún ruido turba el silencio de aquello que se cierne inevitablemente, salvo el débil y monótono pulso de un reloj de pared. Una sonrisa dolorosa atraviesa de tanto en tanto las pálidas facciones del hombre, en el límite postrero de su vida, los sueños le traen el recuerdo de los dorados días de la infancia.”

 

II - Allegro molto agitato, Do menor:

“Pero la muerte no dará tregua a la víctima ni en su reposo ni en sus sueños. Ataca brutalmente y de nuevo comienza la lucha: la voluntad de vivir, contra el poder de la muerte. ¡Horrible combate! Todavía ninguno es vencedor; el moribundo se hunde en su jergón y reina nuevamente el silencio.”

 

III - Meno mosso, Sol mayor:

“Fatigado por la lucha, alucinado, en febril delirio, ve reproducir su vida paso a paso. Primero, el albor de su niñez, radiante en su pura inocencia. Luego el adolescente que apresta y pone a prueba sus fuerzas para la lucha del hombre. Y después el hombre que se bate por el máximo premio de la vida: alcanzar un alto ideal y engrandecerlo aún más por su acción. Todo esto lo ha ansiado siempre su corazón. Lo ansia todavía en el sudor de la muerte... ¡Lo ansia, pero es inalcanzable! Aunque ahora lo vea más y más claramente, aunque ahora brille ante sí, no puede alcanzar ese ideal totalmente, ni dar a su empresa el último remate. Suena entonces el toque acerado del glacial martillo de la Muerte; la envoltura terrena se quiebra en dos.”

 

IV - Moderato - tranquillo, Do mayor:

“Pero ahora, desde lo alto resuena el triunfo; lo que en vano buscó en la Tierra, le saluda desde el Cielo: ¡Liberación, transfiguración!”

 

En un comentario especial sobre el contenido de la obra, Strauss le escribía a su amigo Alexander Ritter: “El elevado propósito que le guió por la vida al personaje de mi poema sinfónico fue el de transfigurar más aún lo que en la vida halló transfigurado. Frió y burlón, el mundo opone barrera tras barrera en el camino de sus realizaciones”


Muerte y transfiguración, op. 24.

Mikko Franck.