*Adagio.

Sinfonía nº 10 en Fa sostenido

 

ustav Mahler durante el último año de su vida (1810 a 1811) trabajó en su décima sinfonía, la muerte lo sorprendió con solo el primer movimiento terminado, aunque quedaron planteados la estructura general de la obra y esbozados los otros movimientos.

La estructura que había proyectado Mahler para su décima, constaba de cinco movimientos, a saber: Andante-Adagio, Scherzo I, "Purgatorio" (Allegretto moderato), Scherzo II, y Finale.

El Andante-Adagio, única estructura completamente terminada por Mahler, se encontraba a la vanguardia Vienesa de músicos como Arnold Schoenberg o Alban Berg.

En este extenso movimiento (no para Mahler), predominan las armonías cromáticas, y su lenguaje se sitúa muchas veces prácticamente en la atonalidad. El uso de recursos como la inversión de los temas, hace que intuya también el dodecafonismo. La estructura general del movimiento se articula en una forma de sonata muy libre con tres temas: 1) Una melodía cromática y de carácter misterioso en las violas; 2) Un tema lírico muy apasionado en los violines, con acompañamiento de los trombones, seguido de su inversión; 3) Un tema con carácter de danza, compuesto por distintos motivos en los que predomina el sonido de las maderas. El desarrollo se centra en los temas tratándolos en orden inverso al de la exposición, y tras la reaparición de la melodía inicial de las violas surge de pronto, sin mediación alguna, una violenta disonancia en toda la orquesta que culmina en un fortissimo en el que suenan diez grados de la escala cromática y que por lo tanto constituye casi un acorde dodecafónico, como el que usará más tarde Alban Berg en Lulú (ópera) en el momento de la muerte de la protagonista. Sin embargo, tras este punto culminante que entra de lleno en el expresionismo, la reexposición se centra sobre el segundo tema, transformado en una melodía apacible, por lo que el movimiento termina de forma tranquila y con armonías tonales.

Los esbozos que dejo Mahler de los restantes movimientos (algunos bastante avanzados), permiten conocer las intenciones finales del autor.

El "Purgatorio" es un pasaje breve, enmarcado entre dos movimientos con carácter de danza. El finale comienza con un fuerte golpe de tambor, en el que Mahler reproduce el sonido que escuchó en un cortejo fúnebre en Nueva York y que al parecer le impresionó profundamente. El final de este movimiento es de un gran lirismo, y en el manuscrito se encuentran muchas frases en las que el autor va anotando sus emociones más íntimas. Aunque músicos como Ernst Krenek, Schoenberg o Shostakóvich, a los que les fué enseñado el manuscrito, se negaron a reconstruir la obra, la Décima sinfonía ha sido objeto de varias reconstrucciones, entre ellas la del musicólogo inglés Deryck Cooke o la del ruso Rudolf Barshai.